Estudia Economía en la UNAM y Dirección de Cine en el CUEC, donde realiza los cortometrajes Casa de la cultura/1975, Semana Santa en Santa Ana/1979 y los mediometrajes José/1976 y Tres historias de amor/1978, su trabajo final sobre tres personas que habitan en un mismo edificio: un adolescente con deseos que nunca externa, una joven que quiere ser raptada por un príncipe y una sirvienta que desea profundizar en experiencias eróticas, trabajo en el que Raúl Busteros juega con la realidad gris y monótona de los personajes en contrapunto con la fantasía de éstos, que ilustra con escenas típicas de comedias, fotonovelas, e imágenes exageradas que imagina la gente común, deseos incompartibles. Tres historias de amor participa en 1979 como invitado especial en los festivales de San Sebastián, España; Cali, Colombia, y La Habana, Cuba. Se aprecia la enorme libertad creativa, en términos del lenguaje y de los temas, que anima a Raúl Busteros y que después traslada en sus largometrajes. En su cine apuesta por un juego de metaficciones.
En 1984 filma su primer largometraje, Redondo, cinta independiente de corte experimental, calificada como delirante, irreverente, ocurrente y sacrílega, se trata de una farsa con tono satírico y sarcástico, basada en la novela “Fuga, hierro y fuego”, de Paco Ignacio Taibo I. La trama es sobre un escritor que se encierra en una casa solitaria para escribir una novela acerca de la vida religiosa novohispana, en la Puebla virreinal del siglo XVIII, historia centrada en la monja María Magdalena, enamorada del obispo, quien en realidad la utiliza sexualmente. El autor fantasea, se involucra con su texto y con sus personajes, recrea escenas de época en las que involucra su conflictiva situación familiar; todo, a la vez, y todo a la vez forma parte del rodaje de una película.
La cinta recibe el Ariel a Mejor Ópera Prima 1986, año en que el filme se exhibe en el Festival de Amiens, Francia; en el Centro Georges Pompidou, dentro de una retrospectiva de cine mexicano que organiza la Cineteca Francesa; en el Festival IMAGIFIC de Madrid, España, y representa a México en el VI Foro Internacional de la Cineteca Nacional. En la cinta actúan Alfredo Sevilla, Diana Bracho, Fernando Balzaretti, Ángeles González y el entonces futuro cineasta Carlos Salces.
Guionista del programa radiofónico “Alrededor del Cine”, que produce Radio UNAM, también incursiona en el medio televisivo, en el que dirige “Artesanos mexicanos”/1983-84 e “Historia de la Ciudad de México”/1985-1986, serie de 13 emisiones para la UTEC, y escribe y dirige “Recordando a Vallejo”/1988, producción de Vicente Silva, de Arte y Difusión, para la embajada de México en Perú; “Homenaje a Héctor Azar”/1990, para el gobierno de Tabasco, y “Armando Villagrán”/1991 para TV-UNAM.
En 1987 realiza documentales para la CFE y la PR, y, en 1994, obtiene una beca del FONCA para el desarrollo del proyecto de su siguiente largometraje, Otaola o la república del exilio/1999, una coproducción del FOPROCINE e IMCINE. La película aborda el exilio español y tarda 12 años en concretarse. La trama toma como punto de partida la vida y obra del escritor Simón Otaola bajo una adaptación libre, donde confluyen entrevistados, poetas, pintores, situaciones novelísticas y personajes. Con Mario Iván Martínez, Ernesto Yáñez, Janet Ruiz y Martín Lasalle, un recorrido de hechos y situaciones de alcance universal, en el que intenta hacer un retrato sobre el exilio español a través de Otaola y de sus dos novelas y, de manera simultánea, hacer un homenaje al escritor. El trabajo cinematográfico de Raúl Busteros se basa en las novelas “El cortejo” y “Los tordos en el pirul”, de Simón Otaola e incluye textos y poemas de Luis Cernuda, Juan Rejano, Pedro Garfias, José Moreno Villa y Syra Alonso.
