Director, escritor, productor, editor, dramaturgo y abogado, cuya filmografía integra 59 películas dirigidas entre 1927 y 1965. Aunque termina la carrera de Leyes en la Universidad Nacional, Juan Bustillo Oro se inclina por el teatro, la literatura dramática y el cine. Toma los cursos para guion, argumento y adaptación cinematográfica, publicados en la revista neoyorkina “Cine Mundial”, editada en español, mismos que estudia con entusiasmo, teniendo en contra la opinión familiar.
Se emplea como periodista, al tiempo que escribe obras de teatro, actividad que desarrolla hasta 1927, cuando dirige su primera cinta Yo soy tu padre, una comedia silente basada en la novela de Maurice Le Blanc “La vida extravagante de Baltasar”, sobre un despistado profesor de filosofía que descubre que su padre, no es su padre. La película cuya publicidad la anunciaba como: “una deliciosa comedia humorística de misterio que hará furor en México”, es filmada en los Estudios México Cines, propiedad de Jesús H. Abitia. Conforman el reparto: Agustín Carrillo de Albornoz, Carmen Torres, Graciela Ortega, Quintín Gutiérrez y Alberto Miquel.
Al inicio de la década de los treinta después de su experiencia como uno de los principales partidarios y promotores de José Vasconcelos en su campaña a la presidencia, funda con Mauricio Magdaleno el grupo experimental “Teatro de Ahora”, con el objetivo de llevar a la escena la realidad de la nueva sociedad posrevolucionaria en México. Definido por ellos mismos, como ejemplo de una dramática esencialmente política, realista, anti-individualista y por consiguiente simplista, anti-nacionalista, anti-folclórica, anti-burguesa, de lucha revolucionaria en defensa del pueblo, obreros, campesinos e indígenas mexicanos. Montajes teatrales apoyados con proyecciones cinematográficas, grabaciones de audio, la iluminación del escenario desde abajo, el cartoon animado, y con frecuencia uso de nuevas construcciones escénicas, como el escenario dividido, el llamado “treadmill”.
La única temporada del “Teatro de Ahora” comenzó el 12 de febrero de 1932. Se presentaron cuatro obras: “Tiburón”, una adaptación de Volpone (Jonson) y “Los que vuelven” de Bustillo Oro que se estrenó el último día de la temporada (12 de marzo), primera obra teatral mexicana, que aborda el tema migratorio y “Emiliano Zapata” y “Pánuco 137” de Magdaleno. Las crónicas teatrales de la época califican al título del Teatro de Ahora de «pomposo» y le niegan con envidia a este magnífico esfuerzo, todo posible éxito. Sus obras en muchos aspectos, son el antecedente de lo que sería más tarde el teatro documental en nuestro país. En marzo de 1932 el grupo se desintegra, dado el escaso público.
El cine lo vuelve a llamar cuando dos guiones de su autoría se llevan a la pantalla grande en 1933: El compadre Mendoza, caso en el que el productor José Castellot, Jr. elige a Fernando de Fuentes al considerarlo con más experiencia y Tiburón dirigida por Ramón Peón, una moderna versión mexicanizada de la obra teatral “Volpone”, que previamente había montado en el “Teatro del ahora”, escrita por el dramaturgo inglés Ben Jonson; comedia negra sobre un viejo codicioso que se finge moribundo para que otros, tan codiciosos como él, lo colmen de regalos valiosos.
A Juan Bustillo Oro le causa un gran impacto el expresionismo alemán, sobre el cual comenta en sus memorias: “extraños decorados, fotografía imprecisa y la eficacia de los actores, era un eco artístico de lo explorado por el psicoanálisis, producto de la desolación y la desesperanza después de la derrota de la Gran Guerra (1914-1918)”. Es en 1934 cuando se materializa el plan de filmar una película expresionista con: Dos monjes, su primer largometraje sonoro. Sobre un triángulo amoroso, que involucra a los dos monjes del título, Carlos Villatoro (Javier) y Víctor Urruchúa (Juan) y Magda Haller (Ana); historia en la que cada uno de los hombres, cuenta por separado en el confesionario, su versión de la historia. El escritor y poeta francés André Breton, líder surrelista, durante su visita a México, elogia la película, en la que Juan Bustillo Oro juega con la escenografía, el vestuario, la iluminación, la música, y los movimientos de cámara, para narrarnos dos versiones contrapuestas.
