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ENSAYOS

Catherine Bloch

SINDICATOS EN LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA (1913-2004)

Catherine Bloch

Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberoamericano España, Portugal y América (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

 

Sindicatos en la industria cinematográfica. México. Dos sindicatos nacionales agrupan a los trabajadores de la producción, distribución y exhibición cinematográfica mexicana: STIC y STPC. La  historia de estos sindicatos nos ofrece una perspectiva fresca frente al desarrollo de la industria cinematográfica nacional y es también un retrato de la historia de México durante el siglo XX que nos muestra el sistema corporativista utilizado por el partido en el poder, el PRI, que le ayudó a gobernar el país durante décadas sin alternancia.

Los inicios del cine en México se dan antes de que las relaciones obrero-patronales se establezcan y se regulen dentro de los articulados de una Constitución (1917), antes de que se inicie la modernización del país y que el gobierno impulse el sindicalismo como una forma de control del sector obrero, y claro está, antes de que las fuerzas sindicalistas de México tengan la legalidad necesaria para exigir mejores condiciones laborales. El inicio de las proyecciones cinematográficas trae consigo una nueva relación laboral, los empleados de las salas cinematográficas y los empleados de las distribuidoras de películas.

Al comenzar la producción de películas, también surge el trabajador de los estudios cinematográficos. Con el incremento de las exhibiciones y de la producción local, crece el número de trabajadores y aunque no es posible hablar todavía de la existencia de una industria como tal, sí se da el inicio de un movimiento de trabajadores que buscan a través del sindicalismo la forma de garantizar sus fuentes de trabajo. Surgen salas de cine, estudios, laboratorios, distribuidoras nacionales y extranjeras. En todas estas empresas las ganancias llegan sólo si los noveles empresarios son capaces de adecuarse rápidamente a las necesidades de un mercado cambiante y ello muchas veces significa el no tener en cuenta al trabajador.

Al surgir los sindicatos, los empresarios con tal de tener mayores ganancias van a aceptar las condiciones que éstos les imponen, por exageradas que sean, para poder sacar rápidamente su producto. Una película, si no se filma rápidamente, se termina pronto y se estrena a la mayor brevedad, significa la pérdida total, la ruina. Por su parte, el trabajador ve en el sindicato la forma de conseguir seguridad en el trabajo y cada vez mayores prestaciones. La ambición de la mayoría de los empresarios (generalmente improvisados y con metas a corto plazo) junto con la de los líderes sindicales apoyados por una poderosa central obrera y en un gobierno que debe parte de su fuerza al apoyo interesado de estas organizaciones obreras, provoca que la industria del cine mexicano no tenga flexibilidad de maniobra y que los avances tecnológicos y de mercadotecnia a nivel mundial acaben con la industria, tal y como fue concebida – una industria improvisada  (que nunca logra modernizarse).

 

ANTECEDENTES

En 1913 se emite el primer reglamento de cinematografía con el principal objetivo de controlar la filmación de “Vistas” de la Revolución y el efecto que éstas puedan tener en la percepción de la lucha armada por el público nacional y extranjero. En 1919, a raíz del estreno de las primeras películas filmadas en estudios del Distrito Federal (“La Luz” y “En defensa propia”) el gobierno del presidente Venustiano Carranza decide que es ya momento de reglamentar esa naciente industria y emite un reglamento que no sólo habla de censura y de evitar la filmación y exhibición de películas denigrantes para México, y establece las reglas para la importación y exportación de películas nacionales y extranjeras, sino que además, ordena la instalación de laboratorios cinematográficos (dependientes de la Secretaría de Gobernación) y establece en la Escuela Nacional de Música y Arte Teatral un curso de preparación y práctica cinematográfica.

