CALLES GUERRERO, GUILLERMO "EL INDIO"

Director, productor y actor. Por su ascendencia tarahumara, su trabajo y su espíritu nacionalista, se gana el mote de “El indio”. Emigra durante su infancia a los Estados Unidos donde crece en los pueblos mineros de Arizona, para trasladarse a Los Angeles hacia 1912, donde se incorpora como extra y como actor a la naciente industria fílmica que surge ahí. La primera referencia conocida sobre su actividad en el cine de los Estados Unidos data de 1913, cuando aparece como actor en el corto de un rollo A Mexican Tragedy/Tragedia mexicana/Wilbert Melville, para la Lubin Films, donde comparte créditos con Henry King y Velma Whitman.

Su trabajo como actor incluye su participación en varios filmes de Cecil B. de Mille. Su carrera en Hollywood realmente despega hacia 1918, cuando trabaja en papeles más relevantes para la Vitagraph, en westerns cortos y de episodios al lado de los cowboys William Duncan, Neal Hart y Roy Stewart, en los que se especializa en la caracterización de ranchero o de piel roja. Afirma ser codirector en 1919 de los cortos de dos rollos: Hermanos, La propiedad única, La bella vaquera, El caballo negro y Oasis, y director de El Príncipe Rojo y El chasis, todos para la Vitagraph. Se niega a adoptar la nacionalidad estadounidense que le exige esa empresa para poder dirigir largometrajes.

Es después de 1920 que Guillermo “El indio” Calles, inicia una extensa y larga labor para promover y enaltecer a México y a lo mexicano; especialmente, se interesa en reivindicar a los indígenas, recuperando su dignidad mancillada por los anglosajones, especialmente en los westerns y series de episodios pergeñados en Hollywood. Para cumplir con su meta nacionalista, realiza películas de ficción y documentales de franca propaganda. En 1921, contratado por Miguel Contreras Torres, dirige y actúa en México De raza azteca, donde un charro de Xochimilco se desenvuelve entre ceremonias precortesianas y “audaces” escenas de equitación. En la cinta se pueden apreciar escenas de los entonces recientes descubrimientos realizados en Teotihuacán, como La Ciudadela y el templo de Quetzalcóatl. La publicidad subraya el carácter nacionalista de la película. Irma Domínguez hace el papel de una india mexicana, una chiquilla vendedora de flores en las chinampas de Xochimilco, y Enrique Cantalaúba es el villano. Contreras Torres exhibe esta cinta en Los Angeles, California, recibiendo una cálida acogida.

Después de otra estancia en Hollywood, en 1926, finalmente, logra producir, dirigir y protagonizar El indio yaqui. La película, se filma en los Estudios Universal, de California y en el estado mexicano de Sonora. Varios de los amigos y conocidos de Calles, actores ocasionales, se involucraron en el proyecto: Neal Hart, Roy Stewart, Betty Brown, Joe Ryan y Walter Shumway. El resto del elenco lo conforman José Duarte, Agustina López, Juan V. Calles y José Domínguez. La cinta narra la historia de un mal estadounidense que deshonra a una gran amiga del indio yaqui; que –avergonzada– es orillada al suicidio; lo que motiva al valiente vengador yaqui a perseguir al miserable felón. Un comentario crítico destaca la “excelente fotografía”, “marca de fábrica de los Estados Unidos”.

En Raza de bronce/1927, rodada en Mexicali, territorio de Baja California Norte, Guillermo “El indio” Calles exalta la obra de la Revolución en esa zona. Con la producción de Rafael Corella y el argumento de Alfonso Tovar e interpretada por Guillermo Calles, es una película de propaganda que seguramente aborda varios asuntos, de acuerdo con diferentes gacetillas, que son muy imprecisas. La historia se desarrolla en Mexicali para presentar “uno de los grandes gestos heroicos de nuestra raza en la época moderna”. En otra parte, se especifica que se trataba de uno de los “más gloriosos episodios de nuestra revolución”. Finalmente, una gacetilla acotaba que en el filme se “da a conocer una región completamente ignorada aquí: Mexicali, conociéndose los magníficos edificios que posee y el adelanto evidente que disfruta”.