Un año después filma El misterio del rostro pálido/1935, en la que repite la experiencia expresionista, cinta vanguardista, con resultados poco halagadores, pese a evocar a “El fantasma de la Ópera”, escrita por Gastón Leroux. El relato gótico de la película busca provocar angustia, contrastando el clima de horror con la luminosidad y blancura de los decorados art deco y del vestuario. Estelarizan la historia: Carlos Villatoro (doctor Galdino Forti) y Joaquín Busquets (Pablo). Las dos películas resultaron demasiado elaboradas para el gusto de su tiempo y fracasan.
Oscilando entre lo exquisito y lo popular, recupera al público con Monja, casada, virgen y mártir/1935, basada en la novela homónima de Vicente Riva Palacio, ubicada en la Nueva España del siglo XVII, sobre una joven monja doña Blanca de Mejía (Consuelo Frank), con dos pretendientes que pelean por su amor: Alfonso de Rivera (Carlos Villatoro) y su amado, don César (Joaquín Busquets), en el marco de una serie de aventuras que incluyen: cárcel, escapes, torturas, la Santa Inquisición y, finalmente, la anulación de sus votos y el matrimonio. Gran éxito en taquilla.
En 1935, Juan Bustillo Oro renuncia a la dirección de los Estudios CLASA para entrar al gremio de los productores. En 1936 se constituye una cooperativa de productores, con la participación del Secretario General del sindicato de la UTECM, Enrique Solís, quien dentro del consejo de administración queda como Presidente; Secretario: Alfonso Sánchez Tello; Tesorero y Gerente de Distribución: Juan de la Cruz Alarcón; Vocales: Fernando de Fuentes, Gabriel Soria, Raphael J. Sevilla y Juan Bustillo Oro.
Su primer gran éxito cinematográfico es con la película Huapango/1937, sobre un guion escrito por el orizabeño Humberto Gómez Landero, que adaptan en conjunto. Filme que Juan Bustillo Oro considera como el primero en el que imprime su sello y la preparación adquirida en la última década. La cinta se filma en: Tlacotalpan y Córdoba, Veracruz, y trata sobre una herencia que deja el dueño de una finca, don Anselmo (Manuel Noriega), a su hijo ausente, Ramón Fernández (Juan José Martínez Casado), siempre y cuando cumpla con la condición de casarse con su ahijada Aurora (Gloria Morel). Esto genera todo tipo de situaciones cómicas, con numerosos diálogos y alargados juegos de palabras, acompañados de música jarocha, como es el estilo de Bustillo Oro, en el que generalmente las canciones interpretadas por los personajes estelares y bailables, no pueden fallar. La película tuvo una magnífica respuesta por parte del público.
En la trayectoria posterior de Juan Bustillo Oro destacan varias exitosas películas ubicadas en los tiempos del Porfiriato, como: En tiempos de don Porfirio/1939, amable melodrama de época que inaugura la corriente genérica, capturada por el crítico Jorge Ayala Blanco como la “añoranza porfiriana”. Temática a cuyo productor, Jesús Grovas, le parecía poco comercial, finalmente quedó totalmente convencido tras el rotundo lleno de los cines.
La trama ubicada en Orizaba, Veracruz, donde el bohemio don Francisco de la Torre (Fernando Soler) deja plantada en el altar a su novia Carlota (Aurora Walker); ella está embarazada y no lo vuelve a ver. Nace una niña, Carmen (Marina Tamayo), quien al crecer se enamora del joven Fernando Villanueva (Emilio Tuero), sobrino de don Francisco, pero a Carmen la pretende don Rodrigo Rodríguez (Joaquín Pardavé), quien es retado a duelo por Fernando, situación que contra todo pronóstico, tiene un desenlace feliz. Destaca la música cuidadosamente elegida por el maestro Jesús Corona, Humberto Gómez Landero y el mismo Juan Bustillo Oro, que integra danzas, valses y canciones.
