SORIA ROSALES, GABRIEL

Director, escritor y productor. Conocido como “El Hijo de Excélsior” por su gran trayectoria respaldada por ese diario, Gabriel Soria estudia becado en los Estados Unidos durante cinco años; no obstante que en septiembre de 1927 finaliza la beca de “Excélsior”, considera seguir con sus estudios por las noches, al obtener un empleo en “Los Ángeles Examiner”. Tiempo después, escribe en “La Opinión” la columna semanal “Este Hollywood”, en la que informa del desarrollo de la industria fílmica mexicana. Su trabajo en ambos diarios le permite introducirse al mundo cinematográfico como ayudante de dirección en los estudios Tiffany-Stahl.

Regresa a México en 1929 y firma un contrato para dirigir Revista Excélsior, convirtiéndose en uno de los pioneros de cortometrajes sonoros en nuestro país. Inicia todos los arreglos para filmar la revista cinematográfica, y obsesionado por sonorizar los filmes recibe la encomienda de traer de Estados Unidos los mejores equipos y es así como llegan a México el primer equipo de sonido, una cámara Bell and Howell y un equipo Western Electric, que también debió usarse para filmar la película Más fuerte que el deber/Raphael J. Sevilla 1930, lo cual no fue posible ya que, debido a un error, la cámara se quema. Para 1931 funge como subgerente del departamento de producción de una sucursal de la empresa neoyorkina Empire Productions.

En su debut como director con Chucho el Roto/1934, la primera de una filmografía de diez películas realizadas en México en un periodo de nueve años, los periódicos siembran la esperanza y la fe en el talento de Gabriel Soria para su primera filmación, sobre un argumento y guion de Rafael Bermúdez Zataraín, basado en la historia real del bandido: Jesús Arriaga “Chucho el roto” que en el argot popular, roto se refiere a elegante. Personaje que además de ladrón es buen actor, ya que para cometer los robos, en la planeación, se hace pasar por otros.

Es tanta la expectación que crea la cinta, de la que se espera salve al cine mexicano y lo ponga a la par del hollywoodense. Además, mucho antes de estrenarse la ópera prima, ésta era ya famosa y tenía contratos firmados con exhibidores de toda la República. Aunque presionado por todos los artículos que se escribían de su película, Gabriel Soria no se deja influenciar y se dedica meticulosamente a la edición de su trabajo.

El filme nos traslada al año de 1870 en la Ciudad de México, a través de una historia de amor que no llega a buen término, entre un ebanista pobre y una joven aristócrata: Jesús Arriaga y Matilde de Frizac, quien al quedar embarazada, da a luz en París y a su regreso hace pasar a su hija ante la sociedad por adoptada. Separado de su hija, la rapta, y la lleva a vivir con su familia (madre y hermana). Es encarcerlado y al escapar se convierte en un bandido generoso que roba a los ricos para dar a los pobres. “Chucho el roto” ahora toda una leyenda, volverá a ser capturado y morirá tras intentar fugarse a nado. Encabezan el reparto: Fernando Soler quien interpreta a “Chucho el Roto” y hace su debut en el cine sonoro nacional, la protagonista femenina Adriana Lamar, Alfredo del Diestro, Leopoldo “Chato” Ortín, Domingo y Julián Soler, Aurora Cortés y Fabio Arredondo, entre otros.

Roberto Gavaldón asiste a Gabriel Soria, la fotografía corre a cargo de Alex Phillips y la foto fija es de Gabriel Figueroa. Se filma a partir del 22 de enero de 1934 en los estudios de la Industrial Cinematográfica y en locaciones del Distrito Federal (cárcel de Belén, Coyoacán, Chapultepec) y de Veracruz (San Juan de Ulúa), con un costo de 87 mil pesos. Tiene su premier el 13 de junio de ese mismo año en el Palacio Chino, donde se observaba una larga fila de autómoviles en los que llegaron personalidades de la sociedad y celebridades artísticas, recibidas por una banda musical, que les da la bienvenida a la fiesta.

Entre lo más destacado de su trabajo, Gabriel Soria dirige La bestia negra/1938, bajo un argumento de Jorge Ferretis, guion que escribe el estadounidense Marcus Goodrich. El filme es un melodrama desarrollado en la época cardenista, cuya trama se ubica en torno a la locomotora “La Negra”, en el que dos ferrocarrileros encuentran escondida y se encariñan con la niña María, quien huye de los malos tratos en el circo donde trabaja, entorno que les arrebata a los personajes de la historia por algún tiempo su tranquilidad, aunque finalmente saldrán avantes de los embustes del dueño de la carpa y sus secuaces. Roberto Gavaldón asiste en la dirección y Gabriel Figueroa se encarga de la fotografía. Protagonizada por Fernando Soler, Arturo de Córdova, Mary López, Blanca Vischer, Carlos López Moctezuma y Antonio R. Frausto, entre otros. Se filma en diciembre de 1938 en los estudios CLASA y en locaciones del Distrito Federal y se estrena el 13 de mayo de 1939 en el cine Alameda, donde permanece una semana.

Su último largometraje, La dama de las camelias/1943 adaptación de la novela del francés Alexandre Dumas hijo, inspirada en un hecho real de la vida del autor, es la historia de amor entre un joven abogado y una joven y bella cortesana francesa, enferma de tuberculosis, relación en la que interfiere el padre de él, para evitar que la familia sea desdeñada, en especial su hija a punto de casarse.

Filmada en los estudios Azteca, conforman el elenco: Lina Montes, Emilio Tuero, Miguel Arenas, Fanny Schiller, Virginia Zurí, Mercedes Ferriz, José Morcillo, Alejandro Cobo y Tony Díaz, entre otros. Tiene su esteno el 11 de marzo de 1944 en el cine Metropolitan, donde permanece dos semanas. Poco después, Gabriel Soria se va a España, donde es gerente de la disquera Península Ibérica. Realiza documentales para el general Franco y básicamente se dedica a sus negocios. En 1967 visita México, y en 1970 vuelve a radicar en nuestro país de forma definitiva. Muere en 1971 víctima de un paro cardiaco.

GS.- “Tenía unos doce años y un día le dije a mi hermano mayor: ‘Yo quiero ser director de cine’. Mi hermano sonrió. Pero yo tenía metido entre ceja y ceja llevar adelante mi propósito. Compré un aparato de cine, y noche a noche proyectaba películas en un cuarto de mi casa, cobrando a los muchachos del barrio a un centavo la entrada. Todo lo relacionado con el cine me entusiasmaba, así es que ya estando en Los Angeles y habiendo terminado mis estudios en la Escuela Politécnica, resolví dedicarme en cuerpo y alma al cine. El deseo que había tenido de niño pareció cumplirse y la llegada de las toquis (películas habladas) me abrió los horizontes. Quería probar lo que un mexicano es capaz de hacer. Estaba por realizar el nuevo propósito, cuando me llamaron de la Ciudad de México y me fui.”

(Gabriel Soria 1903-1971, Eduardo de la Vega Alfaro, p. 31)