En 1919 el gobierno del Distrito Federal comienza a preocuparse por las condiciones de trabajo en los cines, en especial en las casetas de proyección. En 1921 el Departamento del Trabajo inicia su primer censo obrero para cuantificar a los obreros y saber sus condiciones de trabajo y llama la atención el que conceptuara al proyeccionista como obrero. “El cine era aceptado como industria”, escribió Aurelio de los Reyes. En 1921 la industria cinematográfica emplea más de 319 trabajadores. El promedio general de empleados en un cine es de 8 personas (entre los cuales pueden encontrarse los siguientes puestos: manipuladores de películas, revisadores, guardacasas, encargados o gerentes, empleados de puerta, taquilleras, pianistas, taquimecanógrafas, tenedores de libros, acomodadores, fijadores de carteles, mozos, etc.) a los que deben sumarse además, en 18 de los 32 cines activos en la ciudad, una orquesta de acompañamiento. Si bien para los empleados de los cines su trabajo no ofrece ninguna seguridad laboral, para los músicos existe el Sindicato de Filarmónicos creado poco antes.

En 1922 Jesús H. Abitia construye unos estudios en donde se filmará “Santa” y que reciben el nombre de Estudios México Cine (y que unos 9 años más tarde se llamarán Chapultepec). Con ellos surge en México una nueva relación obrero-patronal, la de productores y empleados de los estudios cinematográficos.

La unión mutualista sindicalista, Unión de Empleados Confederados del Cinematógrafo (UECC), es creada el 24 de noviembre de 1921 al término de una asamblea en el cine Alcázar realizada para defender los intereses de todos los empleados del Circuito Olimpia S.A. Entre sus 165 fundadores, en su mayoría empleados de confianza, está Juan N. Anderson, su segundo presidente y fundador histórico. La Unión se afilia a la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). La primera huelga de la UECC tiene lugar en agosto de 1922 en contra de exhibidores y distribuidores. La Federación de Sindicatos del Distrito Federal a través de los sindicatos de Filarmónicos, de Tramoyistas, y de Actores acuden en ayuda de la joven y económicamente frágil unión y el gobierno interviene para ayudar a salvarla obligando a los empresarios a ceder un poco. Pero en términos generales, es un fracaso que divide a la Unión, mayormente después de que los empresarios comienzan a despedir o a trasladar a los líderes.

Con el apoyo de la Federación de Sindicatos se reorganizan los cinematografístas y fundan el Sindicato de Empleados de Cinematógrafo (SEC) que tomará el lugar de la UECC, y que oficialmente se establece con fecha 23 de abril de 1923, con Adolfo Botello como Secretario General pero, por problemas legales, consigue su registro hasta 1931 al reformarse la Ley del Trabajo. Ocho años después, al surgir el STIC (Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica), el SEC no desaparece formalmente y ambos sindicatos coexisten durante muchas décadas. En 1925 tienen lugar varias huelgas declaradas por el SEC contra empresarios del cine Tampico, obligándolos a firmar contratos colectivos. Otra huelga importante es la de 1927 con motivo del despido de los músicos de las salas de cine.

En 1929, se filman las dos primeras películas mexicanas sonoras de largometraje mientras que a nivel nacional llega a su fin la guerra religiosa llamada Cristera y el ex-Presidente Calles funda el partido que permanecerá en el poder 70 años (PNR luego PRM luego PRI). El país cuenta ya con 830 teatros y salas cinematográficas, de las cuales 136 con equipo sonoro. La distribución está a cargo de 16 empresas, en su mayoría norteamericanas. Aurelio de los Reyes cita a Jorge Pezet, quien escribe que unas 50,000 personas viven directa o indirectamente del cine, el 95% siendo mexicanos y el 5% restante norteamericanos. Si bien la cifra es sumamente exagerada nos denota la importancia que ha alcanzado la industria dentro de la economía mexicana y por lo tanto para el incipiente sindicalismo cinematográfico.

En 1931, mientras que los propietarios de cines de todo el país se reúnen para quejarse de la falta de películas mexicanas frente a un consumo anual de 600 películas, el Congreso mexicano expide la Ley Federal del Trabajo que rige hasta la fecha (con modificaciones) las relaciones obrero-patronales en el país. Esta Ley ayudará al gobierno a promover el desarrollo industrial del país, limitando el derecho de huelga de los trabajadores, sometiendo a los sindicatos a la fiscalización del Estado a través de la Secretaría del Trabajo y de sus Juntas de Conciliación y Arbitraje. Un virtual arbitraje obligatorio queda consignado en la Ley junto con la terrible Cláusula de Exclusión (mediante la cual todo trabajador que no es miembro del sindicato poseedor de la titularidad del contrato colectivo con una empresa no puede ser contratado por dicha empresa).

