Poeta, periodista, argumentista y director artístico. Entusiasta aficionado al cine, José Manuel Ramos escribe para el semanario “Mefistófeles” con el seudónimo de Salustiano; también escribe y adapta numerosos argumentos filmados entre 1917 y 1921: Alma de sacrificio/Joaquín Coss 1917, Partida ganada/Enrique Castilla 1920, así como las cintas dirigidas por Ernesto Vollrath Hasta después de la muerte/1920, En la hacienda/1921, Amnesia/Dos almas en una/1921 y La parcela/1922.
José Manuel Ramos, codirige con Carlos E. González Tepeyac/1917 y Confesión trágica/1919, y el ingeniero Fernando Sáyago selecciona los emplazamientos de cámara tomados por el camarógrafo Julio Lamadrid.
La primera, Tepeyac/1917 bajo el sello de la empresa Film Colonial, en la vena del nacionalismo hispano-católico, se inspira en la tradición de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. El argumento es de la autoría de los mismos realizadores, y los títulos y subtítulos son elaborados por el periodista Rafael Bermúdez Zataraín. El filme consta de dos partes: una se desarrolla en 1917 y la otra reconstruye los orígenes del culto guadalupano en los primeros años de la Conquista, a través de un repaso de las prodigiosas apariciones de la Virgen de Guadalupe, el milagro de las rosas, y la tilma (manto de algodón a modo de capa sobre el hombro) del indio Juan Diego, estampada con la efigie mariana, que comprueba la perdurable vigencia de la Guadalupana.
Se alterna el pasado del culto guadalupano, con una comprometida situación del presente que reclama la intervención de la Virgen, como es el caso del novio de Lupita, Carlos Fernández, quien ha sobrevivido al hundimiento del barco en el que viajaba a Europa, a raíz del ataque de un submarino alemán. La Virgen de Guadalupe es interpretada por la Sra. Concepción Muñoz, quien figura con el seudónimo de Beatriz de Córdova; un indígena auténtico, Feliciano Gutiérrez es Juan Bernardino; el pintor Gabriel Montiel aparece como Juan Diego y Pilar L. Cota es Lupita, quien deja en manos de su fe religiosa, la salvación del prometido en altamar, el actor Roberto Arroyo Carrillo.
Para su proyección, la película cuenta con el visto bueno del Vicario General de la Iglesia Mexicana, quien además la recomienda a los fieles. Los productores, sin recursos para promover la cinta, la venden a la empresa de Germán Camus proporcionando a sus autores -descontados los gastos- una utilidad de diez pesos.
Rescatada por el historiador universitario Aurelio de los Reyes y restaurada por la Filmoteca de la UNAM a partir de los negativos y positivos de nitrato de celulosa, el filme es un material de valor histórico y estético muy importante, que puede verse en línea en el canal de la Filmoteca en su canal de YouTube, liga que adjuntamos en “Enlaces relacionados” al final de la biografía.
La segunda, Confesión trágica/1919, expresa cinematográficamente las ideas del poema “Fray Juan”, del español José Velarde, con cuyos versos se forman los intertítulos de la película que se filma en el convento de Tepotzotlán y en San Ángel. Los diversos personajes fueron interpretados por María Mercedes Ferriz, José Manuel Ramos, Alberto Fuentes, Eduardo Villaseñor y el periodista Guillermo Luzuriaga “Solón de Mel”. La cinta ilustra el poema de José Velarde, que hace referencia al encuentro de dos almas que sufren por el pecado de la carne, una joven seducida por un caballero al que no puede olvidar ni dejar de desear y el pecador que, arrepentido, se ha refugiado en un monasterio y que -inesperadamente- debe oír la confesión de su antigua víctima, antes de que, sin aliento, ahogado, caiga muerto al pie del altar. Además de la dirección artística, Carlos E. González y José Manuel Ramos actúan en pequeños papeles. Ambas películas fueron distribuidas por Germán Camus y Compañía.
José Manuel Ramos continúa con Viaje redondo/1919, adaptación de un argumento de Carlos Noriega Hope, que cuenta los apuros de un fuereño en la capital, y traslada a la pantalla los “tipos mexicanos” del teatro de revista, encarnados por Leopoldo “Cautezón” Beristain, quien circula por la “aristocrática” calle de Plateros y el zócalo a lomo de burro y crea para el cine nacional la figura del charro mexicano. Lo acompañan en el reparto Lucina Joya, Alicia Pérez y el debutante Joaquín Pardavé.
En El Zarco o los plateados/1920, su último filme, sobre la novela costumbrista de Ignacio Manuel Altamirano, historia que gira en torno a un ladrón, El Zarco, miembro de una banda de asaltantes llamados los plateados por los adornos que cubren sus ropas y sillas de montar. Protagonizan la cinta Gilda Chavarri, Enrique Cantalauba y Luis Santamaría, debuta como productor y actor Miguel Contreras Torres. Cuando se inician los ensayos de sonorización, dirige el corto Cautiva, producción del impresor Fernando M. Campos con música de Agustín Lara.
“Ramos fundó la escuela romántica del cinematógrafo en México. Como buen artista buscó modelos en las películas italianas que llegaron hasta nosotros, cuando aún en Norteamérica se manufacturaban carreras y golpes por millares de metros. Su entusiasmo, carente de toda clase de conocimientos técnicos (entonces nadie sabía en México que hubiese una disciplina, una serie de normas previas, necesarias para construir fotodramas), tuvo que basarse en la observación, y como sus modelos eran excesivamente teatrales, tuvo que ‘hacer teatro’ en silencio. Naturalmente, esto no es un reproche, puesto que la deficiente técnica italiana de aquellos días, extraída de la técnica teatral, era la única que llegaba hasta aquí… Ramos cristalizó sus entusiasmos en Confesión trágica, un poema demasiado teatral llevado a la pantalla con excesiva teatralidad y con una enorme dosis de entusiasmo…”
(El Universal, “Los Directores Cinematográficos y su Obra Hasta el Año del Centenario”, Silvestre Bonnard [alias de Carlos Noriega Hope], 11/09/1921, 2ª Sección, p. 7, Archivo de Federico Dávalos Orozco y Esperanza Vázquez Bernal)
José Manuel Ramos es primo del filósofo Samuel Ramos, conocido por su libro “El perfil del hombre y la cultura en México”, y abuelo de la bailarina de danza folklórica Maya Ramos. Es cronista taurino de “La Afición” durante muchos años. Tepeyac/1917 es uno de los casos en que se refleja nítidamente el carácter informal de la producción de aquel periodo, dificultando la asignación de créditos tal como los conocemos en la actualidad. En la cinta podemos apreciar escenas del 12 de diciembre en La Villa: un tianguis, breves escenas de danzantes y una multitud de campesinos que miran desconcertados a la cámara en medio de la cual los protagonistas, con elegantes trajes de ciudad, se encuentran desubicados e incómodos.
“Tepeyac”. Película completa
Sobre “Confesión trágica” y “Tepeyac”
https://cinesilentemexicano.wordpress.com/tag/carlos-e-gonzalez/
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