Otro gran éxito lo obtiene con la película cómica Ahí está el detalle/1940, consagración cinematográfica del cómico Mario Moreno “Cantinflas” en una comedia de enredos donde el pomposo lenguaje de las clases altas se rinde ante el actor, cuyo personaje, “un peladito” lumpen urbano, pícaro, mañoso y sin oficio ni beneficio, que utiliza el desparpajo, como única arma para enfrentar al mundo, y la incoherencia e interminable locuacidad, plena de trabalenguas, dobles sentidos y salidas en falso.
De nuevo enfrenta al productor Jesús Grovas, quien se resiste a la propuesta de una historia familiar. Logra convencerlo al recordarle el enorme éxito de la cinta norteamericana The old nest/Reginald Barker 1922. El filme es: Cuando los hijos se van/1941, bajo un argumento y adaptación que escribe con Humberto Gómez Landero, sobre una familia orizabeña en la que los padres Pepe Rosales (Fernando Soler) y su esposa Lupe (Sara García) se enfrentan al momento en que sus hijos Raymundo (Emilio Tuero), Amalia (Marina Tamayo), José (Carlos López Moctezuma), Tomás (Alfredo Varela, Jr.) y Federico (Tony Díaz) toman su camino, aunado a las alegrías y desventuras que representan las consecuencias de la elección de cada quien. La confortante voz en off del declamador Manuel Bernal narra las etapas de la historia familiar. La cinta bate todos los récords de entradas en el cine Encanto y en salas de circuito; se exhibe en Perú, Chile, Venezuela y se consolida como una distribución independiente mexicana, sin ninguna intervención del dominio americano.
Juan Bustillo Oro regresa a la añoranza porfiriana con: México de mis recuerdos/1943, trama ubicado poco antes de la partida al destierro en Europa, del presidente Porfirio Díaz. La joven poblana, Rosario Medina (Sofía Álvarez), quien desde pequeña canta zarzuelas, llega a la Ciudad de México, a vivir con las tías del joven parrandero Pablo (Luis Aldás), con quien quieren casarla. Cuando éste la desprecia, urde un plan para conquistarlo, con el que logra su cometido; reparto en el que además figuran: Fernando Soler y Joaquín Pardavé. La música y las canciones de las zarzuelas son piezas clave en la estructura de la película, tanto así, que permanece en la memoria colectiva: “Carlos Truchuela y Quiroz” que interpretan a dúo Sofía Álvarez y Joaquín Pardavé disfrazados de niña y de marinerito, respectivamente.
El ángel negro/1942, con Emilio Tuero, Marina Tamayo e Isabela Corona; y Canaima/1945, con Jorge Negrete y Gloria Marín, son cintas que recibieron en su momento el aprecio de la crítica. En 1948 dirige una nueva versión de Huapango/1938, ahora titulada: Sólo Veracruz es bello, protagonizada por Esther Fernández y Antonio Badú, filme que se suma como un producto más de rutina, en un cúmulo de comedias folclóricas de los años cuarenta.
En Las tandas del Principal/1949 recrea con nostalgia imaginaria lo que fue el Teatro Principal a finales del siglo XIX principios del siglo XX, en base a los relatos de su madre doña Virginia Oro, tiple cantante en este recinto del entretenimiento. Juan Bustillo Oro escribe el argumento con Paulino Massip, basado levemente en el libreto de la ópera “Don Pascuale” de Donizetti. La trama narra a manera de farsa, la relación entre un viejo solterón, enfermo y rico (Fernando Soler) que urge a su sobrino, un atractivo vividor (Luis Aldas) a casarse, y quien a su vez está enamorado de una tiple del Teatro Principal (Mapy Cortés), que interpreta canciones de zarzuelas, como: “Las coplas de la Serafina”, “El dúo de los patos”; el realizador añade a la cinta música de “La verbena de la Paloma”, “Enseñanza Libre” y “La Gran Vía”. La película obtiene una buena recaudación.
Entre 1946 a 1949, el monopolio de la exhibición conformado por Ávila Camacho-Jenkins-Alarcón-Espinosa Yglesias se afirma en toda la República. Jesús Grovas, Fernando de Fuentes, Miguel Zacarías, Miguel Contreras Torres y Juan Bustillo Oro luchan infructuosamente contra el monopolio de ese poderoso grupo poblano.
