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ANTOLOGÍA DE PELÍCULA

José Felipe Coria

PELÍCULA: EL ESQUELETO DE LA SEÑORA MORALES

DIRECTOR: Rogelio A. González, 1959

AUTOR: JOSÉ FELIPE CORIA

Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

 

Sinopsis: Gloria y Pablo conforman un matrimonio que constantemente se pelea. Pablo ataca a Gloria por su excesiva fe religiosa, rayana en el fanatismo. Ella resiente estos ataques. Su venganza son siempre pequeños actos que contrarían a Pablo, como tratar de echar a la criada, Meche, lo que él impide. Pablo, para vengar este hecho, va con el padre Artemio a exigirle un dinero que le dio Gloria de limosna. Utiliza ese dinero para comprarse una cámara fotográfica que mucho desea. Aprovechando la circunstancia, Gloria rompe la cámara de Pablo y finge que ha sido golpeada por su no se sabe si verdugo o marido. A pesar de todo esto, Gloria se niega a separarse de Pablo, como él le pide. Un día, Pablo anuncia que Gloria se ha ido a vivir a Guadalajara, pero a un esqueleto que conserva en su taller de taxidermista comienza a tratarlo fingiendo que es ella, levantando sospechas entre los amigos comunes, quienes denuncian a Pablo como uxoricida. Es absuelto por falta de pruebas, a pesar de que se especula sobre un hueso del esqueleto, la probable rodilla deforme de Gloria, que le producía su cojera característica. Finalmente, Pablo se regodea en confesión con el padre Artemio, contándole cómo mató a Gloria con estricnina, para después incinerarla hasta los huesos, los que reemplazó recurriendo a diversas piezas óseas de animales gracias a las cuales fue exonerado judicialmente del crimen. Al final, todos los conocidos de Pablo y Gloria se reúnen en conmemoración de ella y mueren envenenados tras ingerir el licor favorito que ella bebía, pollas con huevo y leche.

Rogelio A. González en la comedia ligera El inocente/1955 hizo delirantes secuencias de baile, concebidas para sabotear el melodramático concepto romántico del filme. Al momento en que canta el ídolo Pedro Infante, quien interpreta un mecánico, sus amigos, también mecánicos, bailan esperpénticamente al ritmo de la canción. Teniendo, pues, este antecedente de un cine comercial que trastocaba parámetros de géneros fílmicos mexicanos, González se arriesgó con El esqueleto de la señora Morales, cinta por completo atípica en la industria nacional, tanto en su tiempo como posteriormente.

Básicamente se trata de una comedia de negrísimo humor, agresiva hasta cierto punto, sobre una serie de conductas deformantes que asume el personaje de Gloria (interpretado sin una nota falsa por la española Amparo Rivelles), quien lleva su religiosidad hasta lo repugnante. A su vez, Pablo (vuelto jocoso antihéroe por Arturo de Córdova), encarna la contraparte cruel de un marido por completo amoral. El equilibrio que logra González con sus actores es fundamental para el buen fin de esta comedia. Pero, a su vez, hace un interesante ejercicio visual, convirtiendo lo ordinario en extraordinario, en algo que se va distorsionando paulatinamente; transforma la óptica y el espacio cinematográficos con hábil manejo de lentes para permitir el cambio de la perspectiva visual normal a una anamórfica, gracias al inspirado trabajo de su fotógrafo Víctor Herrera. Asimismo, hay un paso sutil de planos convencionales a otros con audaces puntos de fuga. Su plano final, por ejemplo, fue siempre incomprendido: concluye la cinta literalmente de cabeza, lo que sugería que se negaba todo lo visto. Esto visto es, en realidad, “el mundo al revés”. Por ello, el estilo visual contrapuntea las acciones, alguna más cruel que otra, vistas desde una distancia burlona, sin caer en lo grotesco aunque manteniendo ese difícil pero contundente equilibrio esperpéntico.

El filme revela la sutileza estructural con la que fue construido. Este es uno de sus aciertos fundamentales ya que era importante para González que con levedad quedaran de manifiesto los conflictos del argumento sin hacerlos explícitos, dejándolos a nivel intertextual, como pequeñas trampas. Así que tras su aparente crudeza, el tiempo desvela sus sofisticaciones, como el trasfondo que hay en el enfrentamiento de odio absoluto cotidiano entre cónyuges. De esta forma, parte de su humor sin concesiones se debe a que para González importaba representar la historia como algo viviente. O sea, capta in situ el proceso del odio, como si él, González, fuera un entomólogo de emociones.

González combina una cierta tradición humorística española, de mayor calado que el humorismo blanco que promovía el cine mexicano de su tiempo, con un tono gótico inglés que tropicaliza para este acertado retrato sobre crueldad sin límite. El esqueleto de la señora Morales es un filme insólito, original, irrepetible.

Ficha artística: Arturo de Córdova (Pablo Morales); Amparo Rivelles (Gloria); Elda Peralta (señorita Castro, dependiente); Guillermo Orea (profesor); Rosenda Monteros (criada); Luis Aragón (Elodio, concuño), Mercedes Pascual (Lourditas Mendiolea), Antonio Bravo (padre Artemio), Angelines Fernández (Clara, hermana de Gloria), Armando Arriola (don Armando), Paz Villegas (la otra Mendiolea), Roberto Meyer (historiador).

Ficha técnica: Productora: Alfa Films, México; Productor: Sergio Kogan; Jefe de producción: Armando Espinosa; Guion y adaptación: Luis Alcoriza, sobre la novela “El misterio de Islington” de Arthur Machen; Fotografía: Víctor Herrera (en blanco y negro); Edición: Jorge Bustos; Música: Raúl Lavista; Escenografía: Edward Fitzgerald.

Estudios y laboratorios: Estudios Churubusco; Duración: 92 minutos; Estreno: Cine Chapultepec, Ciudad de México, 29 de mayo de 1960.

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