Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberoamericano. España, Portugal y América (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
La prensa cinematográfica surge como una extensión de la prensa de espectáculos. De las reseñas y crónicas serias o frívolas del teatro de revista y de los espectáculos dramáticos, musicales u operísticos, se deriva el comentario cinematográfico. Pasa de las primeras sorpresas por el nuevo invento, al recuento sistemático de los estrenos, las estrellas y, claro, de las posibilidades y condiciones locales para el desarrollo de la producción cinematográfica.
La prensa cinematográfica cumple una importante función de difusión retomando la enorme popularidad del cine y popularizándolo; desarrollando en el lector una cultura de consumo a través de notas informativas, artículos de orientación, reseñas fílmicas, reportajes de filmación, publicidad directa de cintas, gacetillas, notas frívolas o sensacionalistas, fotos y notas de “estrellas” orientadas a fomentar la adhesión por simpatía, belleza o escándalo con los actores y actrices (star system), en pocas palabras “seducir al público para ver una película”; llevar público a las salas de cine.
El deslumbramiento inicial que la invención del cinematógrafo despierta y la inmediata popularidad del cine como una nueva forma de diversión popular se refleja y expresa vivamente en la prensa. Talentos como Luis G. Urbina, José Juan Tablada, Amado Nervo, Carlos González Peña, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, José D. Frías, José Luis Velasco, Francisco Zamora y otras selectas plumas no pierden la oportunidad de comentar sus impresiones sobre el nuevo invento.
Luis G. Urbina (1868-1934), poeta, periodista, ensayista y crítico literario capitalino, es el primer cronista mexicano del cinematógrafo. En un artículo (El Universal, 26 de agosto de 1896) apunta las ventajas del cinematógrafo sobre el kinetoscopio de Edison, señalando que “no es preciso ponerse en acecho, detrás de un lente, en postura incómoda, para sorprender lo que hay más allá del cristal vivamente iluminado”.
El desarrollo del cine-espectáculo, el aura mágica de la pantalla, el ensueño cotidiano de las divas y de las vamps, así como la publicación de las carteleras cotidianas y de las gacetillas publicitarias en los diarios y revistas da pie a la paulatina creación de espacios para el cine en las secciones de espectáculos o de publicaciones exclusivas. Con la formalización de la industria cinematográfica europea y norteamericana hacia fines de la primera década del siglo XX, primero; y con la consolidación del triunfo militar y la hegemonía política del Presidente Carranza hacia fines de 1915, se crean las condiciones para la fundación de secciones especializadas sobre cine en la prensa diaria y semanaria, como en los entonces modernos diarios El Universal y Excélsior y sus semanarios El Universal Ilustrado y Revista de Revistas. En estas condiciones surge una generación especializada de periodistas que incluye a algunos aspirantes a cineastas como Rafael Pérez Taylor, José María Sánchez García, Rafael Bermúdez Zataraín, Carlos Noriega Hope, Cube Bonifant, Juan Bustillo Oro, Marco Aurelio Galindo y Elena Sánchez Valenzuela, entre otros.
Desde las páginas de espectáculos, muchos de estos cronistas insisten en que el cine mexicano muestre nuestras tradiciones, historia y paisajes en la pantalla, pues ‑afirman‑ sólo la originalidad de nuestro ser nacional podría distinguirnos e imponer nuestro cine en el extranjero. Esta tradición continúa hasta la actualidad. Muchos de los críticos y comentaristas de cine más influyentes y reconocidos en nuestro medio desde entonces colaboran habitualmente en las secciones o suplementos tanto de espectáculos como culturales de la prensa diaria y de los semanarios de información semanal, como México en la Cultura y La Onda, de Novedades, La Cultura en México de la revista Siempre!, Diorama de la Cultura de Excélsior, en El Búho o Confabulario de El Universal, en El Financiero, Milenio Diario, La Crónica, en la Revista de la Universidad de México, en las revistas Plural, Nexos, Vuelta, Letras Libres y otros; también en los suplementos de El Día y El Nacional, Proceso o Tiempo Libre. Entre los más reconocidos que han trabajado desde los años cuarenta del siglo veinte, hasta la actualidad, se encuentran nombres como Efraín Huerta, Álvaro Custodio, Jorge Ayala Blanco, Carlos Bonfil, José de la Colina, Carlos Fuentes, Enrique Rosado, Emilio García Riera, Tomás Pérez Turrent, Rafael Aviña, Perla Ciuk, Gustavo García, Leonardo García Tsao, Carlos Monsiváis, etc.