Después de varios años de sufrir los efectos de la depresión económica de 1929, la política económica del gobierno mexicano logra incrementar la producción industrial y el poder de compra de los mexicanos. Esta recuperación fortalece el movimiento sindical,  impulsado por ex miembros de la primera gran central obrera, la CROM, como Vicente Lombardo Toledano, y se forma la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM).

Esta recuperación es evidente también en la industria cinematográfica: Se crean estudios como los estudios México Films de Jorge Stahl. En 1933 se producen 21 películas mientras que España produce sólo 17 y Argentina 6. Según el investigador Emilio García Riera en esa época sólo participan directamente en la industria unas 200 a 300 personas.  Al año siguiente, 1934, es creada la Unión de Trabajadores de Estudios Cinematográficos de México (UTECM) con 91 agremiados y con Enrique Solís como Secretario General. En 1935 cuenta con 174 agremiados, 236 para 1936 y en 1938 tiene ya 410 miembros.

En 1935 Jorge Pezet y Antonio Manero fundan la Asociación de Productores de Películas y se construyen los estudios de Cinematográfica Latinoamericana S. A. o CLASA, dirigidos por Alberto J. Pani. Su primera producción es la exitosa película “Vámonos con Pancho Villa”, pero se ven obligados a declararse en quiebra al terminarla. Ese mismo año y como reacción a la quiebra de CLASA, el gobierno publica un decreto que compromete al gobierno federal a prestar todo el apoyo posible a la industria cinematográfica.

Año de crisis de público para el cine mexicano será 1936 hasta la salida en los cines de “Allá en el Rancho Grande”. En total se producen 25 películas. Ese año es fundada – con 25 miembros – la Unión de Directores Cinematográficos de México con Fernando de Fuentes como presidente. Al año siguiente, 1937, se hacen 13 largometrajes más y México inicia una batalla para dominar los mercados latinoamericanos. En 1938 se producen ya 58 películas. Emilio García Riera considera ese año, el año del inicio de la industria cinematográfica mexicana, como  tal.

En 1938 surge dentro de la UTECM la rama de directores, que desde sus inicios expone su política de difícil ingreso, ya que sólo pueden ingresar aquellos que ya han dirigido tres películas. Ese mismo año, los sindicatos del cine promueven una huelga que paraliza la producción y que obliga a los productores a llegar a un rápido arreglo para evitar la ruina de la incipiente industria. Sin embargo, la industria no despega todavía y en 1939 se producen 20 películas menos que el año anterior. El gobierno de Cárdenas entonces ofrece apoyar la industria cinematográfica mediante un Decreto Presidencial que obliga a los exhibidores a proyectar por lo menos una película mexicana al mes. Esto provoca que los exhibidores se amparen o que programen dichas películas en pésimos horarios.

La CTM creada en 1936 bajo la dirección de Vicente Lombardo Toledano, crece y se fortalece gracias al apoyo del Presidente Cárdenas y su política corporativista. En 1941 Lombardo Toledano cede su lugar a Fidel Velázquez, quien permanece al frente de ese sindicato (excepto por un muy breve periodo) hasta su muerte en 1997, más de cincuenta y cinco años después. La mayoría de los sindicatos nacionales se van a adherir a esta central obrera para contar no sólo con la protección de dicha central en el caso de un conflicto obrero-patronal, sino también para conseguir el apoyo gubernamental (del Presidente en turno) para sus ambiciones políticas. Los trabajadores de la industria cinematográfica no son una excepción y en el Congreso sesionan a lo largo de los años diputados y senadores provenientes de los sindicatos del ámbito cinematográfico.

