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ANTOLOGÍA DE PELÍCULA

Rafael Aviña

PELÍCULA: AMORES PERROS

DIRECTOR: Alejandro González Iñárritu, 1999

AUTOR: RAFAEL AVIÑA

Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

 

Sinopsis: Amores perros, rebasa el simple nivel del homenaje cinéfilo para proponer una perspectiva de la realidad perra y salvaje; el de una sociedad que ha equivocado el rumbo y en la que resulta común la violencia, el engaño, el odio entre hermanos y la amargura como sustituto de la adrenalina. Aquí, los extremos son la premisa del relato: el amor, la muerte y la redención unidos por un terrible accidente automovilístico en el que coinciden, un perro asesino, un jovencito (Gael García notable) enamorado de su cuñada (Vanessa Bauche), un hombre (Álvaro Guerrero) que abandona a su esposa e hijas por una atractiva modelo española (Goya Toledo) y un ex profesor universitario y ex guerrillero (Emilio Echaverría) que deja a su familia para enfrentar una lucha personal y el peso de la ausencia.

La ciudad de México se trastoca en un territorio devastado emocionalmente; una suerte de jungla violenta, peligrosa e inquietante donde la paranoia y el odio estallan en cada encuadre. Sin embargo, Alejandro González Iñarritu y su estupendo guionista Guillermo Arriaga no han intentado crear una apología de la violencia urbana, sino reflexionar sobre las consecuencias y la génesis de ésta y al mismo tiempo jugar con esa paradoja desde las perspectivas de tres historias consiguiendo así un retrato del desencanto citadino, con un brillante trabajo fotográfico de Rodrigo Prieto donde se mezcla la cámara en mano y el gran angular como signo de malestar social, un atractivo diseño de sonido, un sobresaliente trabajo histriónico y un formidable manejo del montaje que juega con el tiempo y el espacio para calar hondo en el horror cotidiano. Una suerte de thriller zoofílico emocional donde cabe desde la parábola bíblica hasta el ritual de las peleas de perros como metáfora de la vida.

La corrupción, el cinismo y la cruda realidad de una metrópoli como la ciudad de México, que se ha rendido a la delincuencia pero con un tratamiento que se inclina por un humor irónico, chispeante y satírico que permea a lo largo del relato fue el tema de Todo el poder/Fernando Sariñana 1999, una curiosa fábula sobre la inseguridad en el Distrito Federal. Por su parte, Amores perros, que marcaba el debut del cineasta Alejandro González Iñarritu, puede decirse que nació como un proyecto realizado con las vísceras.

En efecto, más allá de los órganos de animales y humanos que sangran y se exponen a cuadro, se trata de una obra que intenta llegar a las entrañas; una suerte de experiencia emocional orquestada con garra por un cineasta curtido en el ámbito publicitario y de la radio, que se lanzaba con más entusiasmo y arrojo al interior de una cinematografía que necesita definitivamente de un choque de intereses entre un cine producido por el Estado, un cine independiente y a su vez, productoras comerciales que abran brecha y mercados a través de lanzamientos impresionantes dentro de una industria que apenas llega a los diez o doce títulos por año, como fue el caso de Altavista Film, productora de este revelador relato de un México profundo.

Cuatro años le llevó a González Iñarritu concretar esta instantánea cinta de culto nacional no tanto por su violencia exacerbada y al mismo tiempo contenida, ni por la exhaustiva campaña publicitaria, o los premios obtenidos en el Festival de Cannes o su nominación al Oscar, sino por su dosis exacta de ironía crítica y violencia. Concebida quizá como un nuevo producto mercadotécnico en la línea de Sexo, pudor y lágrimas/Antonio Serrano 1999 y Todo el poder, Amores perros consigue superar su condición de espectacular objeto de consumo gracias a una sensibilidad poco común para despojar al relato de glamour y artificialidad para apostar por un relato de sensaciones y sentimientos, que dan paso a reflexiones personales sobre la fragilidad de las relaciones humanas, la carga de la ausencia, los temores y las contradicciones como motor vital de personajes, la fatalidad del destino y los extraños y azarosos caminos que nos abren diversas perspectivas emocionales.

Ficha artística: Gael García Bernal (Octavio); Vanesa Bauche (Susana); Emilio Echevarría (El Chivo); Jorge Salinas (Luis); Álvaro Guerrero (Daniel); Rodrigo Murray (Gustavo); Adriana Barraza (madre de Octavio).

Ficha técnica: Productora: Estudio México-Film, Altavista Film, Ocesa, Films-Z; Productor ejecutivo: Alejandro González Iñarritu, Tita Lombardo; Argumento y Guion: Guillermo Arriaga; Fotografía: Rodrigo Prieto (color); Montaje: Alejandro González Iñarritu, Fernando Pérez Unda, Luis Carballar; Sonido: Martín Hernández; Música: Gustavo Santaolalla; Supervisión musical: Lynn Fainchtein; Escenografía: Brigitte Broch.

Estreno: 16 de junio del 2000. Duración: 147 minutos. Clasificación: C.

Premios: Mejor Película en la Semana Internacional de la Crítica en el Festival de Cannes. Mejor Director en el Festival de Edimburgo. Premio al Guion en el Festival Internacional del Nuevo Cine y Nuevos Medios en Montreal, Canadá. Grand Prix, en el Festival Internacional de Cine de Flandes, Bélgica. Mejor Película y Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Tokio, entre muchos otros.

Bibliografía:

Diccionario del Cine Mexicano 1970-2000, Mario A. Quezada compilador.

La fugacidad del cine mexicano, Jorge Ayala Blanco.

La vorágine del mal. Nocturno hormonal (en prensa), Rafael Aviña.

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