Una de las primeras revistas que atienden al espectáculo cinematográfico nacional es el semanario Mefistófeles, dirigido en 1917 y 1918 por José María Sánchez García, con Armando de María y Campos como Jefe de Redacción, de cuya existencia sabemos por simples referencias. Para Ángel Miquel, en esta publicación sólo “eventualmente aparecían escritos sobre cine”. En efecto, en Arte y Sport (1-nov-1918), se apunta que era sabatina nacida en 1917 (“año y medio, y ochenta y tantos números); y que trataba sobre “(…)Arte, Teatros, Cines, Deportes, Toros, de todo hay en sus páginas(…)”.
La primera revista mexicana especializada en cine probablemente es Fotofilm, título descubierto en 1996 por el crítico e historiador Gustavo García. Por su calidad y contenidos imita a la veterana publicación norteamericana Photoplay (desde 1914, una de las primeras publicaciones profesionales de cine de los Estados Unidos). Tuvo dos épocas entre 1925 y 1928 y su director es Federico Olagaray. Otra importante publicación es Magazine Fílmico, suplemento mensual de Rotográfico, a cargo de Rafael Bermúdez Zataraín y publicado entre 1926 y 1929 dedicado totalmente al cine. Aunque se alimenta fundamentalmente de las gacetillas publicitarias y del material gráfico que proporcionan en abundancia las distribuidoras de películas norteamericanas, no deja de registrar puntualmente los esfuerzos nacionales de producción, las incursiones de numerosos mexicanos en la industria del espectáculo estadounidense y las primeras experiencias del cine sonoro. Entre sus colaboradores destacan, además de Bermúdez Zataraín, Carlos de Nájera, Luz Alba (seudónimo de Cube Bonifant), Marco Aurelio Galindo, Adolfo Peimbert y Alejandro Aragón. La Semana es otra publicación de espectáculos contemporánea a Magazine Fílmico, que entre 1925 y 1928, da especial importancia al cine.
Cine Mundial, edición mensual en español de Moving Picture World, editada en Nueva York desde enero de 1916, tiene un fuerte impacto en el público y en los periodistas del momento. Es un excelente vehículo para la promoción del cine norteamericano y documenta ampliamente las primeras producciones nacionales a través del corresponsal Epifanio Soto. Desaparece a fines de los cuarenta.
En los treinta, la prensa es un vocero incondicional del cine mexicano. Podemos recordar la enorme propaganda que a través de los periódicos se hace a las producciones fílmicas nacionales, así como las múltiples gacetillas que oficiosamente se publican antes y durante los estrenos. Gracias al florecimiento del cine sonoro mexicano, a partir de 1932 se expande una prolífica prensa de espectáculos que contribuye a la formación de espectadores afines y entusiastas. Entre aquellos periodistas o articulistas informados que mantuvieron, al lado de su entusiasmo por el cine, una actitud crítica sobre los valores y posibilidades del cine nacional, debemos mencionar al poeta Xavier Villaurrutia o a Luz Alba y, en la prensa, a las revistas Filmográfico y Cinema Reporter.
Roberto Cantú Robert es el fundador y director de la revista sobre cine de más larga vida en nuestro país: el semanario Cinema Reporter, alrededor de 28 años de 1938 a ¿1966? o 34 años si tomamos en cuenta su antecedente inmediato, la revista mensual Filmográfico, fundada por el mismo Cantú Robert en 1932. Ninguna otra publicación periódica sobre el tema que nos ocupa, hasta la fecha, se aproxima a esa longevidad. Desafortunadamente, en general, las revistas de cine tienden a ser de vida corta y de periodicidad muy irregular.
Filmográfico distribuye su primer número el 30 de marzo de 1932, día del estreno de Santa (Antonio Moreno, 1931), película que gracias al invento desarrollado por los hermanos Joselito y Roberto Rodríguez inaugura formalmente el cine sonoro mexicano. En sus páginas y portadas se alienta un muy incipiente star system mexicano, se anuncian las nuevas producciones y se respira un íntimo regocijo por el próspero desarrollo de “nuestro pequeño Hollywood”.