Escribe con Mauricio Magdaleno el guion de Vino el remolino y nos alevantó/1949, inspirado en un corrido del cual es autor y en las imágenes de la película hollywoodense Cabagalta/Frank Loyd 1932. Fuerte drama que dibuja las secuelas y estragos de la Revolución Mexicana a través de una familia común y corriente en la Ciudad de México, durante la segunda década del siglo XX. Filmada en los Estudios Tepeyac, la fotografía corre a cargo de Jorge Stahl, la música es de la autoría de Gonzalo Curiel y encabezan el multi reparto: Miguel Ángel Ferriz, Carmen Molina, Luis Beristain, Beatriz Aguirre y Gilberto González, entre otros. La cinta recibe 3 nominaciones al Premio Ariel en 1951 por: Mejor Argumento para Bustillo Oro y Magdaleno, Mejor Actriz de Cuadro para Emma Roldán, y Mejor Actor de Cuadro, para Gilberto González, quien se lleva el Ariel.
Bustillo Oro vuelve a filmar una película expresionista, El hombre sin rostro/1950, un drama psiquiátrico y policiaco cuya trama gira alrededor del médico Juan Carlos Lozano (Arturo de Córdova), que tiene constantes sueños en los que aparece un hombre sin rostro y muy cerca de donde vive localizan a mujeres cruelmente asesinadas. La escenografía y los encuadres recurren a los recursos del expresionismo. La película tuvo muy buena aceptación del público.
El productor Jesús Grovas, arruinado por el alto costo de El niño y la niebla/Roberto Gavaldón 1953, recurre a Juan Bustillo Oro para que lo ayude al resolver su situación. Organizan la compañía Tele Talía Films con películas de bajo costo. Entre 1954 y 1959 producen once filmes, adaptaciones escritas por Antonio Helú y Juan Bustillo Oro, de historias de escritores españoles como Carlos Arniches, Benito Pérez Galdós, Augusto Martínez Olmadilla y Thomas Mayne Reid, entre otros autores extranjeros. Se estrenan en cines de segunda corrida, en funciones dobles. A pesar de las condiciones tan desfavorables para la exhibición de sus filmes, logran obtener los recursos necesarios para la subsistencia de la empresa. En desacuerdo con los socios, vende sus acciones y se retira de Tele Talía Films en 1959.
La película titulada Cada hijo una cruz/1957, protagonizada por Esther Fernández, Demetrio González, Miguel Manzano, “Borolas” y José Gálvez, es la segunda versión de Cuando los hijos se van/1941. Juan Bustillo Oro realiza en 1963, con el mismo título, una segunda versión de México de mis recuerdos; intervienen en el elenco Fernando Soler (Chucho Flores), Ernestina Garfias (Rosario Medina), Joaquín Cordero (Pablo Flores) y Fernando Soto “Mantequilla” (Susanito Peñafiel y Somellera). Igual que la primera filmada en 1943, la película fue del agrado del público, que aplaudía la voz de Ernestina Garfias durante la función.
Su penúltimo filme es una segunda versión de En tiempos de don Porfirio/1939 ahora con el título de Así amaron nuestros padres/1964, misma historia de su antecesora, los protagonistas son Fernando Soler en el mismo papel (don Pancho de la Torre), Ernestina Garfias (Carmen Fernández), Joaquín Cordero (Fernando Villanueva), doña Carlota (Consuelo Frank) y don Rodrigo Rodríguez Eje (Fernando Soto “Mantequilla”). Ernestina Garfias interpreta piezas de Gounod, Meyerbeer, Offenbach, Jorge de Moral y el español Peneya.
