FECHA: 16 DE FEBRERO DE 2000
“Toda la pasión”
(Publicada en el suplemento cultural “Sábado” del periódico unomásuno)
¿Cuál es tu primer recuerdo cinematográfico?
Mi enamoramiento con el cine fue gradual, recuerdo mucho que entre mis amigos de la adolescencia a mí era al que le gustaba ir a ver las películas raras; salía profundamente emocionado de ver películas como Gritos y susurros, y mis amigos me decían: “¿Qué es esto, qué nos trajiste a ver?” Pero digamos que realmente mi pasión por el cine es tardía. Empezó cuando ya casi terminaba la carrera de Economía.
¿Cuándo decides que quieres dedicarte al cine?
Una amiga que estaba conectada con la gente de Telesecundaria me dijo: “Oye, tú eres economista, ¿por qué no escribes guiones para Telesecundaria?”, y le dije: “¡Sí, cómo no!” Así empecé escribiendo guiones de economía. Después entré a estudiar Comunicación en la UAM-Xochimilco, terminé y un año después me fui a estudiar cine.
¿Nunca pensaste en ingresar a una escuela de cine mexicana?
No, porque cuando me acerqué por primera vez al CCC tenía que haber terminado una licenciatura, y cuando regresé porque había terminado la carrera, pensé que era como volver a empezar y mejor decidí irme a estudiar a Estados Unidos.
¿De tu etapa como productor de películas, cuál fue tu aprendizaje al lado de directores como Raúl Araiza, Alejandro Pelayo y Rafael Montero?
Para mí la formación fundamental fue la de la Universidad de California en la UCLA, porque tenía contacto frecuente con los escritores, los directores y los productores. Entonces me di cuenta que la labor como cineasta tenía que pasar por los tres lados.
¿Cómo director-productor, el estar a cargo de la producción no te resta energía y concentración en tu desempeño como director?
Esto lo veo como un trabajo integral, no te puedo decir que me quita energía porque para mí el trabajo es un todo, así como produzco, dirijo. Tienes la posibilidad de saber y de tener una perspectiva más clara de lo que está pasando, y de tomar decisiones cuando te encuentras ante el dilema de tener que hacer una escena y saber que ya no tienes tiempo ni lana.
Diriges, produces, incluso escribes el guion en tu primera película, Hasta morir, la letra de las canciones es tuya; ¿es un gusto o una necesidad de control?
Yo digo que es un gusto, realmente lo disfruto.
Después de haber sido director de producción en el IMCINE de 1994 a 1996, ¿cómo es que Todo el poder es financiada por Altavista Films, compañía privada que debuta en el cine con tu película, cómo se da este acercamiento?
La gente de Altavista me invitó a una comida donde me dijeron: “Oye, tu película Hasta morir nos gusta mucho y después de ésta no has hecho nada, ¿qué tienes entre manos?”. Yo tenía el argumento de esta película, se los presenté y les gustó.
¿Cuál es la diferencia entre Hasta morir y Todo el poder en cuanto a recursos y lenguaje cinematográfico?
En términos de recursos no es mucha la diferencia entre una película y otra. Hasta morir debe haber costado un millón de dólares, mientras que Todo el poder costó un millón y medio. Creo que sí hay un cambio en el lenguaje, en la manera de abordar el tema, por una decisión personal, pues en cada película vas aprendiendo y experimentando; yo todavía estoy en una etapa de aprendizaje, por lo tanto, la realizo con un espíritu de investigación, con un espíritu de experimentación.
¿Cómo llegó la idea de Todo el poder?
La idea se genera a partir de una experiencia personal, a nosotros nos habían asaltado varias veces y la última vez fue de manera similar a la película. Nos quitaron la camioneta en donde iba con mi mujer y una amiga, y nos bajaron; ellas venían de San Antonio y nos quitaron todo. Después me hablaron para ofrecerme la camioneta de regreso, de aquí surgió Todo el poder.
En Todo el poder abordas un sinnúmero de posibilidades cinematográficas que abarcan la fotografía, los formatos, la música, distintas texturas, ¿por qué esta variedad?