En 2018 Raúl Busteros publica el libro “El cine de autor”, que él califica como “novela”, una metaficción escrita con el peculiar estilo heterodoxo del cineasta, donde se pregunta sobre sí mismo. El autor cuenta su historia inmerso en la ficción como un personaje más, donde alterna las tramas de las películas que escribió, pero no filmó y las que filmó, también; construyendo una gran galería de personajes del cine nacional que ha conocido. Según el autor, es una obra de reflexión y de evocación con “dejo de humor”; sobre “la pretensión, un poco absurda y terrible de dedicarse al cine de autor. Qué le pasa a un personaje con esa pretensión y qué se encuentra… con qué películas, cuando sigue este camino”.
¿Redondo es una película fuerte en el esquema de cine independiente y libre?
RB.- “Sí, hubo que meditarla, porque es como una escritura de aproximación. Mira, vas escribiendo algo, descubres en eso que escribiste que ahí hay otra veta, la desarrollas, eso te hace reflexionar, juzgarla, criticarla, te quedas con nada, te sientes el hombre más imbécil del mundo y dices por momentos, ‘yo pensaría de mí como piensa Ayala Blanco, incluso’ ¿no? Cosas terribles y tal, entonces ya duermes, y se te quita, y te pones de mejor humor, y luego sigues, y bueno no esta tan mal, pasas así por momentos muy críticos juzgando eso, y tienes que ir aplomando los caminos, las ideas y dándoles una estructura que al final es muy compleja, para que quede creíble, sencilla…”
(Los que hacen nuestro cine, serie en video, Alejandro Pelayo, Canal 22, 08/09/1993)
¿Cómo nace el guion de Otaola o la república del exilio?
RB.- A partir de Simón Otaola, el escritor, quien me simpatizó mucho, cuando me encontré con su capacidad de convertir personajes de la vida real que yo conocía, en personajes de novela… eran amigos de la familia, del exilio español. Con fina agudeza crea circunstancias muy típicas de novela, pero que representaban muy bien a todo este mundo y con las mismas referencias literarias que las mías… muy cercano al surrealismo, muy cercano al humor. Entonces, este personaje que además de ser escritor era una especie de exiliado más, soldado de la literatura, que amaba mucho la literatura y se dedicaba a ella, se convierte en un personaje muy atractivo para el guion.
(Diccionario de Directores del Cine Mexicano, Perla Ciuk, 31/08/2000)
Hijo de exiliados españoles, Raúl Busteros cursa la primaria, secundaria y preparatoria en el Colegio Madrid. El director manifiesta su preferencia por el cine de Luis Buñuel y Federico Fellini, así como por el trabajo de Rubén Gámez.
Apasionado del cambio y del examen personal, el entusiasmo que despertó para el rodaje de Redondo, le permitió trabajar con cerca de 300 personas que no cobraron por su participación gracias a su absoluta convicción y fe en el proyecto. Logra financiar la producción a partir de donaciones de obra de diferentes artistas como: Gilberto Aceves Navarro, José Luis Cuevas, Arnaldo Cohen y Alberto Gironella, entre otros, pinturas que se rifan. La cinta se distribuyó ampliamente a través de la red de cineclubes de la UNAM.
En Redondo se intenta develar los mecanismos formales de la ficción. Es una suerte de deconstrucción del mecanismo mismo de realización de una película en la que se involucra a los técnicos en la trama de la cinta. Según Raúl Busteros, en la cinta se reflexiona sobre los alcances del cine: “El rodaje; dónde termina, dónde empieza; cuál es la influencia que puede tener crear un personaje en quien lo está filmando, y qué capacidad tiene ese otro personaje, que es el que lo ve de participar en esa nueva historia que conforman los dos…”
Escribe ensayos y cuentos publicados en las revistas “La Garrapata”, “Territorios” y “Dicine”, y es autor de los ensayos “El cine ¿joven?” y “El cineasta como esperpento”/1989. Recibe apoyo del FONCA para la escritura de los guiones “Fantasmas”, “Arrieros” y “Capitán Tormenta”.
Cinema 20.1 Raúl Busteros en charla con Roberto Fiesco
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