GURROLA ITURRIAGA, JUAN JOSÉ

Director y escenógrafo de teatro, guionista y director de cine, traductor, actor, artista plástico y músico. Ingresa a la UNAM (1954-1960) para estudiar la carrera de Arquitectura, donde forma parte del grupo de teatro de la misma facultad, debuta como director con la obra “Despertar de primavera”/1960. Su gusto por la dramaturgia lo lleva a especializarse en dirección y producción teatral en el Dallas Theater Center; ese mismo año, se dedica al diseño y a la tecnología teatral en la Universidad de Yale hasta 1961. Estudia dirección de teatro y diseño de escenas bajo la tutoría de Willi Schmidt en el Schlosspark Theatre en Berlín; fotografía, pintura y dibujo en el Kunstzentrum für Bildende Kunst en Trier, Alemania. Es becado por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation para escribir teatro, así como por la Fundación Rockefeller para estudiar dirección teatral y diseño de producción y arquitectura en teatros. El British Council lo invita a trabajar en el Royal Court Theatre en Londres, Inglaterra, con George Devine. En el teatro se desempeña como autor, maestro, actor, director, escenógrafo, guionista y traductor.

Debuta en el cine con La confesión de Stavroguin/1962, que incluye en su puesta en escena de “Los poseídos”/Dostoievsky 1963, misma obra sobre la que se basa este cortometraje en 16mm con el que gana ese año una Diosa de Plata. Todavía en 1963, y basado en textos de Juan García Ponce, realiza tres mediometrajes documentales en 16mm en los que examina la obra de los pintores José Luis Cuevas, Alberto Gironella y Vicente Rojo.

En 1965 dirige el mediometraje, originalmente filmado en 16mm, Tajimara, basado en el cuento erótico homónimo de Juan García Ponce, uno de los tres que conforman el libro: “La noche”, adaptación al cine que realiza Juan José Gurrola con el escritor. Relato sobre el transcurrir del tiempo y la imposibilidad de amar en un mundo cosmopolita lleno de desencanto, a través de dos historias de amores imposibles, en las que aborda las complicaciones existenciales derivadas del concepto del amor postmodernista, la liberación sexual anunciada a inicios de los sesenta y llevada al límite en las siguientes décadas; conflictos existenciales de los personajes, el incesto, el alcoholismo, el arte, la inestabilidad emocional y la depresión.

Roberto (Claudio Obregón) y Cecilia (Pilar Pellicer) se encuentran casualmente después de años sin verse; se conocen desde niños, ella fue su amor platónico y ahora se convierte en su amante, aunque sigue enamorada de Guillermo, con quien tuvo su primera experiencia sexual a los quince años de edad, y por quien pondrá fin a su relación con Roberto. Julia (la actriz irlandesa Pixie Hopkin, entonces esposa de Gurrola) y Carlos (el chileno Mauricio Davison, actor de teatro) dos hermanos que viven en una finca de campo en Tajimara, artistas plásticos dedicados a la pintura, con un claro sentimiento incestuoso. Julia es amiga de Cecilia y todos los personajes coinciden en la casa de Tajimara, durante un fin de semana, en que se lleva a cabo la despedida de Julia, que va a casarse ante la tristeza de su hermano. Puede decirse que, por primera vez en el cine mexicano, los personajes masculinos quedan totalmente bajo la sombra de los femeninos, que aparecen con vida propia; no son mujeres objeto, abnegadas, violadas o maltratadas, ellas deciden cómo, cuándo y con quién. Tajimara conjuga espacios abiertos y cerrados, no obstante, los cerrados imperan en el mediometraje, sigue la tradición del cine clásico que tendía a grabarse en escenarios naturales, en contrapeso las escenografías son un vívido ejemplo de la influencia del teatro, y destaca el uso del plano general en el que los personajes se ven amenazados o intrigados, ya que se puede percibir cada gesto o movimiento. El productor, Manuel Barbachano Ponce, decide integrarlo como un episodio más de Amor, amor, amor para su exhibición en el I Concurso de Cine Experimental. Poco después, el propio Barbachano Ponce, en vista de la excesiva duración de Amor, amor, amor -unos 200 minutos en total-, decide que dos de sus episodios, Tajimara y Un alma pura/Juan Ibáñez, también exhibido en el mencionado certamen, se separen de ésta y, en definitiva se unan en forma independiente para su distribución bajo el título de Los bienamados, que en el Festival de Mar del Plata recibe una Mención del Jurado.