 

STIC

El Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, Similares y Conexos de la República Mexicana (STIC) es fundado en octubre de 1939, y desde sus inicios forma parte de la CTM, convirtiéndose en uno de los brazos fuertes de dicha central. En el acto de constitución del sindicato se acuerda que todas las organizaciones federadas que se integren al STIC cancelarán sus respectivos registros para convertirse en secciones. La UTECM no cancela su registro aún cuando ingresa como Sección 2. Enrique Solís, quien fuera expulsado unos años antes de la unión por ser simultáneamente productor (patrón) y líder sindical (trabajador), es entonces rehabilitado y nombrado Secretario General de la Sección 2 (de técnicos y actores), puesto que detentará de 1940 a 1944. Tiempo después se descubre que en 1943, con los recursos de la unión, compró un predio en la principal calle de la ciudad de México, el cual quedó registrado a su nombre. Durante muchos años la poderosa Sección 2 controla la mayor parte de los trabajadores de la producción.

En 1942 y para quitarle poder a Solís, el Comité Ejecutivo del STIC crea las nuevas secciones de Autores y Compositores. El Secretario General del STIC, Carrillo, busca también la independencia de la Sección de Actores pero lo logra sólo hasta 1944 cuando se independizan totalmente las secciones de Actores, Autores y Adaptadores,  Compositores, y Músicos. El STIC cuenta entonces con seis secciones (Actores, Autores y Adaptadores, Compositores, Directores, Filarmónicos y, Técnicos y Manuales). La Sección de Técnicos y Manuales incluye a los empleados de salones de cine (taquilleros, proyeccionistas, empleados de puertas, etc.) y a los empleados de las casas de distribución de películas (publicistas, revisadores de películas, etc.), es por lo tanto la sección más numerosa. El sindicato nacional adquiere así gran fuerza para sus negociaciones con los diversos patrones y empresarios que integran la producción, distribución y exhibición cinematográfica. El STIC se considera a sí mismo como un sindicato nacional industrial perfecto.

Una huelga importante tiene lugar en 1941 en contra de 8 casas alquiladoras, las cuales se quejan de que el sindicato les pide reconozcan la antigüedad de los trabajadores a partir de la fecha de la inauguración de su negocio, lo cual en algunos casos causa una antigüedad automática de más de 20 años. A raíz del conflicto los distribuidores norteamericanos dejan de enviar noticiarios y largometrajes hasta que termine la huelga, y esto obliga a las compañías distribuidoras locales a cancelar contratos con cines de todo el país y a amenazar con retirarse definitivamente del mercado. La CTM apoya las peticiones del sindicato y la huelga es declarada existente por la Junta Central de Conciliación. Magnates de Hollywood llegan a México para discutir tanto con autoridades como con el sindicato. El Secretario de Gobernación y futuro Presidente, Miguel Alemán, recibe a los magnates y a los pocos días se firma un nuevo contrato conciliatorio.

El inicio de la guerra mundial para México, a fines de 1941, le da el respiro al cine mexicano que éste necesita. Los EE.UU. disminuyen su producción y el gobierno mexicano da los primeros pasos para la creación del Banco Cinematográfico, ofreciendo además impulsos económicos a los productores, tales como la reducción de 5 años del impuesto de patente, la reducción de impuestos a las salas cinematográficas que exhiban cine mexicano, así como otros apoyos a los estudios y los laboratorios.

En 1943 el Comité Ejecutivo Nacional del STIC, presidido por Salvador Carrillo discute el alejamiento que existe entre los cinematografistas y el líder moral de la izquierda, Vicente Lombardo Toledano, provocado porque se ha ampliado el periodo del actual Secretario General de la CTM, Fidel Velázquez, con motivo del estado de guerra declarado por México. El STIC ofrece el apoyo de los cinematografistas a la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, dirigida por Lombardo Toledano. En esa misma reunión se habla del problema de la producción de películas mexicanas pues ésta se encuentra limitada por la restricción en el envío de película virgen de los Estados Unidos.