La aparición de Cinema Reporter en 1938 coincide con la llamada “época de oro” de nuestra cinematografía (1936-1952), que también lo es de las revistas de cine. De este periodo cabe mencionar títulos orientados a “profesionales” del negocio fílmico, como Mundo Cinematográfico, editada por el distribuidor de cine Alberto Monroy entre marzo de 1930 y 1935 (?), y El Exhibidor (1932-1936?), este último producto de un conflictivo desprendimiento del primero, con quien rivaliza y antagoniza públicamente; Cine Gráfico (1934?-1946?), donde se publican los primeros recuentos triunfales de la producción fílmica del país; Cine (1938-1939), semanario muy citado por Emilio García Riera en la Historia documental del cine mexicano, pero que desafortunadamente no se encuentra representado en el acervo de la Hemeroteca Nacional. Están, también, publicaciones gremiales como Club 16 mm: revista mensual: Arte, técnica, pedagogía, industria y comercio del cine, que nace en 1948 y hacia 1951 o 1952 se transforma en Tele Cine para incorporar información sobre el novedoso medio electrónico de la televisión, recién llegado al mundo de los espectáculos, recurso que no la salva de la muerte prematura durante el año de 1953.
Revistas gremiales son El Imparcial Cinematográfico, órgano oficial de la Unión de Trabajadores de Estudios Cinematográficos de México (1943?-?); La Película, cuyo subtítulo afirma que se trata del “periódico gremial del cine en México” (1946-1948); El Exhibidor, de la Asociación Nacional de Empresarios de Cines, que se publica desde junio de 1946 y que concluye su vida como El Exhibidor de México hacia finales de la década. También el gobierno, a través de la Comisión Nacional de Cinematografía edita un boletín semanal, Cinevoz, que alcanza 70 números entre 1948 y 1949. Más recientemente, en 2004, la Sección de Directores del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica inicia la publicación de Cine Directores, que al año siguiente entra en receso.
En Mérida y en Guadalajara se publican sendas revistas dedicadas al cine: Vitáfono: el magazine cinematográfico de prestigio, publicación emeritense editada durante dieciséis años a partir de 1931 o 1932 que se prolonga hasta 1946; y Pantallas y escenarios: el mejor magazine de espectáculos (1937?- 1942?) publicación mensual editada en Guadalajara.
Casos interesantes son Novela semanal cinematográfica: revista ilustrada (1939-1948), Novelas de la pantalla (1940-1958) y Cine Novelas (1960-1964), que ofrecen al público lector versiones novelizadas de sus películas favoritas ilustradas con fotofijas y fotos de rodaje procedentes de las cintas. El segundo título, dirigida por Guillermo Vázquez Villalobos, también incluye versiones noveladas de películas mexicanas.
Otros títulos que conocemos son El Espectador: teatros, cines, arte, literatura (1930); Apreciaciones, revista surgida en algún momento de los treinta y cuya vida concluye hacia fines de los cuarenta; Rex, “revista ilustrada” (1937-1938), México Cinema(1942-1955), La Pantalla (1940-1945) quincenal, y el semanario Cine Mexicano (1944-1947?).
En los cincuenta, paralelo al declive de la industria, el número de títulos sobre cine disminuye y otros desaparecen. Las nuevas revistas poseen un nivel bastante pedestre y gacetilleril, como Cine Universal (1957-1969?) y Cinelandia (1958-1976). Los trabajadores de la Compañía Operadora de Teatros editan la publicación mensual Noticiero COTSA (1958-1960).
En los sesenta el cine nacional fue abandonado por las clases medias, que prefieren el cine norteamericano o europeo. Por su parte, los sectores ilustrados y universitarios asimilan la perspectiva francesa del cine de autor, forjando las nuevas generaciones de críticos de Nuevo Cine (1961-1962) y la presentación moderna y norteamericanizada de Cine Avance (1962-1970?). Fueron los años de la creación del Departamento de Cine dependiente de la Dirección General de Difusión Cultural de la UNAM, de la fundación de la Filmoteca de la UNAM (1960), del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (1963), de la edición por la UNAM de la colección Cuadernos de Cine (1962) y de la primera obra de la colección Cine Club ERA, El cine mexicano, de Emilio García Riera; eran los tiempos del Primer Concurso de Cine Experimental (1964-65). Estos hechos muestran la aparición de una nueva sensibilidad, de un nuevo periodista o cronista cinematográfico ajeno a las mafias tradicionales de las secciones de espectáculos y que se interesa en el cine como una forma de expresión artística. La breve vida (1961-1962) de la publicación mensual Nuevo Cine, confirman esas tendencias.
