DEL VILLAR SCHIAFFINO, FRANCISCO

Director, guionista y productor. Se inicia en el cine, en 1952, al formar parte del equipo de cineastas que trabajan en Teleproducciones, empresa fundada por el productor Manuel Barbachano Ponce, donde codirige al lado del cinefotógrafo alemán Walter Reuter los cortos documentales: El hombre de la isla/1952, Tierra de esperanza/1952 e Historia de un río/1954, trabajos ampliamente reconocidos en el país y el extranjero. En 1956 se independiza y crea una productora con la que se dedica a filmar películas de corte documental para diversas dependencias, de las cuales destacan Mundo ajeno/1957, ganador ese año de la Concha de Oro al Mejor Cortometraje en la 5 edición del Festival de San Sebastián, España, y Palacio Nacional/1957. Ambos obtienen en 1957 y 1958 respectivamente, Premios Especiales otorgados por la AMACC. Francisco del Villar dirige el cortometraje Cruzada heroica/1960, para promover la campaña de vacunación contra el paludismo, mismo que resguarda la Filmoteca de la UNAM.

Debuta en el largometraje de ficción con El tejedor de milagros/1961, ópera prima basada en una pieza teatral del dramaturgo Hugo Argüelles -autor al que recurre constantemente a lo largo de su carrera-, adaptación de Julio Alejandro. Historia en la que una pareja de indígenas: Arnulfo (Enrique Lucero) que teje canastas con los pies y Jacinta (Aurora Clavel), llegan a un pueblo en Nochebuena; ante el nacimiento inminente de su hijo, solicitan ayuda. Nadie responde, ella cae frente a la casa de la comadrona Remedios, que atenderá su parto en un pesebre; se dice que su hijo ha nacido como el niño Jesús. De aquí se derivan una serie de acciones a raíz de la creencia en los milagros, el afán de control del cura del pueblo y personajes oportunistas que lucran con la situación, dinámica que desemboca en la muerte del recién nacido. Protagonizada por: Pedro Armendáriz, Columba Domínguez, Begoña Palacios y Sergio Bustamante, entre otros.

Chilapilla 43/1964, trabajo documental, recibe en 1965 la Diosa de Plata otorgada por PECIME a Mejor Cortometraje. Retoma la obra de humor negro de Argüelles en su segunda película, Los cuervos están de luto/1965, comedia ubicada en un microcosmos pueblerino, que gira en torno a la avaricia familiar por una herencia, situación en la que casi todos los hijos y nueras se preparan para la muerte, entierro y velorio del padre de ellos (José Luis Jiménez), aún cuando este sigue vivo, en el marco del regreso fantasmal del más allá de su esposa, en negligé, y de escenas sexuales y cachondas de sus hijos, a la par de su fallecimiento. Actúan: Silvia Pinal, Kitty de Hoyos, Narciso Busquets, José Gálvez, Enrique Álvarez Félix, Ada Carrasco, Miguel Suárez, Fanny Schiller y Lilia Prado entre otros. Cinta premiada con cinco Diosas de Plata en 1966 por: Argumento (Francisco del Villar y Julio Alejandro), Actriz (Silvia Pinal), Coactuación Femenina (Kitty de Hoyos), Coactuación Masculina (José Luis Jiménez), Actriz de Cuadro (Ada Carrasco). En 1967 funge como coproductor de The Phantom Gunslinger/El pistolero fantasma/Albert Zugsmith, coproducción con Estados Unidos, a partir de la cual establece lazos profesionales con la Columbia Pictures para la distribución de sus cintas.

En 1968 funda su propia empresa productora de largometrajes, Del Villar Films, sello con el que dirige Trampa para un cadáver, trama con tintes policiacos y de humor negro, bajo un argumento de Luis Alcoriza y Fernando Galiana. Destaca en su filmografía la comedia El criado malcriado/1968 estelarizada por Mauricio Garcés, cuarta versión en el cine mexicano de la cinta My Man Godfrey/Gregory Lacava 1936.

Sus películas más exitosas son aquellas en las que indaga, basándose en argumentos de diversos dramaturgos, las pasiones que perturban a sus personajes, mismas que identifica con títulos en los que incluye animales de rapiña.