Sol de gloria/1928 es un western ambientado en los paisajes tropicales de Nayarit, pero con partes filmadas en los Estados Unidos. Además de la dirección, Calles se hace cargo de la producción y del papel principal, apoyado por Carmen La Roux, Carlos Miranda, Carlos Molina, José Domínguez, María de Jesús Cabriello y Belén Espinosa. Es la última cinta silenciosa de “El indio” Calles, de la cual posteriormente, en 1938, hace una versión sonora, Pescadores de perlas.

Antes de emprender su siguiente proyecto, entre 1928 y 1929 Guillermo “El indio” Calles, hace documentales de propaganda para el gobierno del entonces territorio norte de Baja California, de los cuales se conoce Tijuana/1928. También dirige El general Calles en su retiro de Santa Bárbara/1929 y Primera corrida goyesca/1929.

Hacia agosto o septiembre de 1929 inicia el rodaje del drama Dios y ley, cinta que incluye escenas filmadas en las playas de Malibu. Guillermo “El indio” Calles, Carmen Guerrero y José Domínguez, como el villano, estelarizan la cinta. La historia, enmarcada en el Istmo de Tehuantepec, narra la renuncia estoica de un indígena a su amor por una joven blanca, diciéndole a su rival: “Es para ti. Dios te la ha dado. Es también de tu raza y la necesitas. Yo seré fuerte.” La película de nueve rollos muestra varios efectos especiales en la escena climática: un destructivo terremoto y la erupción de un volcán en el Istmo de Tehuantepec, así como bailes tradicionales. A pesar de que Dios y ley se filma de forma muda, el director le adiciona luego una banda sonora sincrónica a varios de los rollos. La cinta se convierte en un ejemplo pionero de las primeras películas mexicanas que experimenta con el sonido.

También en los Estados Unidos produce y dirige el mediometraje de cinco rollos hablado en español Regeneración/1930, con financiamiento de los Hermanos Areu, un melodrama urbano con diversas interpretaciones musicales. Cuenta los últimos años de un actor de teatro alcohólico. Entre los actores que actúan en este filme se encuentran la popular cantante Dorita Ceprano y los hermanos Areu. Regeneración se estrena en Los Angeles, en el Teatro California, en diciembre de 1930. Al terminar esta película, filma en los Estados Unidos, un asunto de pieles rojas titulado La venganza del indio.

El ocaso de la producción de películas de episodios, la generalización del sonido y los difíciles años que siguieron a la depresión económica de 1929, afectaron severamente la carrera de Guillermo “El indio” Calles en los Estados Unidos y decide buscar un mejor futuro en la naciente industria del cine sonoro en México.

Para su viaje a la capital mexicana en 1932, Guillermo “El indio” Calles planea realizar el registro filmado de su travesía en automóvil de Los Angeles a México. Es una experiencia que dura cerca de tres meses. El resultado se plasma en el documental de viaje Pro Patria. Tiene la intención de destacar la belleza y los atractivos del país. Se inicia en enero de 1932, al momento de recibir una carta del alcalde de Los Angeles, John C. Porter, dirigida al presidente de México, y culmina cuando el viajero entrega la misiva al presidente Pascual Ortiz Rubio en un patio del Castillo de Chapultepec de la capital mexicana. El viaje sigue la ruta del Pacífico a través de los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacán y, finalmente, México. El fotógrafo, Ernie Smith, captura monumentales vistas naturales del norte del país como Plan de Barrancas; se presentan escenas de diversas poblaciones, festejos populares, monumentos arquitectónicos, iglesias, encuentros con indígenas coras, huicholes y yaquis, etcétera. Con una longitud de nueve rollos y la narración del periodista jalisciense radicado en Los Angeles, Gabriel Navarro, el documental tiene su premiere en el angelino Teatro México, en julio de 1932.

Al año siguiente, en 1933 se incorpora plenamente a la industria cinematográfica mexicana con varios trabajos como El Héroe de Nacozari/Jesús García, el Héroe de Nacozari. Basada en un hecho histórico ocurrido en 1907, en Nacozari, Sonora, cuando el ferrocarrilero Jesús García Corona, heroicamente, evita a costa de su vida, que un vagón de dinamita explotara dentro de la población. Ramón Pereda hace el papel del héroe. En el mismo año, con Jorge Bell codirige El pulpo humano y realiza, sobre La Llorona/Ramón Peón 1933, el cortometraje paródico La Chillona.