Para hacer un contraste entre los diferentes mundos que se veían en la película, pero no nada más en la fotografía sino en la música, en la historia misma. De repente pasas de un momento que está muy sabroso, por un buen cotorreo, a una escena que es muy fuerte, y de repente pasas a algo más. La idea era jugar con el contraste todo el tiempo, creo que eso es lo que se llama puesta en escena.
En Hasta morir la música acentúa los momentos dramáticos; en Todo el poder sentí que en momentos verdaderamente tensos la música suaviza; ¿por qué disminuir el impacto agresivo?
Es la misma cuestión de los contrastes, busqué esa puesta en escena en todos lados, en las actuaciones, en la música. Lo que tiene de diferente esta película en cuanto a las otras que había hecho es que hay toda una empresa o toda una aventura comercial atrás de ella, con la cual tú tienes que ser coherente.
¿En Todo el poder interviniste en la composición musical?
No, pero todas y cada una de las canciones las escogí, a veces con la ayuda de la gente que hace la supervisión musical, hay canciones con las que estuve metido desde que inicié el guion de la película, como es el cado de Molotov, y otras fueron surgiendo. Ahora, en algunas otras sí colaboré.
¿Qué te gusta de Demián Bichir?
Mira, lo que más me gusta de Demián es que tenemos una vía de comunicación abierta muy importante; para mí eso es la mitad del trabajo con un actor, una vía que pasa por el entendimiento, que los dos se entiendan, y tener eso con un actor es tener ganada la mitad del trabajo.
¿Es arriesgado como director trabajar con actores que están debutando en cine, o debutando comercialmente con actores poco conocidos?
No, es arriesgado con cualquier actor, es decir, yo creo que uno de los trabajos que más hace el director es poner a los actores, a todos, en el mismo tono. Cada uno trae su escuela, sus vicios y sus virtudes, y lo que tienes que hacer como director es agarrarlos y ponerlos en la misma línea; que dentro de su personaje nunca tomen otro tono que no tenga que ver con la película.
¿Cómo te comunicas con los actores, tienes un método preferido?
Cada actor trabaja diferente y yo creo que como director tienes que buscar la manera de comunicarte con ellos. Yo en esta película tuve la enorme suerte de contar con un reparto de primerísimo nivel en cuanto a calidad actoral. A todos los conocía casi de antemano, casi con todos había trabajado en una u otra cosa, son actores hechos y derechos con quienes no tengo más que llegar, platicar, echar relajo y se acabó.
¿Altavista Films condicionó o delineó el perfil de la película?
Nunca trabajé con Altavista como empresa; trabajé con Francisco González como productor de la película, a él le tocaba encargarse de los intereses y las cuestiones de la productora, pero para mí el trabajo nunca pasó por ahí, para mí el trabajo pasó por una visión común de una película que queríamos hacer, y juntos fuimos descubriendo esta película. Hubo muchos enfrentamientos, pero también muchas cosas en las que estábamos de acuerdo.
¿En la edición también interviniste?
Sí, cuadro por cuadro, digamos que soy control-freak; me meto hasta la cocina en todos los departamentos, no nada más en la edición; creo que es lo que uno tiene que hacer, pero no para impedir el trabajo de la gente, sino para decir qué es lo que estoy buscando.
¿Cuál es la diferencia del director de Hasta morir y el de Todo el poder; cinco años después, cómo te sientes?
Para mí fue casi como volver a empezar porque ha pasado mucho tiempo, tú maduras como persona o tienes otras cosas que hacer, pero tu oficio cinematográfico lo tienes que rescatar, desempolvar. Yo hice muchos comerciales, pero no es lo mismo, sobre todo con lo que tiene que ver con ponerte atrás de la cámara. Fue como sacar todo lo que tenía guardado en el armario, ponerlo a orear y decir va de nuevo.
¿Del guion a la pantalla en Todo el poder qué fue lo que más trabajo te costó?
Yo creo que nada, como fue un trabajo desde el principio muy controlado por mí, todas las cosas fueron sobre ruedas.
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