El STIC, con Salvador Carrillo como líder, cuenta ya con 47 secciones, incluyendo la recién creada Sección 45 de adaptadores y argumentistas, y agrupa a siete mil miembros de planta, tres mil de los cuales trabajaban en la capital del país. En 1943 se producen 67 películas, 20 más que el año anterior. García Riera lo llama el gran momento del cine nacional.

El 17 de junio de 1944 se anuncia la formación del Sindicato Mexicano de Directores Cinematográficos dirigido por Alejandro Galindo. La Asociación de Productores se opone públicamente al suponer que esta unión significará un posible incremento en los costos de producción y pide la desaparición del nuevo sindicato. Ese mismo año es creada la Asociación Nacional de Actores (ANDA), al separarse la Sección 7 de la UTEC de Enrique Solís. La Sección 7 a su vez reingresa al STIC como Sección 2, convertida en una agrupación de técnicos encabezada por el gran cinefotógrafo Gabriel Figueroa. En agosto de 1944 se incorporan en forma individual al STIC los miembros de la Unión de Trabajadores de los Estudios Cinematográficos (UTEC) para formar parte de la Sección 2. Gabriel Figueroa, su nuevo líder, le exige a Solís entregue cuentas, a lo cual éste se niega alegando que las propiedades de la sección forman parte de un patrimonio indiviso del Sindicato y que sólo el Comité Central del STIC puede exigirle cuentas.

 

STPC

El 11 de febrero de 1945 Solís es acusado de haber robado documentos de la Sección 2 y Gabriel Figueroa impide que el robo sea total. Las oficinas son selladas y se paraliza la producción de cine. Solís es acusado por el actor Jorge Negrete, líder de la sección de actores, de haberse robado más de un millón de pesos. Figueroa se queja de la falta de imparcialidad del Secretario General del STIC, Salvador Carrillo. Unos días después, el 15 de febrero de 1945, Carrillo provoca el mayor escándalo en la historia del sindicalismo mexicano al dar una fuerte bofetada a Gabriel Figueroa en el curso de una acalorada discusión. Figueroa, se dice, estuvo a punto de perder la vista en uno de sus ojos, lo cual provoca una gran indignación nacional y obliga a Fidel Velázquez, líder de la CTM, a intervenir y ofrecer una actuación imparcial así como un castigo para Carrillo por su agresión. Pero Carrillo no es castigado y en una simulación de imparcialidad el STIC ofrece llevar el asunto a un Congreso Nacional. Los inconformes, integrantes de las seis secciones de la producción cinematográfica, no están de acuerdo con esta propuesta pues están seguros de perder frente al poder de voto de las cuarenta y cuatro secciones restantes que integran a los trabajadores de la distribución y exhibición.

El 25 de febrero de 1945 Mario Moreno Cantinflas, en nombre del Comité Ejecutivo de la Sección 7 (de actores), anuncia la decisión de desligarse del STIC (sin en ese momento amenazar con separarse de la CTM). Salvador Carrillo, atacado por sus agremiados y acusado de defender a Solís, se ve obligado no sólo a permitir la salida de la Sección 2 del STIC, sino también de las secciones 7 de actores, 8 de músicos, 45 de argumentistas y adaptadores, y 47 de directores. Todas estas secciones se solidarizan con Figueroa para formar el nuevo Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC), el 1o de marzo de 1945. Este nuevo sindicato no va a ingresar a la CTM.

Por su parte, la CTM está en contra de la creación de una nueva estructura sindical y sugiere se constituyan como una rama de la producción dentro del STIC. Fidel Velázquez publica un desplegado en contra de Cantinflas y su grupo (en varios periódicos se afirma que Cantinflas es un nazi-fascista). El 11 de marzo 1945 el STPC publica un desplegado afirmando que el problema es producto de un vicio de origen: el agrupar en un solo organismo a trabajadores de la producción y a trabajadores de la exhibición. La suspensión de labores en los estudios lleva ya más de un mes. La Asociación de Productores, angustiada por la situación para la producción, pide la intervención del gobierno.