Cierra su carrera cinematográfica con uno de sus temas preferidos, la evocación porfiriana con: Los valses venían de Viena y los niños de París/1965. La historia se ubica a principios del siglo XX. La cantante Luisa (Ernestina Garfias) necesita ganarse la vida y trabaja como corista en el Teatro Arbeu; el galán conquistador, Marco Cortés (Guillermo Murray) engaña a Luisa haciéndose pasar por un representante teatral. La invita a una fiesta, le sirve un narcótico en la bebida, y ya dormida abusa de ella. Marco desaparece, la cantante queda embarazada. Trabaja como costurera para sostener a su hijo y por las noches es cantante. Por diversas incidencias, el niño queda bajo la custodia de la adinerada anciana Loreto (Prudencia Griffel), Luisa logra ser la institutriz de su hijo en casa de la anciana, pero doña Loreto va al teatro y reconoce a la cantante. Marco Cortés es sobrino de la anciana y ésta los obliga a contraer matrimonio. La música elegida para este filme es de Franz Lehar, Juan y Oscar Strauss, Leobard y Giácomo Puccini, algunas piezas en la voz de Ernestina Garfias.
En su libro “Vida Cinematográfica” recuerda que al terminar la filmación, en la madrugada fue a tomar un café con su esposa Marina y le dijo, en tono de broma: “presenciarás mi fin como director”. “A las 2:20 de la madrugada del jueves 8 de abril de 1965, dí la voz de corte para mi última escena cinematográfica”.
En el mes de diciembre de 1941, el periódico “El Universal” le otorga una medalla a la Mejor Contribución al Cine Mexicano en los últimos 10 años. Es nominado al Ariel en 1951 por el Argumento Original de la película Vino el remolino y nos alevantó/1949 y recibe el Premio Especial Ariel 1980 y la Medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico, en 1985.
JBO.- “La adaptación de una obra literaria es una materia delicada que no corresponde a tal sustantivo. Si en verdad se intenta adaptarla se corre el riesgo, en el que se cae tan a menudo, de limitarle a una serie de ilustraciones a las páginas originales. Un trabajo de estos, bien hecho, es más bien una recreación. Es trasponer un asunto, conservándole lo fundamental, a otro planeta ideológico y artístico, se la recrea, se encajará la intención literaria en un contexto cinematográfico, sin desposeerla de sus cualidades características”.
“Una recreación, en suma, es un problema más artístico que técnico, el que se mete a adaptar está obligado a depender de los moldes de la técnica, pero, ante todo, ha de ser un artista recreador. La técnica quizá pueda aprenderse; el arte no. Hay que traerlo por dentro. “Por fortuna yo lo comprendí así dentro de mi limitada capacidad.”
(Cine Club INBA, Diego García Elio pp.11-12)
La infancia de Juan Bustillo Oro transcurre entre operetas, zarzuelas y obras teatrales, debido al trabajo de su padre, don Juan Bustillo Bridat, administrador del Teatro Colón ubicado en el centro de la Ciudad de México, inmueble que a su cierre se transformó en el Imperial Cinema, donde Bridat fue el primero en exhibir las películas de la vanguardia soviética, de los directores: Abram Róom, Anatoli Lunacharsky y Serguei M. Eisenstein, prohibidas casi en todo el mundo. Adolescente asiste al cine Montecarlo, en el callejón de Dolores, espacio en el que descubre a Méliès y queda marcado para siempre por la magia de las imágenes en movimiento y la fantasía de éstas.
Juan Bustillo Oro nunca dirige a María Félix pues consideraba no tener el temperamento para sobrellevar las extravagancias de la diva. En 1968, Julián Soler filma la tercera versión de Cuando los hijos se van, fiel a la historia original de 1941, con: Alberto Vázquez, Amparo Rivelles, Fernando Soler, Blanca Sánchez, Malú Reyes y Andrés Soler.
Para la película En tiempos de don Porfirio, Juan Bustillo Oro, Jesús Corona y Humberto Gómez Landero, se encierran en un privado del restaurante Hollywood, frente a la Alameda, acompañados de un piano y escuchan durante doce horas danzas, valses y canciones, las cuales seleccionan para el filme.
Lector voraz y cinéfilo, para quien Fritz Lang es el mejor realizador del mundo. Su bebida favorita: cerveza con hielo. Es escritor de: “Vientos de los veintes, cronición testimonial” sobre su experiencia con el movimiento vasconcelista de 1929, “Germán del Campo, una vida ejemplar” sobre la Revolución Mexicana, “Tres dramas mexicanos” (obras de teatro) y “Lo cómico en el cine mudo”. Su autobiografía, “Vida cinematográfica” (1985), conforma un detallado y valioso testimonio en la historia del cine mexicano.
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