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ANTOLOGÍA DE PELÍCULA

Rafael Aviña

PELÍCULA: EL SUAVECITO

DIRECTOR: Fernando Méndez, 1950

AUTOR: RAFAEL AVIÑA

Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

 

Sinopsis: Roberto El Suavecito, quien vive con su madre doña Cholita en una humilde vecindad, en la que habita también su novia Lupita y su padre paralítico. Ésta, se entera que su novio ha llegado de Acapulco y que le ha sido infiel, a pesar de su enojo, la convence de ir a un baile, luego de ganar con trampas un juego de billar con la ayuda de su amigo Brillantina. En el Salón de baile, Roberto es intimidado por los esbirros de un gángster a quien llaman El Nene y tiene que pagarles, a su vez, es mordido por una de sus amantes a quien abofetea y ello provoca un pleito con el taxista Carlos, quien pretende también a Lupita y todos acaban en la Delegación. Roberto olvida el onomástico de su madre y llega tarde con varios regalos y un trío de cantantes. Después Roberto lleva a Carlos a un garito donde es golpeado y acusado del crimen de una prostituta cometido por El Nene, y el propio Suavecito testifica en su contra. No obstante, Roberto se arrepiente y confiesa, El Nene va a dar a prisión, Carlos es liberado, pero los secuaces de El Nene asesinan al Suavecito en una solitaria terminal de autobuses, quien muere en brazos de Lupita.

El Suavecito es sin duda un retrato notable de una época y de una clase social. La ambigüedad y complejidad del protagonista están resueltas de manera magistral tanto por un brillante Víctor Parra en el mejor papel de su carrera y por el oficio sólido del realizador. Su personaje es sin duda uno de los más emblemáticos de todo el cine mexicano en su mejor etapa, a pesar del rechazo y la mojigatería que despertó en su momento.

Tarzanes, explotadores de mujeres, canasteros, hábiles carteristas expertos en el “dos de bastos”, boqueteros, asalta-taxistas, traficantes de drogas, ladrones de bancos, violadores, e incluso asesinos y secuestradores y explotadores de mujeres, formaban parte de una curiosa fauna social arrinconada, acosada y señalada por otra, no menos agresiva, integrada por funcionarios corruptos, prestanombres, o “lenonas” de altos vuelos a mediados de los años cuarenta. Esos insólitos y nuevos villanos de un emergente cine cabaretil, hábiles para el baile y la labia, quienes a su vez, conseguían estafar y derretir de pasión a una buena parte de sus protegidas, encontraron diversos salidas en filmes como Angeles del arrabal/Raúl de Anda 1949 y El suavecito de Fernando Méndez, dos películas que dieron oportunidad de lucimiento al joven actor Víctor Parra quien encarnó con inteligencia al personaje titular apodado así: El Suavecito. En Ángeles del arrabal, es el padrote que cobra 32 pesos a la mujer que explota y comenta que el mejor negocio son las viejas: “Aquí me tienes bien entacuchado, bien comido y sin líos con la chota”.

El papel de Parra, en Ángeles del arrabal, llamó tanto la atención que su personaje mereció una suerte de depurada y magnífica secuela dirigida por el hábil Fernando Méndez, El suavecito, en la que alternó con Dagoberto Rodríguez y Aurora Segura, para encarnar con inteligencia, a este padrote hipócrita, tramposo, misógino, gran bailarín de mambo y con un serio complejo de Edipo. Hay secuencias memorables como la del salón de baile, aquella de los billares con Federico Curiel “Pichirilo” en su papel de Brillantina, la escena del cumpleaños de la madre del explotador de jovencitas en cuestión, o la secuencia final en la central camionera, digna de las mejores obras de aquel inclemente y majestuoso cine negro que el Hollywood de la Serie B, lanzaba en la época de la posguerra.

De entrada los primeros problemas de la película fueron con el Departamento de Censura de la Dirección General de Cinematografía que prohibió su exhibición, aunque luego de varios meses en entredicho, finalmente la película pudo proyectarse con clasificación C -en ese entonces para adolescentes y adultos-, casi un año después de filmada. La cinta considerada canalla, de mal gusto y denigrante, tuvo que ser mutilada en algunas secuencias de violencia y maltrato femenino, cuando realmente retrataba con enorme fidelidad el ambiente de las vecindades de la ciudad de México y el quehacer cotidiano de una realidad innegable como lo eran aquellos tarzanes y gigolós de barriada.

Ficha artística: Víctor Parra (Roberto Ramírez El Suavecito), Aurora Segura (Lupita Soto), Dagoberto Rodríguez (Carlos Martínez), Jacqueline Evans (gringa), María Amelia de Torres (doña Soledad Raya Cholita), Enrique del Castillo (Luis El Nene), Federico Curiel “Pichirilo” (Brillantina), Gilberto González y Manuel Dondé (esbirros de El Nene).

Ficha técnica: Productora: Cinematográfica Intercontinental, Raúl de Anda y Gabriel Alarcón; Productor ejecutivo: Raúl de Anda; Argumento y Guion: Gabriel Ramírez Osante; Fotografía: Manuel Gómez Urquiza (blanco y negro); Montaje: Carlos Savage; Sonido: Francisco Alcayde; Música: Gustavo César Carrión y Dámaso Pérez Prado; Escenografía: Jorge Fernández; Estudios: Azteca. Duración: 89 minutos. Estreno: 3 de agosto de 1951. Clasificación: C.

Bibliografía:

Historia Documental del Cine Mexicano, Emilio García Riera.

Fernando Méndez (1908-1966), Eduardo de la Vega Alfaro.

La vorágine del mal. Nocturno hormonal (en prensa), Rafael Aviña.

RAFAEL AVIÑA

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