El 14 de marzo de 1945 la Secretaría del Trabajo registra al STPC, a su Comité Central y a sus seis secciones con 2,192 miembros, y al día siguiente el STPC firma un acuerdo con la Asociación Nacional de Productores Cinematográficos, obteniendo así la titularidad del contrato colectivo. En la CTM se discute el constituir un consejo coordinador que agrupe todas las ramas y hasta de la desaparición del STIC, pero hay muchos que piden que se acabe con el STPC. El 26 de abril la CTM firma un pacto con el STIC para cesar todo acto de sabotaje en el país y el STIC acuerda desistirse de un juicio de nulidad en  contra del registro del STPC. Pero la agresión no acaba allí.

 

STIC vs STPC

El problema es grave pues los miembros del STIC se niegan a trabajar donde hay elementos del STPC, como en el Teatro Iris donde se va a presentar el actor Jorge Negrete. El STIC interpone amparos y busca la desaparición del STPC. Sin embargo, éste último, aunque pequeño y frágil, cuenta con el apoyo del poderoso Sindicato de Electricistas que puede apagar la luz de un cine si así lo decide, y lo hace. La Federación Teatral también apoya al STPC mediante la firma de un pacto de no-agresión. Todo esto obliga al STIC a reconsiderar la situación. El 3 de septiembre el Presidente de México, Manuel Ávila Camacho, emite una resolución por medio de la cual se reconoce la vigencia de los registros de ambos sindicatos, uno dedicado a la distribución y exhibición y el otro a la filmación de películas de largo y cortometraje. Esta resolución elevada a Laudo Presidencial no fue respetada por el STIC. Los boicots a las películas mexicanas producidas por elementos del STPC continúan y el STIC comienza a filmar películas con fondos de los trabajadores, además de no permitir que los actores (STPC) actúen en los cines (STIC). Al tener lugar un conflicto laboral de los trabajadores de los laboratorios (STIC) que se encuentran en los estudios cinematográficos (cuyo contrato colectivo es del STPC), el STPC pone guardias frente a dichos estudios temerosos de que el STIC aproveche este problema obrero-patronal para tomar las instalaciones. Se suspenden las labores de filmación y los productores presionan para que se lleven a cabo pláticas entre ambos sindicatos y al poco tiempo recomienza la producción cinematográfica. El STPC se protege aún más e inicia su política de “puertas cerradas” al establecer que nadie que no esté en el sindicato puede ingresar a él.

El STPC elige dentro de su primer Comité Ejecutivo a Mario Moreno Cantinflas como Secretario General, a Jorge Negrete como Secretario de Conflictos, a Gabriel Figueroa como Secretario del Trabajo y a Alejandro Galindo como Secretario de Cultura. El sindicato cuenta con la participación activa de Roberto Gavaldón, Alfonso Esparza Oteo, Julián Soler, Gilberto Martínez Solares, Jorge Fernández, etc. Este movimiento fue emblemático de la participación de los creadores en el mundo sindicalista cinematográfico de México.

No es casual que al mismo tiempo que los sindicatos se vuelven más grandes y poderosos, se producen en México en 1945 más películas que nunca, 82. En 1948 el STIC, tras conseguir un amparo contra el laudo presidencial, filma su primer largometraje. Según un estudio de Juan Felipe Leal, para 1948 el STPC ya cuenta con 2,575 miembros y el STIC 3,507, o sea el 6% de la fuerza obrera nacional.

 Cinco años después, el 1º de mayo de 1953, el STIC y el STPC inician pláticas formales que culminan unos días más tarde con el Pacto de Amistad, Solidaridad y Ayuda Mutua mediante el cual el STIC acepta filmar sólo cortometrajes de no más de 30 minutos y se compromete a no juntar más de 2 cortos, condición que no cumple ya que ese mismo año filma la película Raíces. A partir de 1957 el STIC abiertamente filma películas de episodios para ser exhibidos como largometrajes, violando así el laudo presidencial y los acuerdos posteriores.

