BONILLA, HÉCTOR (nombre verdadero, Héctor Hermilio Bonilla Rebentún)

Actor de cine, teatro y televisión, director de cine. Abandona la carrera de Leyes para estudiar actuación en la Escuela de Teatro del INBA; inicia en 1957 su trayectoria actoral en el ámbito del teatro universitario, con los maestros Raúl Danté y Clementina Otero de Barrios. Continúa su preparación en un breve seminario que imparte Seki Sano, y es alumno de Alejandro Jodorowsky, a quien considera su gran maestro y con quien participa en “Zaratustra”. Debuta en el cine con Jóvenes y bellas/Fernando Cortés 1962. Dirigido por el alemán Wolf Rilla, realiza su primer protagónico en ¿Pax?/1967, a la que le siguen filmes como Patsy, mi amor/Manuel Michel 1968 basada en un argumento de Gabriel García Márquez, y Los novios/Gilberto Gazcón 1969. Forma parte de la camada de actores que participan en el cine universitario, con la primera generación de directores egresados del CUEC.

Debuta en el cine industrial en El cambio/Alfredo Joskowicz 1971, con quien repite en Meridiano 100/1974, trabajo que le vale el Ariel al Mejor Actor; en esta película comparte créditos como argumentista y guionista. La Academia reconoce su labor en los años siguientes, con nominaciones al Ariel por Matinée/Jaime Humberto Hermosillo 1976, Bloody Marlene/Alberto Mariscal 1977, y Luces de la noche/Sergio Muñoz 1988. Sobresale en esta etapa su actuación en María de mi corazón/Jaime Humberto Hermosillo 1979, guion de Gabriel García Márquez, sobre un argumento que desarrolla el escritor con Hermosillo, María Rojo y el mismo Bonilla.

Durante la crisis de la industria en los ochenta, se aboca al trabajo en televisión, sobre todo en telenovelas, donde además de actuar ingresa en el campo de la dirección de escena. A finales de la década, se arriesga como coproductor y actor, en un proyecto independiente sobre los trágicos eventos del 2 de octubre de 1968, en el conjunto multifamiliar Tlatelolco, cuando el gobierno ordena una masacre contra estudiantes que se manifestaban en la Plaza de las Tres Culturas. El resultado es la cinta Rojo amanecer/Jorge Fons 1989, por la que recibe nuevamente el Ariel como Mejor Actor. Inquieto dentro y fuera de la escena, ayuda a la conformación del Sindicato de Actores Independientes (SAI), el cual agrupa a jóvenes, y conocidos nombres como Enrique Lizalde, Rogelio Guerra, Fernando Luján y Germán Robles. Es fundador de la Liga de la Improvisación, la cual convoca a actores de todos los niveles a practicar esta técnica ante un público real.

En el 2002 cumple su largo deseo de convertirse en director de cine con Mónica y el profesor, adaptación cinematográfica que realiza con el autor de la novela homónima, Nacho Méndez. Drama de corte intimista — sólo hay dos tomas exteriores— en el que un profesor universitario (Nacho Méndez), trata de defender a la hija (María Rebeca) de un importante industrial, en el momento en que es secuestrada; fracasa en el intento, y es encerrado con la muchacha. Surge entre ambos la inevitable confrontación de ideologías, costumbres y situación económica. Sin embargo el encierro los obliga a convivir, situación que a futuro produce cambios en los dos.

La cinta forma parte de la Sección Oficial en la XVIII Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara 2003, y, recibe en el Festival del Chamizal 2002 en Dallas, Texas, el premio a la Mejor Película; en el Festival de Cine Latino de Miami 2003 es nominada al Golden Egret como Mejor Película y la actriz María Rebeca protagonista de la historia, se lleva una Mención Especial. Continúa como actor, productor y director tanto en el teatro como en la televisión.

Entre sus últimos trabajos en el cine actúa en: Un padre no tan padre/Raúl Martínez Reséndez 2016, 7:19 la hora del temblor/Jorge Michel Grau 2017, y como actor de doblaje en Ana y Bruno/Carlos Carrera 2018. En 2019 recibe el Ariel de Oro por su trayectoría, mismo año en que dirige y actúa en la obra de teatro “Cartas marcadas” con su esposa, Sofía Álvarez.

¿Qué fue lo que más disfrutó y lo que más trabajo le costó, entre la preproducción y la posproducción de Mónica y el profesor?

HB.- Disfruté desde la escritura del guion, la planeación de la película y el rodaje. Lo que detesto es el tema de la posproducción, porque en la edición se me fue la película. Yo acostumbrado a la moviola… resulta que hay unos señores que opinan y te presentan unas seis tomas para elegir, para corregir color, y cuando ve uno la proyección de lo que ya entregaron… está igual de mal el color, y el mismo defecto de sonido. Y luego vas a dar a un Festival en la conciencia de que se corrigió, y no se corrigió. Claro, ésta fue una producción alternativa, independiente…y por otro lado mi inexperiencia en este ámbito. No era una cuestión profesional en el sentido estricto de la palabra.

¿Volvería a dirigir?

HB.- Por supuesto, tengo la certeza de que puedo dirigir con atingencia, con creatividad; es un medio de expresión que me llama mucho la atención, y ya estoy pensando en mi segundo largometraje. Como no aspiro a ser millonario, voy a ver de qué manera puedo lograr una película independiente y ahí se queda. Simplemente quiero hacer algo que me llama la atención.

(Diccionario de Directores del Cine Mexicano, Perla Ciuk, 08/11/2007)