Otro trascendente producto editorial del grupo “Nuevo Cine” es La Semana en el Cine, editada, a partir de septiembre de 1962, por Emilio García Riera y Gabriel Ramírez, un puntual registro comentado de los estrenos fílmicos, complementado por rigurosas fichas biofilmográficas de cineastas y actores, que se acompaña por índices anuales de películas y de nombres. A partir del volumen tres la laboriosa tarea de García Riera y Ramírez recibe el respaldo de PECIME (Periodistas Cinematográficos de México, A. C.). En sus últimos años y hasta su desaparición en 1966, el boletín es redactado por García Riera y por Jorge Ayala Blanco.
En los setenta, la renovación de la industria cinematográfica mexicana alentada por el gobierno de Luis Echeverría (1970-1976) permite el surgimiento de varios títulos orientados al público ilustrado de clase media. Además de la difusión de la cultura cinematográfica, muchas destacan por su bello diseño, como por ejemplo Otrocine (1975-1976), una revista trimestral editada por el Fondo de Cultura Económica al servicio del nuevo cine mexicano. Cine, publicada por la Cineteca Nacional desde 1978 hasta 1982, es sustituida después de 29 números por una aparición única de Primer Plano poco antes del incendio que acabó con las instalaciones de la Cineteca Nacional, en marzo de 1982, y que inútilmente se intenta revivir nueve años más tarde, en 1991. Mientras, su antecedente Cine busca sobrevivir infructuosamente con la venta de espacios publicitarios y apoyos de otras instancias culturales como el Instituto Politécnico Nacional.
Sin duda, la mejor labor de difusión de la cultura cinematográfica por parte de la Cineteca Nacional se realiza a través de su programación mensual, amplio repertorio filmográfico comentado y organizado por ciclos, que con diversos títulos se edita desde la fundación de la Cineteca Nacional en 1975. Otro título de apariencia y contenido muy similar a Cine es Imágenes (1979-1980), una publicación mensual de corta vida impulsada por el historiador Emilio García Riera y editada por el diario Unomásuno.
En estos años, Manuel González Casanova desde la Filmoteca de la UNAM intenta la edición de dos títulos pensados para difundir la cultura de la conservación fílmica y despertar la conciencia sobre la importancia de las imágenes en movimiento, como parte del patrimonio cultural de los mexicanos: Cinemateca (1972-1973) y Filmoteca (1979-1982). De la última su primer número nunca circula, pero que es seguida por un número doble y concluye con en el número cuatro. Más tarde, en otras administraciones de esa benemérita dependencia universitaria se editan entre 1985 y 1992 los 17 números de aparición muy irregular de la revista Pantalla de la UNAM.
Tanto en Cine, como en Imágenes y en Filmoteca, participan ampliamente estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM bajo la dirección de Emilio García Riera. Especialmente notables son los ensayos sociohistóricos sobre diversos temas y personajes del cine mexicano escritos para la primera de esas revistas por María Luisa López-Vallejo.
De estos años también es importante mencionar al “órgano informativo” de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, que desde septiembre de 1978, y con diversas variantes en su título –Cámara acción!; CANACINE en ¡acción!, etc.-, con el trabajo inicial del investigador y cineasta Víctor Ugalde que publica importantes estudios y reflexiones sobre cine como actividad económica con base en datos estadísiticos e información poco conocida proporcionados por los socios de la CANACINE, que se prolongan en otras manos hasta la actualidad.
En los ochenta, el periodista y profesor universitario tanto de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, como de la Universidad Autónoma Metropolitana, Gustavo García, desde Intolerancia, lanza un valeroso y valioso esfuerzo personal (siete números, entre 1984 y 1990), por darle continuidad a una propuesta de aproximación rigurosa y profunda al arte fílmico. García continua su labor académica y como comentarista de cine en programas de radio y de televisión.