En 1963 muere el líder histórico del STIC, Salvador Carrillo. En octubre 1980 termina la “huelga más larga del mundo” (iniciada en 1961) cuando se llega a un acuerdo entre la Sección 1 del STIC y los dueños del cine Politeama. Frente al posible cierre de más salas, la Sección 1 construye los cines Zodiaco, pensados como buena inversión de su patrimonio, aunque años después anuncia su venta y en 1986 sus líderes sindicales son acusados de malos manejos. En 1989 se acelera el cierre de cines. Al principio los integrantes de la Sección 1 del STIC se sienten todavía parte de una poderosa central y creen poder defender sus plazas pero poco a poco la mayoría es liquidada. Sólo en el año 1991 el STIC pierde 1,900 plazas de 9,800.

En 1993 la empresa Cinemark abre su primer complejo cinematográfico en la ciudad de Aguascalientes contratando integrantes de un nuevo sindicato llamado Justo Sierra. El STIC no encuentra apoyo en el gobierno federal y Cinemark abre más complejos en el país. El sindicato pierde luego otra fuente de trabajo con la venta de los estudios América a Salinas Pliego, dueño de Televisión Azteca, quien anuncia no producirá más películas allí.

Desde de los años 50 el STPC ha visto como el STIC acapara una parte cada vez mayor de la producción nacional. Ante esta crisis de trabajo del STPC, el secretario general de la Sección de directores del STPC, Roberto Gavaldón, ofrece en 1955 abrirse a nuevos directores, lo cual se lleva a cabo pero muy lentamente. En 1959 inclusive ofrece permitir el ingreso al sindicato de todo aquel director que muestre un contrato con un productor para filmar una película de más de cinco semanas. En 20 años, de 1945 a 1965, año del I Concurso de Cine Experimental convocado por la sección de Técnicos y Manuales del STPC, se integran menos de 25 nuevos directores al STPC. La crisis entre ambos sindicatos lleva en 1970 al Secretario de Gobernación, y futuro presidente de México, Luis Echeverría, a pedirles a ambos sindicatos que lleguen a un acuerdo acerca del número de largometrajes que cada uno produce.

Dos años más tarde el gobierno comienza a producir películas con el STPC a través de la productora estatal Conacine y en 1975 crea dos productoras más para coproducir con cada uno de los dos sindicatos: Conacite Uno (con el STPC) y Conacite Dos (con el STIC). Este proyecto de apoyo a los trabajadores no sobrevive el cambio de gobierno y ambas productoras son desmanteladas, una en 1977 y la otra en 1990. Se da a partir de entonces un incremento sustancial en el número de películas hechas por fuera de los sindicatos (videohomes, cine independiente, video-digital, etc.).

 

STIC Y STPC A PARTIR DEL TRATADO DE LIBRE COMERCIO

Casi cuarenta años después del pacto de amistad, en 1992, año de la firma del Tratado de Libre Comercio y de la promulgación de una nueva Ley Cinematográfica, y a raíz del cierre de muchas fuentes de trabajo, el STIC (Sección 49) y el STPC (Técnicos y Manuales) acuerdan firmar un nuevo Pacto de Ayuda Mutua frente al embate de producciones pirata, y para atraer a los inversionistas acuerdan ser más flexibles y reducir la plantilla mínima de personal por película.

El STIC a su vez busca defenderse de los multiplexes que se construyen en todo el país, en donde se contratan trabajadores no sindicalizados bajo nuevos esquemas laborales. Les preocupa el hecho que el gobierno ya no quiere ser el inversionista principal de la producción cinematográfica y anuncia que va a privatizar toda la industria, lo cual incluye la desincorporación (venta o cierre) de los cines de COTSA, propiedad del Estado.

Los antes poderosos sindicatos cinematográficos ven disminuir el número de sus agremiados y cada vez tienen menos fuerza para lograr salvar sus fuentes de trabajo. En 1998 el presidente Zedillo promueve nuevas reformas a la Ley de Cinematografía y en 2001 se publica el reglamento correspondiente, pero los sindicatos no ven en ellos reflejadas sus propuestas en defensa del cine mexicano y de sus fuentes de trabajo.

