Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
Sinopsis: En Santa Fe, una pequeña ciudad provinciana de El Bajío, en la rica zona agrícola del centro de México, en el contexto de las revueltas que llevan por primera vez al general Porfirio Díaz a la presidencia. de la República en 1876, Doña Perfecta, dama de ideas conservadoras, controla férreamente los hilos del poder y de los negocios en la región. Pepe Rey, joven ingeniero agrónomo, educado en la liberal Europa, arriba al pueblo comisionado por el gobierno del centro para desarrollar en la región un sistema de riego que los agricultores perciben como una amenaza a su preeminencia. También Pepe llega a Santa Fe invitado por su tía doña Perfecta que anhela culminar la obra de su vida casándolo con su hija Rosario. Entre los jóvenes se aviva el profundo sentimiento amoroso de su niñez. Las ideas liberales de Pepe representan para Perfecta una amenaza e intenta alejar al ahora intruso de Rosario, de su vida y del pueblo. Al final, aunque los liberales toman el pueblo, Perfecta ordena la muerte del sobrino, pero pierde a su hija quien simbólicamente se ha entregado en matrimonio y jurado su amor a Pepe ante el Cristo crucificado que preside la capilla del solar materno.
Entre los realizadores mexicanos, Alejandro Galindo es, hasta principios de los cincuenta, quien mejor representa tanto los valores sociales de la modernidad de la posguerra, como los valores laicos de la sociedad industrial. Tales elementos lo hacen destacar en el ambiente tan conservador y reaccionario que priva en el cine mexicano y le imprimen vigor y fuerza a su versión de Doña Perfecta.
La obra original de Benito Pérez Galdós se traslada en 1950 por sus adaptadores, de España al México decimonónico. Alejandro Galindo es muy cuidadoso para enfatizar que no se trata de una cinta anticlerical, ni atea. Todo el ambiente exuda religiosidad hasta por los poros: desde la retórica y las manifestaciones hipócritas de los señorones de Santa Fe hasta las expresiones despectivas que dirige Pepe Rey a sus detractores. Rápidamente pasamos del entorno amable, fresco y cordial de la provincia al infierno grande de todo pueblo chico; una realidad asfixiante que controlan el jefe político, el juez y los más ricos e influyentes, a cuya cabeza se encuentra doña Perfecta. Decidido, impetuoso, impaciente e incluso por momentos arrogante, con la presuntuosa satisfacción de la superioridad de su ciencia, Pepe Rey se muestra despectivo frente a la ignorancia de los agricultores santafecinos, sobradamente reacios al progreso y a la modernidad que pueden amenazar su preeminencia.
Al inicio, dos versículos de la II Epístola de san Pablo a los romanos y al final, una cita de Pérez Galdós nos advierten que se trata de un alegato en contra de la hipocresía. Finalmente, para Galindo, no se trata de la intolerancia religiosa o en contra de la religión, para él la luz de la ciencia y de la razón son más eficaces que la caridad cristiana para liberar a la sociedad de la pobreza. Por lo tanto, los villanos de ese pueblo recoleto se valen de la religión para acomodarla y hacerla servir a sus intereses. “No son cristianos, ni conocen la bondad”, dice de ellos Pepe Rey.
Para lograrlo, Galindo evita la presencia de curas, figuras de santos, iglesias y demás personajes relacionados con el culto. Transforma a Inocencio de sacerdote en abogado; tan solo hay la presencia lejana de un párroco en una circunstancial procesión del viático y la capilla de la casona de doña Perfecta, desnuda y austera.
A pesar de lo anterior, tras la astuta envoltura de una arenga en contra de la hipocresía religiosa, Doña Perfecta, de Alejandro Galindo, es en realidad una proclama política, que mantiene plenamente su actualidad.
Ficha artística: Dolores del Río (doña Perfecta); Esther Fernández (Rosario); Carlos Navarro (ingeniero José Rey); Julio Villarreal (don Inocencio); José Elías Moreno (Cristóbal Ramos); Natalia Ortiz (doña Remedios); Ignacio Retes (Jacintito); Rafael Icardo (Cayetano); Manuel Arvide (capitán); María Gentil Arcos (Librada); Bruno Márquez (Juan Tafetán, el farmacéutico); Salvador Quiroz (señor juez).
Ficha técnica: Productora: Cabrera Films; Productor: Francisco de P. Cabrera; Gerente de producción: Adolfo Torres Portillo; Jefe de producción: Guillermo Alcayde; Asistente de producción: Nicolás Reyero; [Argumento: sobre la novela de Benito Pérez Galdós;] Adaptación: Íñigo de Martino, Francisco de P. Cabrera, Alejandro Galindo y Gunther Gerzso; Guion cinematográfico: Alejandro Galindo; Fotografía en blanco y negro: José Ortiz Ramos; Asistentes de fotografía: Manuel González, Carlos Sorencen y Luis García; Edición: Fernando Martínez; Supervisión de Sonido (RCA Alta Fidelidad): James L. Fields; Grabación de diálogos: Manuel Topete; Grabación de música y regrabación: Galdino Samperio; Música: Gustavo César Carrión; Solista: Higinio Rubalcava; Escenografía: Gunther Gerzso; Vestuario: Armando Valdés Peza; Maquillaje: Noemí Wallace; Asistente de dirección: Jesús Marín.
Estudios de rodaje y Laboratorios: Churubusco Azteca, S. A.; Duración: 115 minutos; Estreno: 10 de octubre de 1951, cine Metropólitan, México, D. F.
Premios: Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas 1952: Ariel de Plata a la mejor actuación femenina (Dolores del Río), Mejor Coactuación Masculina (Carlos Navarro), Mejor Adaptación (Alejandro Galindo).
BIBLIOGRAFÍA: Datos tomados de pantalla; M. L. Amador, J. Ayala Blanco: Cartelera cinematográfica 1950-1959, UNAM/CUEC, México, D. F., 1985; J. Ayala Blanco: “La elocuencia del odio”, La aventura del cine mexicano, Era, México, D. F., 1968, 255-261
F. M. Peredo Castro: Alejandro Galindo, un alma rebelde en el cine mexicano, Conaculta / Imcine, México, D. F., 2000, 171-175, 351-357.
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