Director, escritor, actor, productor, editor y camarógrafo. A partir de los 14 años, en 1912, trabaja como extra en papeles secundarios de villano en más de 300 películas, sobre todo para la compañía del cineasta norteamericano Thomas H. Ince, y para otras como Goldwyn, Paramount, First National y Fox Film. Paulatinamente, Manuel R. Ojeda asciende a asistente de director. En 1920, como director general de la Peruvian Super Film o Peruvian Association Inc., produce en ese país, La conquista del Perú. Dirige por primera vez en Estados Unidos, La rosa del desierto/1921, cinta de la que es productor y donde también actúa al lado de Helen Winster Howard y Clyde Benson, que se estrena en las salas de cine de la Ciudad de México en 1922.
A partir de 1921 alterna actividades entre Estados Unidos y México. En 1923, invitado por Miguel Contreras Torres, codirige con él y actúa por primera vez en México en el filme Almas tropicales, película de ambiente costeño filmada en Veracruz. Manuel R. Ojeda concluye la realización del melodrama de ambiente colonial El Cristo de oro/1926, cuya dirección inicia Basilio Zubiaur. En 1927 funda Pro-Mex Films, academia artística y productora, que se establece en la Plaza del Estudiante en el centro histórico de la capital mexicana para filmar Conspiración, una versión fílmica de la primera conspiración independentista contra el gobierno virreinal en 1808. Manuel R. Ojeda cuenta con el apoyo de Claudio N. Tirado, gobernador de Puebla, actúan Taina Niki, Lolita Yustis, Eva de la Fuente y el debutante Ramón Pereda.
En El coloso de mármol/1928, realización de propaganda callista, pondera los logros de los gobiernos surgidos de la Revolución, mezcla de romance e intriga, donde al final los opositores al régimen son derrotados. El argumento es de Gregorio López y Fuentes sobre una historia de Manuel R. Ojeda, y la fotografía es de Ezequiel Carrasco. La película se enlista entre los diez filmes perdidos más buscados del cine mexicano. De acuerdo con el historiador Aurelio de los Reyes, quien tuvo acceso al argumento original de la cinta, El coloso de mármol se estrena en el Teatro Nacional el 20 de abril de 1929. El título era una referencia directa al entonces inconcluso Palacio de Bellas Artes.
En ambas producciones: Conspiración y El coloso de mármol, se explotaron diversos escenarios naturales y lugares coloniales como los interiores del convento de Tepotzotlán. Antes de El coloso de mármol, Manuel R. Ojeda afirma haber filmado La voz del deber, título de cuya existencia se duda. En 1933 se encarga de convertir en hablada la cinta silenciosa, Águilas de América, desafortunado inicio en el cine sonoro.
Le sigue el melodrama de intenciones agraristas y de contenido social Judas/1936 historia de una gran hacienda, que narra la batalla por la tierra y la libertad entre 1895 y 1936, cinta que permanece dos semanas en cartelera por presiones del Partido Nacional Revolucionario, una producción de Remex, Carlos Villatoro y Alfredo Villatoro, financiados por el PNR, filmada en marzo de 1936 en los estudios México Films y en la hacienda de Arroyo Zarco, Hidalgo, con la fotografía de Alex Phillips. Se estrena el 4 de septiembre de 1936 en el cine Rex.
Después del fracaso de Judas, se quedan sin filmar varios proyectos de Manuel R. Ojeda: una biografía de Emiliano Zapata escrita por Ernesto Cortázar y aprobada por Emilio Portes Gil, entonces presidente del PNR, y “Murió por la patria”, película que debía dirigir a partir de una historia del licenciado Alfonso Teja Zabre.
Los pobres resultados de sus cintas sonoras lo obligan a replegarse hacia el guionismo y la actuación en 1945, cuando dirige su última película, la comedia musical Bailando en las nubes, adaptación que realiza del argumento de William H. Ihreler con diálogos de Xavier Villaurrutia, con las actuaciones de: Canta Maya, Jorge Reyes, Andrés Soler, Eduardo Casado y Fanny Schiller, entre otros.
Manuel R. Ojeda es gerente de producción en la compañía de los hermanos Rodríguez, a partir de 1948 hasta mediados de los años sesenta, para los que escribe el argumento de Tizoc/Ismael Rodríguez 1956. Dirige cortos documentales, como Tleonátiuh/La piedra del sol/1934, primero de una serie inconclusa de 15, realiza también los turísticos y propagandísticos Uruapan/1928 y El Santo Desierto de Coaximalpa/1935. Se le atribuye el documental: Solemnes funerales del General Obregón/1928.
MRO.- “En esos tiempos todo era improvisado. El director tenía que ser argumentista, adaptador, actor, etc.; especie de ‘sabelotodo’ que supliera la falta de elementos técnicos y artísticos, unas veces con ingenio y otras con… nada. Porque de metálico, ni que hablar; era con lo que menos podía contarse. Cierto es que las películas costaban una bagatela; pero tenga usted en cuenta que los aspirantes a estrellas, se adelantaban a decirnos que no cobrarían nada con su actuación, con tal de verse retratados en la pantalla. No tanto por amor al arte, como por motivos más personales y humanos. Era un deporte que practicaban los sobrados de recursos e hijos de ricachones. Por falta de ‘material humano’ no había dificultad. Continuó con sorna: Hoy la vanidad se cotiza a un alto precio y hay que pagarlo.”
(Cine, “Con el decano de nuestros directores”, Jorge Roca, 1939, p. 47)
Manuel R. Ojeda abandona familia y estudios para emigrar a Estados Unidos, sin conocer el idioma. En Los Angeles trabaja en el almacén de Albert Cohn. Gana en un concurso de baile un premio de 500 dólares. Afirma que participa como extra en 108 cintas, como partiquino en 144 y en 66 partes de villano entre las que destacan: The law of the North/Irvin Willat 1918, Rustling a Bride/Irvin Willat 1919, The man who turned white/Park Frame 1919, Pinto/Victor Schertzinger 1919, A doubled dyed deceiver/Alfred E. Green 1920 y The scuttlers/J. Gordon Edwards 1920.
En sus años en Hollywood tiene como compañeros de actuación a William S. Hart, Lila Lee, Pauline Frederick, Norma Talmadge y otros. A fines de la segunda década del siglo XX, es corresponsal ocasional de espectáculos para diarios mexicanos. A Manuel R. Ojeda le gusta desempeñar roles de villano en sus producciones mexicanas. Aunque en testimonios posteriores Miguel Contreras Torres se atribuye la codirección de Almas tropicales, la publicidad del momento sólo concede ese crédito a Ojeda; actúan María Cozzi y Miguel Marqués.
Tanto en El Cristo de oro, como en Conspiración se recurre al truco de “escuelas de cine” para contar con personal artístico y técnico que trabaje sin cobrar en la producción. La primera, es producida por la Escuela Filmadora Nacional, a cargo del coronel Eduardo V. Jara, con Otilia Zambrano, Fanny Schiller y Luis Márquez, sobre datos históricos de Luis González Obregón.
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