Director, dramaturgo, guionista y actor. José Estrada realiza estudios en la UNAM en las Facultades de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Filosofía y Letras, y en el Centro Universitario de Teatro. A partir de 1961 alterna montajes teatrales con dramatizaciones radiofónicas en Radio Universidad, basadas en obras de Pirandello, Ionesco, Valle-Inclán y Tennessee Williams. En 1968 es asistente de Jorge Fons en La sorpresa/1968.
La inauguración de la productora Cinematográfica Marte coincide con la disposición de la Sección de Directores de aceptar nuevos miembros; José Estrada es llamado por los socios de la productora, Fernando Pérez Gavilán y Mauricio Walerstein, para la coordinación de la producción y realización del episodio Rosa, de Siempre hay una primera vez/1969, la primera dirección del realizador, de una filmografía que consta de 17 largometrajes ficción que abarcan todos los géneros.
A la par de filmes personales que abordan una crítica social como Cayó de la gloria el diablo/1971, El profeta Mimí/1972, también realiza los trabajos comerciales Los cacos/1971, Chabelo y Pepito contra los monstruos/1973, Chabelo y Pepito detectives/1973 y El albañil/1974.
En 1975 dirige Recodo de purgatorio, controvertido mediometraje filmado en blanco y negro, en 16mm, 48 min, surge a raíz de una invitación a dar un curso de realización en el CUEC, que consistía en que por un año cada alumno debía realizar una película propia, y participar en diversos roles en las de sus compañeros.
Estrada, que debía iniciar el curso realizando un filme propio, utiliza su colección de 6 mil fotografías en las que aparece en las más diversas e insospechadas poses. Un trabajo personal, que de acuerdo a la sinopsis del cátalogo del CUEC, trata de un hombre (José Estrada) que llega a un cuarto de hotel para suicidarse. Toma una fuerte dosis de barbitúricos y en pleno delirio imagina una serie de humillaciones sexuales, que representan las huellas morales de su pasado. No hay en realidad un argumento, sino una cadena de amargos eventos inconexos que llegan a su memoria.
Ya terminada, la cinta es censurada por el propio plantel, que prohibe su exhibición. Se proyecta en funciones clandestinas, el negativo “se pierde” y la única copia que queda la conserva el mismo José Estrada.
Los indolentes/1977, considerada su mayor logro, escrita originalmente por Rubén Torres en un taller literario coordinado por Ricardo Garibay, quien la considera infame y pide a Torres que deje el taller, narra la historia de una familia de latifundistas despojados por el cardenismo, herederos de una hacienda en deterioro, que viven del recuerdo de su esplendor porfirista. Al fallecer el terrateniente, su esposa, hija y nieto, ven pasar el tiempo, sin tomar ninguna acción. El adolescente retrata fielmente a la juventud posrevolucionaria de los patrones, obsesionado con las mujeres pero incapaz de mover un dedo para salir de la miseria en la que están inmersos y con la idea de vender lo único que tienen para salir él adelante, a costa de su abuela y madre. Pasa el tiempo, muere la abuela, el dinero de la hacienda se reduce cada año, la viuda abandona al indolente heredero, quien permanece solo en una casa ruinosa plagada de hormigas, esperando su final. Estelarizan la trama: Rita Macedo, Isabela Corona y Miguel Ángel Ferriz en su debut cinematográfico.
El filme es galardonado en 1979 con los Arieles por: Argumento Original y Guion Cinematográfico (Rubén Torres) y Música de fondo (Joaquín Gutiérrez Heras); y en 1980 se lleva la Diosa de Plata a Mejor Actriz (Isabela Corona) y la Diosa Francisco Pina es otorgada a Rubén Torres. Recibe la Presea de la Revista Sovietski a la Mejor Película del Festival Cinematográfico de los Pueblos de África, Asia y América Latina de Tashkent, Uzbekistán 1980.
Otra película premiada es: Ángela Morante ¿Crimen o Suicidio?/1978 sobre el periodista Roberto Lobo (Enrique Lizalde) que, por órdenes del director del periódico donde labora, reconstruye la vida de la actriz Ángela Morante (Blanca Baldó) con entrevistas a los que la conocieron, con el fin de aclarar un supuesto suicidio, que es como José Estrada reconstruye la biografía del personaje principal. El realizador se lleva en 1981 la Diosa de Plata Francisco Pina y la Diosa de Plata a Mejor Guion que comparte con Mauricio Mondolfi, y Miguel Ángel Ferriz por Coactuación Masculina.
