Escritor, asistente de director, director. Los primeros años de su infancia transcurren en Puebla. Su padre, revolucionario Dorado de Pancho Villa, escapa a la Ciudad de México, donde Jesús Marín estudia la primaria. Su primer contacto con el cine es como niño extra en una película del director cubano Ramón Peón llamada Tierra, amor y dolor/1934. Su padre, en cumplimiento de sus obligaciones militares, se muda con la familia a Chilpancingo, Guerrero, lugar en que termina la secundaria. En 1942 Jesús Marín regresa a la capital e ingresa a la Facultad de Comercio y Administración, cursa la licenciatura de Contador Público, y es invitado a trabajar como ayudante de producción en Dulce madre mía/Alfonso Patiño Gómez 1942 y La Virgen Roja/Francisco Elías 1942. A partir de entonces abandona la carrera de Contador y se dedica de lleno al mundo cinematográfico.
Se inicia en la película El peñón de la Ánimas/Miguel Zacarías 1942, como ayudante de utilería, continúa como anotador para posteriormente desempeñar el papel de asistente de director, hasta llegar a la realización de sus propios filmes.
Después de ser codirector técnico de Frente al pecado de ayer/Juan J. Ortega 1954, debuta formalmente como director en 1962 con el díptico Los bravos de California y En la vieja California, bajo un argumento y adaptación de Gilberto Gazcón. Películas de aventuras de capa y espada filmadas en episodios y en forma simultánea, cuyo reparto encabezan Joaquín Cordero, Patricia Conde, Manuel López Ochoa, Carlos López Moctezuma y Germán Robles. Continúa como asistente de dirección y ocasional codirector técnico en cintas como Viento negro/Servando González 1964.
En 1978 Jesús Marín adapta y codirige, con Rubén Benavides también productor y argumentista, Treinta segundos para morir, basada en el corrido “Los tres grandes amigos”. Drama sobre enfrentamientos en la frontera norte, entre contrabandistas que pasan en sus autos armas y drogas, historia con trágico final. El filme incluye una extensa banda musical con grupos norteños del momento, como en efecto “Los tigres del Norte” y encabezan el variado elenco: Mario Almada, Fernando Almada, Rubén Benavides y Noé Murayama.
En 1984 dirige El carro de la muerte, su última película como realizador, escrita por Reyes Bercini, basada en el corrido homónimo de Paulino Vargas. Dramática historia sobre un grupo de migrantes, que, en manos de unos polleros irresponsables (personas que cobran por pasar migrantes ilegales al lado americano), viajan escondidos dentro de una pipa de agua, en busca de una mejor vida en los Estados Unidos. Filmada en la Ciudad de México, Tlaxcala, Cuautla, Morelos, y Tijuana, Baja California, conforman el reparto: Sergio Goyri, Roberto “Flaco” Guzmán, Rosenda Bernal y Víctor Alcocer, entre otros.
Es autor de más de 20 argumentos y alrededor de 40 guiones, además de ser miembro fundador del STPC. Recibe un reconocimiento en el Festival de Venecia por el guion de la película experimental Yanco/Servando González 1960, misma que le permite fundar la empresa Producciones Yanco. Colabora como primer asistente bilingüe de director en producciones internacionales hechas en México con cineastas como Mike Nichols, John Sturges, Stanley Donen, Karel Reisz, Sydney Lumet, Sam Peckinpah, Costa Gavras y David Lynch, entre otros.
A lo largo de treinta años en el cine ¿qué impresión, le queda del cine?
JM.- La mejor impresión que puedo tener es que estoy convencido que el cambio que hice de una carrera por otra, o sea de mi carrera de Contador Público por la carrera de cineasta, fue correcta, que se hace camino al andar, sí la tengo y es una de mis más grandes satisfacciones.
¿Cómo le gustaba filmar?
JM.- No, no me gusta en particular ninguna técnica, cada tema, cada historia requiere por sí misma y solicita al creador, porque una película no es exclusivamente la obra del director, porque una condición muy grande, una obra eminentemente más que del director, es del autor, ésa es la verdad. Cuando se enlaza la creatividad del escritor y éste es el que dirige la película, muchas veces al diseñar la historia el problema que hubo siempre en la producción cinematográfica y por lo que yo no acepté la dirección sino hasta mucho tiempo después, es que las reglas del juego son las del director, él escoge el tema, al escritor y adaptador.
(Diccionario de Directores del Cine Mexicano, Perla Ciuk, 03/12/1999)
“El director es el que debe adaptarse al material humano, tanto al personal técnico como al personal artístico. El cine es la dinámica de la acción, el cine eso es, es pura acción”. Entre sus primeros recuerdos cinematográficos están El jorobado de nuestra Señora de París y El Nacimiento de una Nación/Griffith. Algunos de sus maestros fueron: Luis Buñuel, con el que estudia adaptación cinematográfica; Alejandro Galindo, que le enseña construcción dramática y dirección escénica; Emilio “Indio” Fernández y Gabriel Figueroa, le muestran la estética y plástica de la cámara fija y en movimiento, y Miguel Zacarías, Julio Bracho, Alfredo B. Crevenna, Roberto Gavaldón y Ramón Peón, de los que aprende su dominio de la técnica cinematográfica y la organización de la creatividad.
Mario Almada, productor de la cinta Los jinetes de la bruja/Vicente Oroná 1965, debuta como actor bajo la dirección escénica de Jesús Marín Bello, quien al ver que no llega un actor, le pide a Almada que actúe en el filme. Crea el proyecto “Cine Verdad, Cine Mexicano” con el propósito de desarrollar un cine con aportaciones de experiencias de los cineastas vigentes de la Época de Oro y activar de nuevo la industria cinematográfica, mismo que no tiene repercusión en ningún organismo cultural del gobierno.
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