CASILLAS RÁBAGO, JAIME HUMBERTO

Director, guionista y productor. En 1950, Jaime Casillas se traslada a la Ciudad de México para continuar sus estudios en la Secundaria 4 de San Cosme y en la ENP No. 4 (1953-1956), etapa en la que dirige teatro amateur. Aunque atraído por el cine, dado lo difícil que era integrarse a la industria cinematográfica y la carencia de una escuela de cine, en 1957 ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde cursa Letras Españolas y Teoría y Composición Dramática; además de un año de Leyes en la Facultad de Derecho, de la misma universidad. En este periodo escribe la obra de teatro “Opus número uno” que obtiene el Premio Regional del D. F. y Premio Nacional de Teatro otorgado por el INBA, en 1958. Fue crítico de teatro en el diario “El Nacional” y subdirector de información de la agencia de noticias AMEX.

En 1966 escribe el cortometraje Los largos días y, en 1971, coescribe, con Julio Alejandro, el guion de El jardín de tía Isabel/Felipe Cazals, cinta con la que se incorpora de lleno a la industria cinematográfica.

En sus primeras películas predomina el tratamiento bienintencionado de diversos asuntos sociopolíticos del momento, mostrando siempre su sólido compromiso social. Debuta como director con Chicano/1975, con Jaime Fernández, Gregorio Casal y Rosalía Valdés, donde con empatía hace referencia a las reivindicaciones de los movimientos de los mexicano estadounidenses, inspirándose en el movimiento de lucha por la tierra que encabezó, desde 1967, en el estado de Nuevo México, en el sur de los Estados Unidos, el combativo y carismático dirigente chicano Reies López Tijerina, para reclamar las tierras de las que han sido sistemáticamente despojados los residentes de origen mexicano, contraviniendo los acuerdos del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, de 1848. Algunos miembros de la familia López Tijerina se interpretan a sí mismos.

Al año siguiente, en 1976, Jaime Casillas filma Pasajeros en tránsito, donde, con un espíritu solidario con la revolución latinoamericana, un republicano español refugiado en México, contrata a un mercenario (Gregorio Casal), para rescatar a otro compatriota republicano (Rafaél Baledón) que ha sido herido durante su participación en la guerrilla del “Ché” Guevara, en Bolivia, en 1967. También actúan Ernesto Gómez Cruz y Lyn May.

En 1985 dirige Memoriales perdidos, en la que se enfrentan las cosmogonías prehispánicas e hispano católica, donde un religioso español acepta y se pliega al mundo mágico religioso del mundo indígena, en muchos aspectos similar al propio en su búsqueda de Dios. En la emisión 1986 de los Arieles obtiene cuatro premios: Guion Cinematográfico, Argumento Original, Ambientación y Actuación Masculina para Claudio Brook.

Realiza Tierra de rencores/1986 y La leyenda del Manco/1987, melodramas convencionales, el primero un drama rural sobre un conflicto de tierras, con Álvaro Zermeño y Rebeca Silva; y el segundo, con Julio Alemán y la misma Silva, un western crepuscular que enfrenta a dos pistoleros incapaces de reconciliar sus ásperos caracteres.

Posteriormente, prácticamente abandona la realización para producir Mentiras piadosas/Arturo Ripstein 1988 y Mujeres insumisas/Alberto Isaac 1994. E imparte clases de escritura fílmica en la SOGEM.

Muy relevante fue la participación de Jaime Casillas en la vida sindical de los cinematografistas y en defensa de los intereses de la cinematografía mexicana. En la década de los ochenta, ocupa la Secretaría General de la Sección de Autores del STPC y, entre otras actividades, lleva a cabo el concurso de FECIMEX. Entre 1990 y 1994 es secretario de la Sección de Autores Cinematográficos, secretario del interior del STPC, director del Banco de Guiones y presidente de la Comisión de Premiación de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas.

El 25 de agosto del 2000, junto con Rafael Pérez Grovas, Gabriel Retes, Raúl Ramírez y Marcela Fernández Violante, Casillas fue galardonado con la Medalla de Plata al Mérito del Director, por sus 25 años de trayectoria cinematográfica.

En 2005 es nombrado presidente interino de la Sociedad Mexicana de Directores-Realizadores de Obras Audiovisuales, cargo que se formaliza para el periodo 2006-2010.

Poco antes de morir, prepara la producción de Las armas del alba, bajo la dirección de José Luis Urquieta, historia que adapta al cine con el mismo Urquieta y el guionista Xavier Robles, basada en la novela homónima del escritor Carlos Montemayor.

¿Por qué espera tanto para volver a dirigir, qué es lo que lo detiene?

JC.- La situación actual de la industria es muy difícil ahora, los productores no se animan a invertir dinero porque no tienen asegurada la distribución, antes sí, porque al menos tenían asegurada la distribución, sabían que una vez terminado un proyecto tenían un camino, y ahorita, en este momento, no sucede así, entonces muchos proyectos, que yo sepa, incluso de algunos amigos míos, están detenidos por eso, porque es muy difícil que los productores se animen a invertir el dinero. Sin embargo, en esta ocasión estoy conjuntando ya un grupo en el cual podemos pensar en la planeación de un proyecto y varios más que estamos intentando.

¿Cómo elige la temática de sus películas?

JC.- Lo primero a lo que me enfrento es a señalar que las culturas son distintas, pero que si somos capaces de ser humildes podemos entenderlas, aunque pretendan ser apabulladas, cualquier pensamiento tiene que ser entendido por el otro lo resumiré en un pensamiento que tiene Machado: ‘en una república democrática, cristiana –se refiere a España naturalmente–, el diablo no tiene razón de ser, pero tiene razones, escuchémoslo’, éste sería el sentido que quiero dar a mis historias, es decir, tal parece que los otros no tienen razón, pero debemos escuchar, debemos oír a los demás también.

(Diccionario de Directores del Cine Mexicano, Mónica García Ramírez, 28/03/2000)