Continúa con el mediometraje China/1979, y las películas ¡Pum!/1979 y Ángel de Barrio/1980, a las que sigue la comedia: La Pachanga/1981, protagonizada por Julissa, Gregorio Casal, Alejandro Cianguerotti y Patricia Rivera. En un viejo edificio de la colonia Viaducto Piedad se celebran al mismo tiempo en departamentos distintos, unos quince años y un velorio; entre los asistentes se producen situaciones jocosas y divertidas. La cinta es premiada en 1983 con los Arieles por Mejor: Dirección, Ambientación (José Morales Montañez), Edición (Rafael Ceballos) y Fotografía (Rosalío Solano) y la Diosa de Plata por: Dirección, Fotografía (Rosalío Solano), Ambientación (Jorge Morales Montañez) y Edición (Rafael Ceballos).
Mexicano…tú puedes/1983 su última película, con Carmen Salinas y Sergio Jiménez, trata sobre una pareja que planea comprarse una casa y se enfrenta a una serie de dificultades que convierten el proceso en una verdadera pesadilla, a punto de separarlos. La película obtiene las Diosas de Plata en 1985 por: Mejor Película, Dirección, Argumento Original (Olivia Michel), Actriz (Carmen Salinas), y Actriz de Cuadro (Ana Ofelia Murguía); gana el premio Tasat en el Festival de Tashkent de la antigua URSS. En 1986 José Estrada recibe la Diosa de Plata Dolores del Río.
Es maestro en el CUEC y en el CCC. Alejado del cine, monta obras de teatro y prepara la adaptación cinematográfica de la novela “Las batallas en el desierto” de José Emilio Pacheco. Fallece durante la preproducción de la película, que finalmente dirige Alberto Isaac, bajo el guion de José Estrada, titulado: Mariana Mariana.
¿Es difícil hacer cine?
JE.- “Bueno, pues mire usted, es como armar un rompecabezas. Primero aparece sobre el escritorio la primera pieza, que es el libro cinematográfico. Con la lectura del libro van surgiendo notas e ideas que parecen embonar para integrar imaginariamente la obra. Después sobreviene una desintegración. Los elementos quedan sueltos, desarticulados, y uno tiene que sufrir grandes angustias para irles dando una unidad. La filmación es un juego: el juego de revolver las piezas y sumirlas en el caos y en el desorden. Al final del trabajo, mediante la edición, vuelven a adquirir coherencia. Se convierte en una realidad tangible lo que no había sido más que una sombra alojada en la fantasía del creador.”
El director de cine tiene encima muchas responsabilidades. En primer lugar es responsable de la vida y milagros de ochenta o ciento cincuenta personas. Su labor, pues, tiene que ser muy segura y técnica, y debe respetar las necesidades de su inspiración personal, lo mismo que los imperativos de su programa de trabajo.
El director, sabe usted, afronta otra responsabilidad que casi podría llamarse metafísica. Quien dirige una película es el único que sabe a ciencia cierta lo que va a suceder. Lo que va a suceder en el plano de la realidad cotidiana de esas personas que trabajan con él y también en el plano de la realidad imaginaria de la obra. Ni el fotógrafo, ni el autor, ni el productor tienen una idea exacta de este futuro. Él es el único que domina la película en su mente.”
(“Trece directores del cine mexicano”, Beatriz Reyes Nevares, pp. 146-147)
Su actitud combativa dentro del STPC y su manera de dirigir hacen que se gane el mote de “El Perro”. Es padre del también cineasta Luis Estrada. Crea el Fideicomiso de Estímulo al Cine Mexicano (FECIMEX) y es autor de cinco obras teatrales de las que sobresale “Pasaporte”.
En la sinopsis que publica el CUEC en su Catálogo de Ejercicios Fílmicos Escolares 1963-1989, sobre el mediometraje Recodo de purgatorio/1975 literalmente se lee así: “Un hombre llega a un cuarto de hotel, se desnuda, traga una fuerte dosis de barbitúricos y, mecido por la deliciosa voz grave de Marlene Dietrich, espera la muerte. En pleno delirio suicida, se imagina objeto de una serie de humillaciones sexuales, que representan las huellas morales de su pasado. La cadena de entidades represivas encarna en el sacerdote director del colegio infantil, quien entre admoniciones moralistas exige que se le haga un felatio; en la madre chantajista que ofrece sus senos flácidos mientras introduce un tubo en su ano para recibir leche; en el padre autoritario que defeca en el rostro del personaje; en el militar que lo viola”. Resultado: uno de los casos de censura más llamativos en el cine mexicano, que realiza la misma escuela que lo produjo.
Sus libros preferidos son “Tirano Banderas”, de Ramón del Valle-Inclán, “El otoño del patriarca”, de Gabriel García Márquez, y “Maten al león”, de Jorge Ibargüengoitia. Se le otorga el Premio Villaurrutia por el montaje de “Jacobo o la sumisión”/Eugène Ionesco. Monta además “De pétalos perennes”/Luis Zapata, “¡Pelearán 10 rounds!”/Vicente Leñero y “Esperando a Godot”/Samuel Beckett.
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