Dicine, fundada en agosto de 1983, dirigida por Emilio García Riera, logra permanecer y persistir mes tras mes durante trece años (hasta 1996) y por sesenta y siete números; no ocurre lo mismo con el ambicioso proyecto de Nitrato de Plata que, en las manos de José María Espinasa, desaparece después de una veintena de números publicados a partir de 1990.
Podemos afirmar que la Ley de la Industria Cinematográfica de 1992 significa el acta de defunción de la industria cinematográfica mexicana y de sus sistemas de distribución y exhibición. La venta en 1993 del llamado “paquete de medios” al empresario mueblero Ricardo Salinas Pliego concluye con casi cien años de espectáculo cinematográfico al alcance de los bolsillos populares. Esta tendencia, que se advierte en la política de medios desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), culmina con la implantación en el país del consorcio norteamericano de exhibición Cinemark con su sistema de construcción de complejos de salas denominado multiplex, que hace las delicias de las clases medias y altas. Es para estos sectores adinerados y alfabetizados que se inicia en 1994 la publicación mensual de Cine Premier, revista al servicio de las necesidades publicitarias de los grandes monopolios de la distribución fílmica norteamericana, que en los últimos años registra, con minucioso cuidado, los pasos del cine mexicano. Paralelamente y con los mismos servicios publicitarios de la anterior, se edita, a partir de octubre de 1996 Cinemanía, que atiende los intereses de la cadena de exhibición Cinemex.
Aprovechando también los amplios recursos publicitarios de las distribuidoras norteamericanas, a partir de noviembre de 2003 aparece 24XSegundo Magazine y con fecha de julio de 2005 se da a conocer el primer número de MagaCine. De todos los títulos anteriores el de menos interés es el último, cuyo editor responsable es Germán Flores Trujillo. Mejor concebido y realizado es 24XSegundo Magazine, bajo la dirección de Eduardo San Esteban, un proyecto muy superior a las exitosas cápsulas producidas para la televisión con el mismo título por Yuri Breña, con la conducción de Óscar Uriel y Daniela Michel. La publicación no se limita a los reclamos publicitarios, sino que intenta tocar de manera monográfica los temas y películas que promueve buscando al lector ávido de saberes cinefílicos y obsesionado por la trivia cinematográfica, además de informar de manera amplia y profusa sobre la producción nacional. Ya anteriormente, en 1997, Michel había anunciado el primer número de Cine México, una fallida gaceta informativa bimestral editada por IMCINE.
Después del inesperado éxito que resulta de la publicación circunstancial de números monográficos dedicados a viejas estrellas del cine mexicano por parte de la revista mensual Somos Uno (o simplemente Somos), editada por una filial de Televisa desde 1990, su directora editorial, Macarena Quiroz Arroyo, reorienta su línea editorial para explotar la rica veta de la nostalgia popular por el cine mexicano de antaño en enero de 1999, que continúa hasta su desaparición en el año 2003.
Un caso único en nuestro medio es Estudios Cinematográficos, revista trimestral “de actualización técnica y académica” publicada desde 1994 por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. En cada número, de carácter monográfico, se abordan asuntos de interés para los cineastas y estudiosos del cine.
A pesar de la creciente pérdida de lectores para las revistas especializadas en cine, con mucho éxito se publican en los diarios y semanarios de información general amplias secciones de espectáculos pletóricas de anuncios y de material gráfico diverso. Es de especial relevancia el trabajo realizado en la sección de espectáculos del diario deportivo Esto durante los sesenta y los setenta por el periodista y después cineasta Alberto Isaac quien da una amplia apertura a los esfuerzos de los cineastas experimentales del momento. En este contexto surge hacia 1953 el diario Cine Mundial, que a pesar de insistir -con regular fortuna- en la explotación del amarillismo de la farándula hasta su muerte en los primeros años de los noventa (1993?), es una importante fuente de información sobre la trayectoria de cineastas y actores. Desfortunadamente, su valioso archivo fotográfico se malbarata y se dispersa para su venta en los mercados de pulgas. La afición fílmica es la base de la buena aceptación del semanario Tiempo Libre, desde 1980, guía cultural, de espectáculos y del entretenimiento en general que dedica una parte sustancial de su espacio al espectáculo cinematográfico.
Para culminar el breve recuento anterior es necesario mencionar la proliferación en Internet de revistas electrónicas y de páginas web de interés dedicadas a la reflexión y crítica sobre el fenómeno fílmico, como la revista Cinefagia.
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