MARISCAL, ALBERTO (nombre verdadero, Adalberto Ramírez Álvarez Mariscal)

Director, actor. Estudia la carrera de Derecho misma que abandona para ingresar a Filosofía y Letras, posteriormente se inscribe en Humanidades, a la que también renuncia. Toma cursos de actuación con Fernando Wagner, Seki Sano, Celestino Gorostiza, Xavier Villaurrutia y Andrés Soler. Sus westerns son considerados precursores del chili western, respuesta mexicana al spaghetti-western italiano. En general la crítica cinematográfica se divide, entre los que aman su obra y los que la repudian.

Alberto Mariscal debuta en el teatro y de ahí pasa al cine con Barrio de pasiones/Adolfo Fernández Bustamante 1947. Como actor destacan sus intervenciones en Confidencias de un ruletero/Alejandro Galindo 1949, Ventarrón/Chano Urueta 1949, El amor no es ciego/Alfonso Patiño Gómez, Vagabunda/Miguel Morayta 1950 y Flor de sangre/Zacarías Gómez Urquiza 1950, en la que es nominado para el Ariel 1951 por mejor coactuación masculina.

En 1950 parte a Los Angeles, California, donde toma un curso de cine en la UCLA. De regreso en México actúa en filmes como El mártir del Calvario/Miguel Morayta 1952, María del Mar/Fernando Soler 1952 y Padre nuestro/Emilio Gómez Muriel 1953. Es codirector técnico en 1959 de las series Nostradamus/Federico Curiel “Pichirilo”, Chucho el Roto/Manuel Muñoz y El ranchero solitario/Joselito Rodríguez.

En 1960, Alberto Mariscal labora como asistente de dirección de Rafael Baledón, Federico Curiel “Pichirilo”, Arturo Martínez y Manuel Muñoz. Filma de manera independiente documentales sobre la provincia mexicana que no se exhiben al público y en 1963, debuta formalmente como realizador con El mundo de las drogas y División Narcóticos, cintas rodadas al mismo tiempo para los Estudios América. Funge como codirector técnico de René Cardona en Gabino Barrera y El hijo de Gabino Barrera en 1964. Ese mismo año ingresa al STPC con El pícaro, comedia sobre futbol y filma su primer western -género en que se especializa-, Los hijos del condenado, con la actuación de Fernando Almada.

De su filmografía como director destacan Cruces sobre el yermo y Crisol, dramas rurales de 1965; Bromas, S.A., comedia coproducida con Perú en 1966; la tetralogía de westerns hiperviolentos que inicia con Todo por nada/1968, con Mario y Fernando Almada, prolonga con El Tunco Maclovio/1969, con Julio Alemán y Mario Almada, El sabor de la venganza/1969, con Isela Vega y Jorge Luke, y concluye con Los marcados/1970, con Antonio Aguilar, Eric del Castillo y Javier Ruan; Kalimán el hombre increíble/1970 y Kalimán en el siniestro mundo de Humanón/1974, díptico basado en la popular historieta de Rafael Cutberto Navarro; La ley del monte/1974, melodrama campirano con el exitoso cantante de ranchero Vicente Fernández; La bestia acorralada/1974, con Claudio Brook como un agente nazi descubierto en México; Bloody Marlene/1977, western con Hugo Stieglitz, Héctor Bonilla y Martha Navarro, y Mentiras/¡Con la misma moneda!/1986, melodrama musical con la cantante Lupita D’Alessio que codirige con Abel Salazar.

Alberto Mariscal incursiona en la industria del videohome a partir de 1989, con La corneta vengadora/1989, medio en el que se desempeña en los años recientes y de cuyos títulos que realiza sobresalen A golpe de hacha/1991, El Gorra Prieta/1992, El Bronco Negro/1998 y Dos cruces/1999. En el 2000 retoma el formato en 35 mm con Blind Heat/Blind Love, producción mexicana que codirige con Adolfo Martínez Solares en Estados Unidos, país en el que radica y muere.

En el año de 2009 se le otorga la medalla al Mérito del Director, por parte de la Sociedad Mexicana de Directores, en una ceremonia realizada en la sala Silvestre Revueltas de los Estudios Churubusco.

¿En qué se basa usted para escoger estas historias?

AM.- Yo no hago cine para nadie específicamente…, para mí el cine es una tribuna en la que se me da la oportunidad de expresar lo que pienso, lo que siento, y lo que creo de la vida… Existen el bien y el mal en pugna siempre y no siempre, hay excepciones, para mí es una tribuna entonces, no tengo, es decir, no es lo comercial o lo no comercial sino lo atractivo de poder decir algo que me interesa, decir a través de imágenes, a través del cine.

¿Cómo se definiría como director?

AM.- Un apasionado de lo que hago… Esto lo hago porque lo amo y lo hago siempre aunque sea una historia que parezca intranscendente, siempre hay algo que decir a la gente, al que va y se sienta en la butaca. Si uno logra hacerlo, pensar y reflexionar sobre el tema que se está tratando, ya le fue a uno bien, creo.

(Diccionario de Directores del Cine Mexicano, Mónica García Ramírez, 18/04/2000)