Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

Sinopsis: Ángela dispara hacia una sombra femenina. Parece pleito entre mujeres por un hombre. La policía acude. Ángela huye hacia una iglesia. Ahí confiesa su vida. Flashback: cuenta cuán felizmente casada fue con Esteban, quien frívolamente la exhibía para atraer otros hombres con el fin de escalar la pirámide social. En una reunión, el licenciado Sotelo Vargas muestra vivo interés por Ángela; pretendiendo atraerla, nombra gerente de una empresa a Esteban. Asimismo, lo invita, con Ángela, por supuesto, a Acapulco. Aquí revela sus intenciones. Ángela lo abofetea indignada y cuenta a Esteban el ultraje de que ha sido objeto. Él cínicamente le exige pida perdón al licenciado. Por completo humillada, Ángela se disculpa con Sotelo Vargas. Pero hace un pacto: será su amante si saca de su vida a Esteban. Sotelo Vargas cumple, aunque espera un año a que Ángela se le entregue. El secreto de ella es que está embarazada. Pasa el tiempo. Angélica, la hija, crece idealizando a su madre y deseando ser como ella. Ángela lleva a la ruina a Sotelo Vargas; lo echa de su vida, igual que a otros hombres que le resultan prescindibles. De nuevo en Acapulco conoce a Adrián, encantador y sin escrúpulos. Ángela se hace su amante; le revela la lucrativa forma con que se gana la vida: una casa de modas, fachada para chantajes y adulterios. Adrián suma su negocio de tráfico de piezas arqueológicas. Todo va bien hasta que aparece Angélica. Para evitar que conviva con Adrián, Ángela prepara un viaje a Nueva York. Adrián manipula a la ingenua Angélica, quien asqueada descubre la amoralidad materna en el momento en que Clara se suicida en la recámara de Ángela. Un día después, Ángela se entera que Angélica se va a fugar con Adrián creyendo sus promesas de amor. Al no poder convencer a su encaprichada hija, Ángela dispara hacia donde ve que Adrián se escondió. Acaba el flashback. Antes de entregarse a la policía que fuera de la iglesia espera, Ángela ve llegar a Angélica acompañada por la siempre fiel Gertrudis. Madre e hija se reconcilian.

Ejemplar melodrama policial a la alta escuela mexicana, que utiliza la fórmula clásica del género que estuvo en boga entre los decenios 1940 y 1950. O sea, que el argumento se estiliza desde lo dramático-visual. La trama se desenvuelve en dos tiempos: el de resonancias trágicas, sobre la caída de Ángela en el infierno del desamor y su consecuente redención-ascenso como femme fatale que se las cobra todas y cada una, incluso llegando al crimen. El segundo tiempo es la vida de la protagonista como pareja de su similar masculino.

La solvencia narrativa de Tito Davison se debe a que nunca altera el punto de vista femenino a lo largo del filme. Capta la visión de Ángela, con respecto a su vida, por completo amoral, y luego la de Angélica, que juzga severamente lo hecho por su madre. Lo interesante está en que ambas son víctimas y se sugiere un desequilibrio entre sus visiones vitales, asunto que Davison resuelve fílmicamente con la fotografía neoexpresionista de Alex Phillips: sombras pronunciadas, sin manierismos, que revelan los entresijos de la trama, en especial los sentimientos nobles e innobles, todos ellos símbolos de una pasión trágica. Asimismo, el elaborado estilo fotográfico está al servicio de su estrella protagónica: la belleza vista, sí, desde la admiración, aunque como paradoja total: fortaleza y debilidad.

Davison sazona el filme con una estructura barroca sin digresiones que deja al descubierto tres niveles de lectura: 1) el contrapunto amor-sacrificio madre-hija, acentuando el uso de la sexualidad para diversos fines (“¿ya te dijo Adrián que somos amantes?”, dice Ángela a su hija en la escena más cruda del filme); 2) el soberbio manejo de personajes como representaciones de una sociedad con profunda angustia existencial y valores morales trastornados, característica en sincronía con cineastas de ese tiempo, como el danés afincado en Hollywood Douglas Sirk y el también mexicano Roberto Gavaldón; y 3) la conceptualización de la tragedia de la intimidad marital y sus consecuencias.

La mano firme e inspirada del director explota al máximo el estatus estelar de María Félix, plasmando un retrato que oscila entre la incertidumbre de la felicidad y la evidencia de la imposibilidad de ser honorable. La solvencia de los actores y el tono nervioso pero sin titubeos de Davison, permiten ver la historia desde su planteamiento hasta su conclusión como melodrama policial cálido, insólito por sus violentas resonancias, destacando la probable promiscuidad del triángulo madre-amante-hija.

Ficha artística: María Félix (Ángela); Víctor Junco (Adrián); Crox Alvarado (Esteban); José María Linares Rivas (licenciado Sotelo Vargas); Dalia Íñiguez (Gertrudis); Perla Aguiar (Angélica); Luis Beristain (sacerdote); José Baviera (Solar Fuentes), Isabel del Puerto (Clara Valdepeña), Rebeca Iturbide (modelo).

Ficha técnica: Productora: Filmex, México; Productor: Gregorio Walerstein; Gerente de producción: Jacobo Derechín; Guion y adaptación: Tito Davison y Edmundo Báez, basados en la obra homónima de Luis Fernández Ardavín; Diálogos adicionales: Ricardo López Méndez; Fotografía: Alex Phillips (en blanco y negro); Iluminador: Eduardo Bringas; Operador: Rosalío Solano; Edición: Rafael Ceballos; Música: Manuel Esperón, con canciones de él mismo y Ernesto Cortázar, y el Ave María de Gounod; Escenografía: Jorge Fernández.

Estudios y laboratorios: Estudios Churubusco; Duración: 88 minutos; Estreno: Cines Chapultepec y Orfeón, Ciudad de México, 28 de enero de 1950.

Premios: Premio Ariel (1950) de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a la Mejor Actriz (María Félix).