Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

Sinopsis: De manera inteligente, los sucesos que aquí se narran, no tienen fecha, ni ubicación específica y el blanco y negro de la espléndida fotografía, así como la falta de referentes regionales, consiguen crear una sensación atemporal y un espacio inubicable. Puede ser 1968, los años setenta, 1994, el 2007 en este mismo instante, o un futuro cercano. Asimismo, puede ser Chiapas, Morelos, la sierra de Guerrero, Michoacán, Ixtapaluca, o las faldas del Ajusco en la ciudad de México. Es decir, Vargas describe, la radiografía, la metáfora, o el futuro incierto de un país entero como el nuestro, en la historia de una rebelión popular que se gesta desde el silencio y la indignación y cuyas mayores armas no son las municiones, sino la esperanza, la solidaridad y el respeto a los ideales a pesar de los mayores horrores, en donde luchan por igual, hombres, mujeres, ancianos y niños.

El filme abre con la que es quizá una de las más brutales escenas de nuestro cine. Imágenes que provocan pánico e indignación por igual. Por desgracia, la secuencia no sólo es justa y está espléndida e inteligentemente ejecutada y filmada, sino que resulta de un realismo aterrador. Tal vez sin proponérselo, El violín, no sólo es la primera película que se atreve a mostrar la represión militar con toda su crudeza, sino que a su vez, consigue documentar el espíritu de los “hombres verdaderos”, como la bella historia que el anciano violinista el músico Don Ángel Tavira, cuenta a su nieto (Fermín Martínez), cuyo padre guerrillero (Gerardo Taracena), sigue en la lucha a pesar de desconocer el paradero de su mujer y de su hija.

En El violín, todo resulta armonioso. Ni le sobra, ni le falta. El guion del propio Francisco Vargas Quevedo es de una contundencia dramática fuera de serie a pesar de su aparente sencillez, en un relato que depara sorpresas y adelanta la acción, escena tras escena. Aquí los niños realmente parecen niños, los desplazados parecen en verdad desplazados, las putas de la cantina “rascuache” están en el extremo opuesto de esa imagen artificial que nuestros cineastas tienen de éstas. Los hombres y mujeres que luchan por sus ideales de libertad lo trasmiten y los represores militares y torturadores natos, están lejos de parecer actores.

El año 2004 fue sin duda uno de los momentos más álgidos del Centro de Capacitación Cinematográfica. Ese año, coincidían cuatro mediometrajes documentales de notable factura e inteligente realismo social y corte periodístico, géneros poco abordados por el CCC y de referencia obligada en la otra gran escuela de cine: el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Lo que quedó de Pancho de Amir Galván, era el retrato de un criminal reincidente que iniciaba su proceso de liberación. Relatos desde el encierro de Guadalupe Miranda, narraba la experiencia emocional de un grupo de reclusas en el interior de un penal en Jalisco. Trópico de cáncer de Eugenio Polgovsky, era el seguimiento de una realidad desesperada: familias que sobreviven de la cacería de animales en el desierto de San Luis Potosí.

Y por último, Tierra caliente…se mueren los que la mueven de Francisco Vargas Quevedo, contaba los incansables intentos del octogenario violinista don Ángel Tavira -carente de una mano-, por preservar la música de “Tierra caliente”. No se sabe con seguridad si fueron los testimonios valientes de aquellos hombres de la Sierra, el entusiasmo de su fabuloso protagonista, o tal vez que Vargas haya nacido en el mítico año de 1968. El hecho, es que, no sólo conectó con Tavira, sino con una realidad social imposible de ocultar y fue entonces que involucró al viejo en un corto de 30 minutos que funcionaba como la base de la que hoy por hoy, es sin duda la primera obra maestra del cine mexicano del siglo XXI: El violín.

Con estudios en el INBA, Comunicación por la UAM y Realización por el CCC, Francisco Vargas filmó su corto El violín, que le serviría para levantar su posterior largometraje homónimo, producido por él mismo y por sus cómplices en el CCC, Ángeles Castro y Hugo Rodríguez, e iniciar así, una larga gira por todo el mundo cosechando más de 30 premios internacionales, obteniendo no sólo el reconocimiento mundial, sino una larga permanencia en la cartelera francesa antes de su estreno en México.

Más allá de su notable trabajo de actuación, la puesta en escena y el espléndido montaje y diseño sonoro, la cinta de Francisco Vargas es un caso insólito en nuestra cinematografía. Extrae poesía de las situaciones más tristes y crudas. Aquí no hay conmiseración o melodrama: El violín es un torrente de sutileza. Mueve fibras íntimas, conmueve e incita a la reflexión. Aquí, el peor de los horrores puede soportarse si se tiene la belleza de las notas de un viejo violín y la inocente mirada de un niño que ha heredado la música, una responsabilidad social y el llamado de la justicia. El violín está llamado a ser un clásico moderno de nuestra cinematografía.

Ficha artística: Ángel Tavira (don Plutarco), Gerardo Taracena (Genaro), Dagoberto Gama (capitán), Mario Garibaldi (Lucio), Fermín Martínez (teniente), Silverio Palacios (Cayetano), Gerardo Juárez (Pedro).

Ficha técnica: Productora: Centro de Capacitación Cinematográfica; Productor ejecutivo: Ángeles Castro, Hugo Rodríguez, Francisco Vargas; Argumento y Guion: Francisco Vargas; Fotografía: Martín Boege y Óscar Hijuelos (blanco y negro); Montaje: Ricardo Garfias, Francisco Vargas; Sonido: Eric Dounce, Esteban Golubicki, Enrique Greiner, Isabel Muñoz; Música: Armando Rosas, Cuauhtémoc Tavira. Duración: 98 minutos.

Estreno: 4 de mayo de 2007. Clasificación: B 15.

Premios: Premios Signis, Cicae y Casa de América. “Cine en construcción”, Festival Internacional de Cine de San Sebastián (2005). Premio Mejor Actor (Don Ángel Tavira). “Una Cierta Mirada” Festival de Cannes (2006). Mención especial Premio Horizontes, Festival Internacional de Cine de San Sebastián (2006). Colón de Oro al Mejor Largometraje a la Película, Festival Internacional de Cine de Huelva (2006). Premio Ariel a: Mejor Ópera Prima, Mejor Guion Cinematográfico Original y Mejor Coactuación Masculina, entre otros.

Bibliografía:

Revistas: Letras Libres (abril 2007), Proceso (abril 2007), El Ángel suplemento cultural del diario Reforma (27 de mayo 2007).

RAFAEL AVIÑA