Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

Sinopsis: Marcos es un exitoso pelotari, pero también es un canalla: no se tienta el corazón cuando traiciona a Lucrecia, su amante, con una mujer muy rica, Sara. A su vez, rechaza el amor que Rebeca le manifiesta. El hermano de ésta, Armando, tiene un conflicto con Marcial, por unas apuestas. Marcos promete a Sara irse de vacaciones con ella a La Habana. Al mismo tiempo intenta convencer a Rebeca de que aborte el hijo de ambos. Ante la negativa de ella para cumplir su deseo, Marcos la abandona. Rebeca, por completo abatida, intenta suicidarse. Marcial decide aprovechar la circunstancia de Marcos y lo chantajea con la deuda de Armando: le exige pierda un partido. Marcos hace lo contrario: gana. Marcial y sus esbirros atrapan a Marcos y lo someten pretendiendo que les firme un cheque para cobrárselas. Marcos va a buscar a Sara para que sea ella la que pague la deuda. Ella se niega argumentando que en realidad no tiene dinero. Marcos la rechaza violenta y cobardemente. Forcejea con ella por unas joyas falsas. Termina matándola de un disparo. Logra, sin embargo, escapar. Su buena estrella lo cobija ya que incluso puede cobrar un cheque de 25 mil pesos, dinero con el que planea huir del país. Compra un boleto de avión, ignorante que en el mismo vuelo va Rebeca. Ella al verlo no puede controlarse: se levanta de su asiento y mientras él dormita lo mata de un balazo.

Es éste un filme por completo ignorado en su tiempo. Parecía un tremendista melodrama. Sin embargo, Roberto Gavaldón concibió demasiadas escenas exclusivamente visuales, que con el tiempo han incrementado el valor del filme. Por ejemplo, ese enfrentamiento entre Marcos y Sara: él la pone ante un espejo y la acusa de vieja y fea. Los primeros planos que muestran arrugas e imperfecciones en el rostro de Sara están, sin exagerar, a la altura del Hitchcock de Bajo el signo de Capricornio/1949). Gavaldón confirma una sabiduría dramática para hacer que el personaje se vea con los ojos de su antagonista. Asimismo, el colofón del filme, la última vez que se ve a Marcos como personaje, es en una fotografía que se desprende de un poste, al amanecer, justo frente al Frontón México, escenario donde sucede gran parte de la historia; el viento desprende y se lleva esa foto, hasta quedar en el arroyo de la calle, convertida en basura a punto de ser recogida por un barrendero. Pero antes un perro pasa y orina encima del rostro de Marcos. O esos escenarios de eterna oscuridad vistos a través de persianas y ventanas, que dan la sensación de que los personajes son desgarrados por filosas sombras. Todo el filme está lleno de “apuntes” de ese tipo, por completo visuales logrados por el veterano Jack Draper, que eran insólitos para el cine mexicano de los 1950 y hasta de los 1960, lo que confirma la esencia vanguardista de Gavaldón.

También llama la atención la pétrea concepción del personaje, un antihéroe completo, sin ningún rasgo de bondad, interpretado con enorme solvencia y sin esquematismos sobre la maldad por Pedro Armendáriz. Igualmente, son destacables los personajes femeninos, llevados al extremo de una fragilidad lacerante, curiosamente no por una cuestión sexual sino de una simple carencia amorosa y sentimental.

El filme culmina la línea policial que tan nítidamente trazaron en su momento Gavaldón y su guionista José Revueltas. Es así que este filme confirma su calidad pionera por ese gusto que tiene de introducir en una estructura melodramática una serie de grietas, empezando por su esencia policial, que narra la trayectoria de Marcos desde su personal óptica amoral. Grietas como ésta, pues, que conducen hacia lo meramente oscuro, hacia lo inconsciente. Lo pulsional del crimen, lo irredimible que hay en las pasiones humanas y en el amor incomprensible; lo inconsciente de las conductas, tanto las de la entrega femenina como las de la animalidad masculina.

Gracias a su abundancia de contexto, que lo mismo incluye pelotaris reales y célebres en su momento, como al brillante uso de locaciones, el filme es un juego entre el paisaje nocturno de la Ciudad de México y la sicología deformada-deformante de sus personajes, como si no hubiera otra explicación para sus conductas que una ciudad concebida desde sus más terribles rincones, igual que hizo el cineasta Jules Dassin en sus obras hollywoodenses (Naked city, Night and the city), concentrando la acción hasta que el final, por cruel, es liberadora. En efecto, es otra contundente y avanzada obra maestra de Gavaldón.

Ficha artística: Pedro Armendáriz (Marcos Arizmendi); Anita Blanch (Sara); Rebeca Iturbide (Rebeca Villareal); Eva Martino (Lucrecia); José María Linares (Marcial Gómez); Julio Villarreal (padre de Rebeca); Armando Soto la Marina (esbirro), Carlos Múzquiz (Armando), Wolf Ruvinskis (Bodoques).

Ficha técnica: Productora: Mier y Brooks, México; Productores: Felipe Mier y Oscar J. Brooks; Productor ejecutivo: Ernesto Enríquez; Gerente de producción: Miguel Hernández Cajigal; Argumento: Luis Spota; Adaptación: José Revueltas, Roberto Gavaldón y Jesús Cárdenas; Fotografía: Jack Draper (en blanco y negro); Edición: Charles L. Kimball; Escenografía: Edward Fitzgerald; Maquillaje: Armando Meyer; Música: Raúl Lavista; Canciones: Miguel Angel Pazos, Sergio de Karlo y otros.

Estudios y laboratorios: Estudios Churubusco; Duración: 85minutos; Estreno: Cine Mariscala, Ciudad de México, 24 de abril de 1952.