En 1965, Juan José Gurrola continúa su labor cinematográfica, siempre en 16mm, con la dirección de tres cortometrajes documentales sobre los músicos Richard Wagner, Tellemann y Carl Nielsen, los cuales produce Bosco Arochi, y después filma Robarte el arte/1972, mediometraje documental sobre el performance que él, Gelsen Gas y Arnaldo Coen interpretan en la exposición de vanguardia DOCUMENTA 5, el cual coproduce con Gas, rodaje que inicia en Kassel, Alemania y se termina en México. Filme claramente dominado por la inventiva y los desbordamientos imaginativos de Gurrola, que incluye close ups cómicos de sí mismo, titulares de la revista “¡Casos de Alarma!”, un bolero de antaño y una cinta pornográfica de fines de los treinta o principios de los cuarenta que describe las hazañas de un símil de Goyo Cárdenas; e incluye en uno de los muchos letreros pintados a mano que puntúan la cinta, una curiosa definición de sí misma: “Este film no es documental, ni de ficción, ni de ciencia-ficción, es un film pasional”. Robarte el arte se exhibe en el Museo de Arte Moderno de México, en el Palais Chaillot en la Cinemateca de París, en el Museo Guggenheim, en Nueva York, y se presenta, como una obra revolucionaria, en el marco de la Muestra llamada Mexperimental Cinema.

Posteriormente, produce, escribe y realiza Landrú/1973, mediometraje para Canal 13 basado en una opereta de Alfonso Reyes, y Kunstzentrum am Mosel/1977, documental sobre el Europaishe Sommerakademie für Bildende Kunst en Trier, entonces Alemania Occidental.

Juan José Gurrola también participa en calidad de actor en La Sunamita/Héctor Mendoza 1965, otro de los episodios de Amor, amor, amor; Mariana/Juan Guerrero 1967; El Topo/Alejandro Jodorowsky 1969; Descenso del país de la noche/Alfredo Gurrola 1974, que también adapta; Llámenme Mike/Alfredo Gurrola 1979 y Frida, naturaleza viva/Paul Leduc 1983, en el que interpreta a Diego Rivera.

En 2007 el Festival de Teatro Escena Dos, le rinde un homenaje por sus 50 años de trayectoria, a través de una exposición fotográfica en la que se exhiben sus proyectos escénicos a partir de 1957. Semanas más tarde muere en el hospital de Nutrición Salvador Zubirán, en la Ciudad de México, a consecuencia de un problema hepático. Recibe un homenaje de cuerpo presente en el INBA. Su familia crea la Fundación Gurrola que resguarda todos los archivos del director.

¿Qué significa para usted el cine y cómo es que incursiona en la industria fílmica?

JJG.- Compré una cámara de 16mm y filmé una película en la playa con una voluptuosa Leonor. El cine no es arte. Es un conglomerado de actores y técnicos solapando como Celestinas al productor, quien seguramente adora a la actriz principal. El cine es desperdicio. Sólo el pornográfico tiene algo de legitimidad. Yo filmo para mí mismo y para cuando esté viejo.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que ha tenido en el cine?

JJG.- Mi documental Robarte el arte, que es mi gran orgullo, es precursora del cine moderno, porque fueron de las películas que en su época no fueron reconocidas en México y que ahora, gracias al tesón de investigadores estadounidenses, salen a la luz. Robarte el arte se presentó hace poco en el Museo Guggenheim junto con el corto de Vicente Rojo y puedo clasificarla como una de las películas clásicas del cine alternativo o conceptual. También el hecho de que Oliver Hockenhull, reconocido cineasta canadiense la haya subtitulado al inglés en el Banff Arts Center en Canadá, y también los videos filmados en la intimidad de mi casa, cientos, en el cual he sido director, iluminador, camarógrafo y Dionisio, que heredaré a mi hija Edwarda.

(Diccionario de Directores del Cine Mexicano, Martha Flores, 04/02/2000)