Antes de concluir el año de 1933, Calles dirige el docudrama El vuelo de la muerte, a partir de un guion de Guz Águila, con Ramón Pereda, Adriana Lamar y Jorge del Moral. A partir del desafortunado desenlace en nuestro territorio del vuelo trasatlántico de los aviadores españoles Barberán y Collar, en junio de ese año, Ramón Pereda es un piloto desfigurado por un accidente de aviación durante la inútil operación de rescate de los españoles caídos; se suicida para que su prometida pueda unirse con su verdadero amor.

Después de ese año tan productivo, intenta levantar una compañía cinematográfica en Baja California, y Guillermo “El indio” Calles vuelve a filmar hasta el año de 1938 una nueva versión de su película muda Sol de gloria, ahora con el título de Pescadores de perlas/1938, rodada en Acapulco y que incluye escenas submarinas, protagonizada por Victoria Blanco, Víctor Manuel Mendoza y Carlos Villatoro. En el mismo año de 1938 dirige el melodrama ranchero La virgen de la sierra/1938, con Carlos Villatoro, Anita Campillo y Raúl de Anda, donde un catrín de la ciudad, que burla a una rancherita, muere a manos del novio al aplicársele la Ley de la Sierra.

Con Guz Águila dirige su última cinta, La justicia de Pancho Villa/El gaucho Múgica/1938, con Vicente Padula y Stella Inda. Es una producción desafortunada que primero se presenta en febrero de 1939 con el nombre de El gaucho Mújica y, un año después, es reelaborada y reestrenada por Guz Águila como La justicia de Pancho Villa. Propone una versión romántica y ennoblecida inspirada en un personaje de la vida real, que en vez del gaucho fusilado por intentar asesinar al caudillo revolucionario Pancho Villa es solidario con los ideales de la Revolución y admirador del cabecilla. Es, más que nada, una especie de revista musical de espíritu panamericano, a la usanza de las revistas del teatro frívolo escritas por el experimentado Guz Águila y su única incursión en la dirección de películas.

El desafecto de los productores por las primitivas y rudimentarias cintas del realizador, que difícilmente eran ya aceptadas por los espectadores, obliga a Calles, a alejarse de la realización fílmica. Cuando intenta regresar de lleno al cine, en 1954, la Sección de Directores del STPC lo boicotea. Como actor secundario, Guillermo “El indio” Calles participa entre 1934 y 1958 en aproximadamente 46 películas; su última aparición en pantalla, poco antes de su muerte, es en Yo…el aventurero/Jaime Salvador 1958. Todas sus producciones tienen un espíritu nacionalista; en los años veinte destaca el indigenismo, y posteriormente el costumbrismo folklórico.

¿Qué opina del cine nacional?

GC.- “Que progresará, irremediablemente.”

¿Cuáles son en su concepto, los factores primordiales para producir buenas películas?

GC.- “Productores de buena voluntad, olvidar favoritismos y aprovechar elementos que conozcan el ramo peliculero, poniendo un ‘hasta aquí’ a los chismes e intrigas que desgraciadamente abundan en nuestras compañías.”

¿Es necesario recurrir a los argumentos sobre motivos típicos mexicanos para hacer cine nacional?

GC.- “Para hacer películas nacionales, no son necesarios argumentos sobre charros y chinas poblanas. Los argumentos deben ser sobre motivos internacionales.”

¿Qué ideología cree usted que hay que seguir para hacer buenas películas?

GC.- “Principiar por organizar perfectamente una compañía productora en base al sistema norteamericano.”

¿Juzga necesaria la invasión de capitales extranjeros para hacer películas nacionales?

GC.- “No, porque cuando se produzcan buenas películas, con elementos idóneos, sobrará capital mexicano.”

¿Cree usted que en México sea un problema la distribución de películas nacionales? Si es, ¿cómo se puede solucionar?

GC.- “Creo yo que sea un problema, porque las compañías productoras extranjeras tienen monopolizadas todas las fechas del año para exhibir sus películas. La forma de solucionar este problema, en mi concepto, es exterminando los contratos de dichas compañías para que nuestras producciones puedan tener la atención que se merecen.”

(Revista de Revistas, “Nuestros Técnicos y el Porvenir de la Cinematografía Mexicana”, Esteban V. Escalante, No. 1220, 01/10/1933, pp. 54-56, en Archivo de Federico Dávalos Orozco y Esperanza Vázquez Bernal)