Director, guionista. Influido por su padre, ingresa a la Residencia de Estudiantes en Madrid a la carrera de Ingeniero Agrónomo, misma que abandona tres años después. Se dedica durante dos años al estudio de los insectos, lapso en que entabla amistad con el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí y el crítico Moreno Villa. Se matricula en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, obtiene la licenciatura en 1924. Trabaja como ayudante del director de cine francés, Jean Epstein, durante dos años. En 1929 su madre le da 2,500 dólares para producir Un perro andaluz, coescrita con Salvador Dalí, cortometraje de dos bobinas en el que no aparecen ni perros ni andaluces. En la película se combinan la estética surrealista con algunos descubrimientos freudianos y los personajes actúan movidos por impulsos, confundiéndose con acciones irracionales. Ese mismo año conoce al fotógrafo Man Ray, quien en el bar de La Coupole, en París, le presenta a Louis Aragon, que a su vez lo introduce más tarde al grupo surrealista de Max Ernst, André Breton, Paul Éluard, Tristan Tzara, Pierre Unik, Tanguy y Magritte.
Dirige La Edad de Oro/1930, una de las primeras películas sonoras realizadas en Francia, patrocinada por los vizcondes de Noailles, con guion de Buñuel y Dalí. Adapta anónimamente guiones del inglés al español para los Estudios Paramount en París, y supervisa doblajes para la Warner Bros. En 1933 dirige Las Hurdes, dramático documental de una “ciudad perdida” de Madrid; funge como supervisor de la empresa Filmófono en La hija de Juan Simón/José Luis Sáenz de Heredia 1935, Don Quintín el amargao/Luis Marquina 1935, ¡Centinela Alerta!/Jean Grémillon 1936, España/1937; es coguionista y coproductor de la cinta ¿Quién me quiere a mí?/1936, y al estallar la Guerra Civil, su trabajo cinematográfico se espacia.
En 1939 llega a Hollywood como asesor histórico de películas que mostraban la guerra española. Prueba suerte en Nueva York, donde trabaja para el Museo de Arte Moderno como jefe del departamento cinematográfico, dedicado a la distribución de propaganda antinazi. Regresa a Hollywood, a la Warner Bros., a ocuparse de la supervisión de las películas hispanas.
En 1946 sale de Estados Unidos rumbo a París haciendo escala en México, misma que se transforma en una estancia de casi 20 años y 21 películas mexicanas, entre ellas, Los olvidados/1950, acercamiento solidario con seres humanos verdaderos capaces de acceder lo mismo a la ternura que al crimen, que gana el premio a la Mejor Dirección en Cannes en 1951; Él/1952, serio estudio de un hombre enfermo de celos y paranoia; Ensayo de un crimen/1955, historia de un burgués ocioso y entretenido en cometer crímenes imaginarios impunes; Nazarín/1958, obra bella e intensa narración del choque de las idealizaciones humanas con la ambigüedad de lo real a través de un honesto cura, cinta que gana el Premio del Jurado en Cannes en 1959; Viridiana/1961, filmada en España, trama sobre una novicia enfrentada a los resultados equívocos de sus afanes caritativos, que recibe exaequo la Palma de Oro del festival de Cannes; El ángel exterminador/1962, poética y sarcástica alegoría del encierro humano en todas sus connotaciones, y Simón del desierto/1964 que por problemas de producción queda como un mediometraje de 43 minutos de un asceta medieval que pretende acceder a Dios al vivir solo en una columna mientras es tentado por el diablo.
Nacionalizado mexicano, a partir de 1949, desde 1960 intercala su residencia entre México y Europa hasta 1977, cuando regresa definitivamente al país. En el viejo continente filma Así es la aurora/1955, Diario de una camarera/1963, Bella de día/1966, La Vía Láctea/1968, Tristana/1970, El discreto encanto de la burguesía/1972, El fantasma de la libertad/1974 y Ese obscuro objeto del deseo/1977.
“Durante cuatro o cinco meses, unas veces con mi escenógrafo, el canadiense Fitzgerald, otras con Luis Alcoriza, pero generalmente solo, me dediqué a recorrer las “ciudades perdidas”, es decir, los arrabales improvisados, muy pobres, que rodean México, D.F. Algo disfrazado, vestido con mis ropas más viejas, miraba, escuchaba, hacía preguntas, entablaba amistad con la gente. Algunas cosas que vi pasaron directamente a la película. Entre los numerosos insultos que recibiría después del estreno, Ignacio Palacios escribió, por ejemplo, que era inadmisible que yo hubiera puesto tres camas de bronce en una de las barracas de madera. Pero era cierto. Yo había visto esas camas de bronce en una barraca de madera. Algunas parejas se privaban de todo para comprarlas después de casarse.”
(Mi último suspiro, Luis Buñuel, p. 234)
Primero de siete hermanos de una familia terrateniente, su infancia transcurre entre su ciudad natal y Zaragoza. Estudia el bachillerato en Madrid; al terminar, dada su inclinación musical, pide permiso a su padre para realizar estudios musicales en la Schola Cantorum de París, petición que le es negada. Entre 1922 y 1924 funda un cineclub en la Residencia del Estudiante, donde convive con la “Generación del 27”: Federico García Lorca, Salvador Dalí, José Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, Rafael Alberti y Manuel Altolaguirre. Dicho espacio se convierte en el primero de España y uno de los más importantes en la historia del cine europeo. García Lorca le hace leer “La leyenda áurea”, primer libro en el que encuentra algo de San Simeón el Estilita, que más adelante devino en Simón del desierto/1964. En 1921 llega a ser campeón amateur de boxeo. El filme Tres luces/Fritz Lang, le hace sentir por primera vez que las películas pueden ser una forma de expresión y no sólo un pasatiempo. En 1925 llega a París, donde el pianista Ricardo Viñes, lo recomienda con el director de la Orquesta de Holanda quien lo contrata como director escénico de “El retablo de maese Pedro”, presentada en Ámsterdam.
Cuando se estrena La Edad de Oro/1930, el grupo surrealista lanza un manifiesto que contesta León Daudet, desde el periódico de extrema derecha L’Action Française incitando a sus afiliados a atacar la sala donde se exhibía. El filme, romántico, cuya sustancia lo conforman el instinto sexual y el sentido de la muerte, provoca que jóvenes reaccionarios destruyan la sala de cine. En 1934 contrae matrimonio con Jeanne Rucar, su compañera de toda la vida. Luis y Janet Alcoriza, Jean-Claude Carrière y Julio Alejandro, son los coguionistas preferidos de Buñuel. Silvia Pinal se internacionaliza con Viridiana/1961, El ángel exterminador/1962 y Simón del desierto/1964, producidas por Gustavo Alatriste, -quien entonces era su esposo- además de ser, junto con Lilia Prado, las únicas actrices que llegan a filmar hasta tres películas con Buñuel.
Retrospectiva Buñuel en México
Cena de los mendigos en “Viridiana”
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