Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
Sinopsis: En este filme, secuela de El reino de los gángsters, vemos al director y actor gallego-cubano-mexicano encarnar nuevamente al mafioso Johnny Carmenta, quien ahora ve su reino del crimen amenazado por Pancho Domínguez, “El Charro del Arrabal”, una especie de caporal urbano con todo y espuelas, líder de una banda de charros revoltosos que hacen de las cantinas del barrio su territorio. Para colmo de males, el campirano personaje también va tras la exuberante humanidad de Rosa, rumbera de fogosos bailes y giratorias caderas, novia de Carmenta, responsable de este triángulo amoroso y presa del titánico conflicto entre estas dos fuerzas de la Naturaleza: charros y gángsters.
El concepto cinematográfico de Juan Orol (1897-1988), de quien se dice que hizo las películas mexicanas peor realizadas de la historia, es motivo de estudio en la actualidad como el creador de una especie de “expresionismo surrealista”, un cine de autor que parodia, así sea de manera involuntaria, al cine negro estadounidense.
Como los grandes cineastas que crean un lenguaje acorde con el tamaño de sus sueños, Juan Orol llevó sus fantasías a extremos épicos, sin detenerse en minucias narrativas, dejando que las situaciones inverosímiles se trenzaran en su imaginería. Se dice que si bien Orol no pudo ser un criminal en el mundo cotidiano, sí creó a su alter ego: Johnny Carmenta, singular galán y gángster inspirado ligeramente en James Cagney, pero adaptado al México posrevolucionario. Por otra parte, según el “Diccionario De Directores del Cine Mexicano” de Perla Ciuk, Orol, nacido en El Ferrol, Galicia, fue mecánico, corredor de autos, beisbolista, actor de teatro, torero (bajo el nombre de “Esparterito”), reportero, agente secreto y director artístico de la XEQ.
Leyendas aparte, lo cierto es que Juan Orol denota, en su obra, una completa falta de preocupación por las más elementales reglas de la ortografía cinematográfica, sin importarle incurrir en los más grotescos errores de montaje, derivados, casi todos ellos, de su precaria economía de productor, que la hacía hacer una sola toma de cada escena, sin importarle el resultado artístico de la misma.
Carlos Monsiváis, en el “Anuario 1965 del Departamento de Actividades Cinematográficas de la UNAM” nos dice: “En Gángsters contra charros está la que de seguro es la secuencia más gratuita de la historia del cine. Rosa Carmina le ha pedido a Johnny Carmenta un carro lujoso. Corte a un reñidísimo partido de futbol Atlas-Atlante. Vemos un buen rato las graderías entusiastas, los avatares del partido, el júbilo popular. Corte a Orol que introduce una ganzúa en un coche. Entonces nos damos cuenta que vimos el juego cerca de cinco minutos sólo para justificar el robo de Orol de un automóvil cualquiera cuyo dueño (suponemos) se hallaba en el juego. Y todavía regresamos un minuto más al partido. Como es obvio, la lógica y la presión imaginativa que supone le resultan a Orol insoportables. Nunca explica la geografía, la sociología o la psicología de los escenarios y personajes. Le basta con que existan y se siente satisfecho con que amen o mueran, de la manera más libre posible, sin que se enteren de las tediosas unidades aristotélicas, de las exigencias de la trama o del desarrollo consecuente de la acción. En Orol todo es como el primer día, a la salida de las fábricas Lumière”.
Pero dejemos que el maestro se explique en sus propias palabras: Orol confiesa en una entrevista incluida en el volumen “Testimonios para la historia del cine mexicano”, publicado por la Cineteca Nacional de México en 1976, que “hacía cine para ganar dinero como cualquier otro negocio; pero además tenía la satisfacción de mostrar a la Humanidad sus propios defectos, sus rasgos inhumanos. Quería terminar con el asesinato mediante la película, porque yo representaba el crimen para luego castigarlo, ya que si no hay delito no puede haber escarmiento. Así, presentaba el delito y después la pena, para que la gente viera que “el que la hace la paga”. Siempre en mis películas castigaba al delincuente de un modo atroz: de tal manera que mi público evitara cometer los errores de mis personajes”.
Ficha artística: Rosa Carmina (Rosa), Juan Orol (Johnny Carmenta), José Pulido (Pancho Domínguez, El Charro del Arrabal), Roberto Cañedo (Julio), Raúl Guerrero (Murciélago / Pepe el Templao), Manuel Arvide (Felipe), Florencio Castelló (Paquiro), Chel López (mecánico), José Negrete (gángster), José Slim (gángster), Jorge Camacho (charro), Ramón Randall (charro).
Ficha técnica: Productora: España Sono Films. Productor ejecutivo: Juan Orol. Jefe de producción: Luis G. Rubín. Argumento y guion: Juan Orol. Fotografía: Domingo Carrillo (blanco y negro) Cámara: Enrique Wallace. Montaje: Juan José Marino. Sonido: B.J. Kroger, Francisco Alcayde y Enrique Rodríguez. Música: Antonio Rosado. Dirección artística: Ramón Rodríguez Granada. Constructor de decorados: Carlos Toussaint. Maquillaje: Carmen Palomino. Asistente de dirección: Jorge López Portillo.
Estudios de rodaje: Estudios América. Laboratorios: América. Duración: 79 minutos. Estreno: Abril 28 de 1948, Ciudad de México.
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