Continúa en la dirección con Las pirañas aman en cuaresma/1969, de Hugo Argüelles, historia de dos mujeres costeñas (Isela Vega y Ofelia Medina) que se disputan el amor de un pintor forastero (Julio Alemán); a partir de esta cinta Francisco del Villar vive un periodo en el que destaca como cineasta taquillero, lo que confirma con La primavera de los escorpiones/1970, en la que el mismo Argüelles arma un melodrama de tintes psicológicos que aborda en forma abierta la homosexualidad masculina (Milton Rodríguez y Enrique Álvarez Félix) coproducción con Columbia Pictures. El festín de la loba/1972, coescrita con Vicente Leñero, describe la actitud mojigata hasta su muerte de Irene, una mujer paralítica y dueña de una hacienda (Gloria Marín), en contraste con el desenfreno sexual de su joven hija, heredera, Teresa (Isela Vega), interesada en la pintura, quien sin ninguna moral se acuesta con su medio hermano (Juan Antonio Edwards), el cura (Milton Rodríguez) y su mejor amiga (Pilar Pellicer), a quien el trato cruel que le da Teresa, la lleva al suicidio; El monasterio de los buitres/1972, sobre la pieza “Pueblo rechazado”, de Leñero, que narra la vida de unos monjes que se han refugiado en un monasterio para intentar protegerse, sin mucho éxito, de la lujuria, la homosexualidad, el alcoholismo y la codicia. Filme protagonizado por Enrique Lizalde, quien se lleva la Diosa de Plata a Mejor Actor, en 1974.

Le sigue Los perros de Dios/1973 con un argumento y guion de Josefina Vicens, historia sobre una joven empeñada en probar a Dios, cometiendo toda clase de pecados. Cinta que en 1974 recibe tres Diosas de Plata: Mejor Actriz de Cuadro (Anita Blanch), Revelación (Julio Lucena), Mejor Guion para Josefina Vicens, quien también recibe el Ariel en esta categoría, certamen en los que la película es nominada por: Argumento Original y Coactuación Femenina (Mercedes Carreño). Continúa con El llanto de la tortuga/1974, coescrita con Leñero y Argüelles, orgiástica historia filmada en Acapulco, entre una pareja (Jorge Rivero e Isela Vega), dos hermanos él y ella (Hugo Stieglitz y Cecilia Pezet) y un criado (Gregorio Casals). En estas cintas, Francisco del Villar retoma la colaboración con autores teatrales para la elaboración de argumentos que definen su cine: melodramas truculentos y moralistas, donde predominan los desnudos y que titula con metáforas zoológicas.

Su trabajo como guionista en La viuda negra/Arturo Ripstein 1977, le merece la nominación al Ariel en 1978, cinta que se filma un año antes de su muerte. A principios de 1977, cuando prepara la producción de Cuando tejen las arañas, es nombrado director de la compañía productora estatal CONACITE II, por lo que cede la dirección de la cinta a Roberto Gavaldón; a mediados de ese mismo año, asume la Dirección General de la también productora estatal CONACINE, cargo que desempeña hasta su fallecimiento.

FDV.- “Creo que faltan buenos guionistas para determinar temas, sobre todo para los sociopolíticos. Y eso es muy lamentable, porque en México contamos con el apoyo suficiente de las autoridades para abordar esos asuntos, sólo nos falta saberlos tratar. Yo por lo menos no creo estar preparado para hacerlos. Por eso tuve que recurrir a Hugo Argüelles y Vicente Leñero, y también porque me he coordinado perfectamente con los dos.”

¿A qué se debe ese empeño suyo en hacer películas de sexo?

FDV.- “No tengo ninguna preferencia por determinadas cosas, ni una marcada inclinación por los temas eróticos. Creo que si queremos hacer un cineverdad, tenemos necesariamente que recurrir a un desnudo, un beso o a una escena de amor cuando la historia lo requiere. Pero esta película (El llanto de la tortuga), por ejemplo, no es erótica”.

“Vimos alrededor: mujeres y hombres semidesnudos, pero la película no es erótica. En fin…”

(Esto, “Faltan autores en el cine mexicano…”, A. Camarena, 22/05/1974)