La producción de películas mexicanas que comenzó a disminuir en los años 60, llega a la casi parálisis a fines de los años 90, con una producción tres veces menor. En los primeros años del siglo XXI la producción se limita a unas 25 películas anuales en promedio. No hay industria, ni sindicato, que pueda florecer en estas circunstancias. Al inicio del nuevo milenio, el STIC no es ni la sombra de lo que fue cuando era el brazo fuerte de la CTM, si bien tiene jurisdicción en las áreas de filmaciones, videos, laboratorios y la distribución y proyección de películas, ha perdido gran parte de sus agremiados.

Por su parte, el STPC que reúne a cinco secciones (directores, actores, autores, músicos, técnicos y trabajadores manuales) se enfrenta, junto con su Secretaria General, Marcela Fernández Violante, distinguida directora, guionista y maestra, a una raquítica producción cinematográfica, a la falta de dinero y apoyos a la producción, así como a la falta de suficientes producciones extranjeras para dar trabajo a todos los integrantes de la Sección de Técnicos y Manuales.

Marcela Fernández Violante informa (Proceso, 7 de abril de 2002) que el STPC tiene unos 6,000 miembros de los cuales cerca de 5,000 son actores, 1,200 técnicos, 35 directores, 60 autores y 70 filarmónicos. A pesar de todos los problemas arriba mencionados, toda película que se filma en 2004 requiere que el productor tenga un contrato colectivo de trabajo firmado con alguno de los dos sindicatos, STPC o STIC, así como también con la ANDA, que si bien es parte integral del STPC, es a su vez un sindicato federal (que incluye actores de cine, teatro y televisión) que legalmente puede trabajar en las fuentes de trabajo del STIC.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

HDCM

 

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  1. Reyes Sahún: “Sindicalismo y Modernización económica: El caso de Aguascalientes”, Cuaderno de Trabajo. No. 50, Julio-Agosto, Aguascalientes, 1996.   en  www.aguascalientes.gob.mx/asesores/OGR_Cuadernos/Cuaderno50.pdf

 

Cámara de Diputados, Comisión de Cultura: Memoria Los que no somos             Hollywood. Simposio. México, Comisión de cultura,1998.

 

  1. Macotela (aka C. Bloch): “El sindicalismo en el cine” en G. García, D.R. Maciel: El cine mexicano a través de la critica. Dirección de Actividades Cinematográficas UNAM/IMCINE/Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México, 2001.

 

Diario Oficial. Secretaría de Gobernación. Ley Federal de Cinematografía 1992, México,  29 de diciembre 1992.

 

Reglamento de la Ley Federal de Cinematografía, México, 29 de marzo de 2001.

 

J.F. Leal, E. Barraza, C. Flores: Anales del cine en México. 1895-1911.Tomos 1          al         10. Voyeur/Ed y Graficos Eon, México, 2002-2004

 

  1. Peredo Castro: Cine y propaganda para Latinoamérica. México y Estados Unidos en la encrucijada de los anos cuarenta. CCDEL y CIAM/UNAM, México, 2004.

 

S.I.  Saavedra Luna: “Entre la ficción y la realidad (fin de la industria             cinematográfica mexicana 1989-1994). Tesis de Licenciatura, Facultad de             Filosofía y Letras, UNAM     México, D.F.  2004.

 

Periodicos y revistas consultados:

Cinema Reporter  1939

Asociación Nacional de Actores (ANDA): La voz del Actor. México, D.F.,1955-      1978

Excelsior, México, D.F., 1938-1952; 1977-2003

El Nacional, México, D.F., 1940-1949; 1977-1980

            El Popular, El Universal, El Redondel. México,D.F.,1942-1947

Esto, El Sol de México. México.D.F., 1974-1977

El Heraldo, La Prensa, Ovaciones, , México, D.F:, 1977-1978

La Jornada, Novedades, Reforma , Unomasuno, El Financiero, El Sol de México,           México D.F., 1979-2003

Revista Proceso, México, 07/04/2002

 

 

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