TOSCANO BARRAGÁN, SALVADOR

Empresario cinematográfico, exhibidor, fotógrafo y documentalista. Estudia preparatoria en la Ciudad de México y en 1897 se recibe de Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo. Este mismo año inicia su carrera como documentalista y empresario cinematográfico -a veces solo y otras en sociedad- que alterna con el ejercicio de su profesión, convirtiéndose en uno de los pioneros del cine mexicano. Al tener conocimiento del nuevo invento de los hermanos Lumiere, Salvador Toscano importa el aparato en pagos desde Francia y abre la primera sala en México, llamada Cinematógrafo Lumière, en la calle de Plateros (hoy Madero) en la Ciudad de México, donde proyecta cortometrajes de los Lumiere y de George Meliès.

La necesidad de diversificar la oferta, enfrentar a la competencia y de atraer a los públicos locales, hacen que a partir de 1898, Salvador Toscano sea, tal vez, el primer mexicano en filmar el Zócalo y la Alameda capitalinos con la cámara Lumière. A los paisajes le siguen las corridas de toros, festejos cívicos y populares, acontecimientos noticiosos, así como registros ocasionales de fragmentos de representaciones teatrales y de variedades como “Don Juan Tenorio” basado en la obra homónima del escritor español José Zorrilla o “Rosario Soler en Sevillanas”, en 1899, y puestas en escena inspiradas en las producciones de Georges Méliès.

Don Juan Tenorio/1898 es el primer filme mexicano distribuido, y es protagonizado por el entonces popular actor Paco Gavilanes. A partir de ese momento, Salvador Toscano combina su actividad de exhibidor al abrir una nueva sala de cine, el Salón Rojo, en la Ciudad de México, con la de director cinematográfico, manejando él mismo su cámara. Asimismo, filma documentales referentes a eventos internacionales, como Alfonso XIII en París, el gran incendio en Denver, huelga de los trabajadores rusos y la Revolución Rusa, entre otros.

Se dedica a la exhibición tanto itinerante como fija. Entre sus socios están el francés Carlos Mongrand, Román J. Barreiro, Enrique Echániz Brust y Andrés Devars en diversos negocios y producciones. Su principal colaborador y camarógrafo, desde 1907, es Antonio F. Ocañas. En 1921 liquida totalmente sus relaciones con la exhibición.

En Las fiestas presidenciales en México/1904 comienza a ensayar el reportaje documental, estilo que culmina en Viaje a Yucatán/1906, donde recrea en forma cronológica con vistas fijas y de movimiento el viaje del dictador Porfirio Díaz a esa península. A finales de 1906 y principios de 1907 alquila en Guadalajara el Teatro Degollado y el Salón Olimpia para convertirlos en espacios de difusión del espectáculo cinematográfico. Con Antonio F. Ocañas filma las Fiestas del Centenario de la Independencia y, a partir de 1911, realiza cintas sobre el movimiento revolucionario y de propaganda política.

Durante la campaña presidencial de 1911, Salvador Toscano hace propaganda cinematográfica a favor de Madero y Pino Suárez, con un corto que incluye “un retrato cinematográfico de gran tamaño” (primeros planos) de los candidatos. En 1913 filma La Decena Trágica en México y en 1914 Invasión Norteamericana.

A su regreso de Veracruz en abril de 1914, casi muere fusilado junto con Antonio F. Ocañas por un destacamento militar que pensó que hacían propaganda proyanqui. En 1917, por cuenta de la Secretaría de Fomento, encabeza la Comisión Exploradora del Territorio de Quintana Roo, y filma El territorio de Quintana Roo. A partir de 1912 inicia lo que será su más importante legado fílmico, el montaje de Historia completa de la Revolución, que en 1914 edita con Ocañas y Enrique Echániz Brust y que actualiza en 1915 y 1916 con la victoria del carrancismo.

A través de diversas adquisiciones y filmaciones realiza otros montajes, así como diversas versiones de la historia de la Revolución, hasta incluir aspectos de los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. A partir de todos los materiales recopilados por Salvador Toscano, propios y de otros compañeros cinematógrafos, su hija Carmen Toscano produce y edita Memorias de un mexicano/1950. Un documental que se realiza utilizando el guion y material del archivo de su padre, quien les da una secuencia histórica. Narrado en primera persona por Manuel Bernal, la voz explica las imágenes tomadas por Salvador Toscano entre 1897 y 1924, sobre todo de la Revolución Mexicana, con apariciones de Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Pancho Villa y Emiliano Zapata, celebraciones del Centenario de la Independencia, la toma de Ciudad Juárez, la Decena Trágica, así como Palacio Nacional sin el tercer piso, el Canal de La Viga, la calle Plateros (hoy Madero), las primeras experiencias de la aviación en México, carros alegóricos, iglesias, mítines y la vida diaria, imágenes que se ligan a una pequeña historia familiar, cuyos personajes no aparecen. El documental tiene su estreno el 24 de agosto de 1950 en el cine Chapultepec, donde permanece tres semanas.

Memorias de un mexicano, le merece a Salvador Toscano el Ariel Premio Especial en 1951, bajo el rubro de Película de Mayor Interés Nacional, cinta que se traduce al inglés, francés y ruso. Es la única película declarada Monumento Histórico de la Nación por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1967. La Fundación Toscano dona estas vistas tomadas por Salvador Toscano a la Filmoteca de la UNAM.

Como ingeniero, participa desde principios del siglo XX en varias comisiones hidrográficas y obras municipales en Atlixco, Puebla, y, sobre todo, como supervisor en la construcción de carreteras para la Secretaría de Comunicaciones entre 1925 y 1941.

“Como el mismo aparato [Lumière] también servía para tomar películas, me di a esta tarea; entre otros saqué al famoso Gavilanes, del teatro de las señoras Moriones, aplastado por una aplanadora, que pasaba por las calles de la Alameda. Empleaba el recurso de suspender la toma de la película mientras se colocaba en lugar del actor un muñeco recortado para dar la impresión del cuerpo reducido a un plano. Luego hacía que un amigo le diera a fumar un cigarro de El Buen Tono de una marca entonces muy en boga y después de arrojar el humo, que aspiraba una persona por detrás del muñeco, Paco Gavilanes salía vivo, bailando, y el público prorrumpía en carcajadas.”

(Carta a José María Sánchez García, Salvador Toscano, 1942, en Cinema Reporter, “Historia del Cine Mexicano”, José María Sánchez García, No. 674, 16/06/1951, pp. 25-26)