Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
Sinopsis: Es la historia de los tríates Andrade: el pendenciero Lorenzo, dueño de una cantina y ateo en razón de que murió la madre de su hija Tucita; el agradable cura Juan de Dios; y el militar Víctor, encargado de perseguir a un ladrón, el Coyote, que azuela la zona de la huasteca, que encarnan los tres hermanos en sus vertientes tamaulipeca, potosina y veracruzana. Víctor es asignado a investigar las tropelías del Coyote en el pueblo donde nació, y donde se cree que el criminal es su propio hermano Lorenzo. Este, a su vez, realiza su propia investigación mientras que deja en el abandono a Tucita, que se entretiene con sus peculiares mascotas: una tarántula y una víbora. Cuando Víctor llega al pueblo, lo primero que intenta es hacerse novio de Mari Toña, devota amiga de Juan de Dios. El Coyote sigue en libertad y debido al carácter misantrópico de Lorenzo, las sospechas siguen recayendo sobre él. Juan de Dios toma cartas en el asunto y se disfraza como Lorenzo para descubrir la verdad. Víctor, asimismo, debe cumplir con su deber, pero su lealtad está dividida al tratarse de su propio hermano. En determinado momento el pueblo se entera que ha sido capturado Lorenzo y va a lincharlo a la prisión del pueblo. Él logra escapar y llegar hasta el lugar donde Juan de Dios, vestido como Lorenzo, enfrenta al Coyote. Finalmente es la Tucita quien somete al Coyote con sus mascotas. Ya con el culpable en la cárcel, concluye el enredo con los tres hermanos cantando y Víctor formalizando su noviazgo con Mari Toña.
Sin duda alguna, el director Ismael Rodríguez hizo una cinta deliberadamente enredada en la que las canciones funcionan como breves pausas para que la trama detenga el vértigo de sus acciones, en especial el retrato de los tres hermanos que representar tres caracteres diferentes de una región de México.
El hallazgo fundamental de Rodríguez estuvo en triplicar al carismático Pedro Infante, ya para entonces máximo ídolo de la canción y el cine mexicanos. Para lograrlo, ideó un ingenioso, eficaz sistema de sobreimpresiones fotográficas. El truco visual sorprende porque no es estático sino que hay movimiento en cuadro y los tres personajes se desplazan junto a la cámara, dándole a cada una de esas escenas un dinamismo novedoso, sobre todo para los años en que fue filmada con precisión matemática por el fotógrafo Jorge Stahl Jr.
El éxito del truco óptico es fundamental para entender el tono de una comedia que se divide, efectivamente, en tres tiempos. El primero presenta los personajes, un sencillo paseo explicativo en donde se anotan rasgos y actitudes de cada uno. Es así que puede entenderse la inclusión de un Lorenzo por completo ateo, personaje fuera de serie para el cine mexicano. Aunque, claro, ateo simpático, humano a pesar de su brusquedad.
El segundo tiempo plantea el conflicto, el probable enfrentamiento entre los hermanos, no tanto por cuestión moral, sino ética: ¿quién debe entregar a la justicia al presunto hermano criminal, el sacerdote o el militar? Es curioso que una comedia tenga tan elaborado conflicto, pero bajo su aparente moraleja, y lo dilatado de sus acciones, surge lo complejo como leitmotiv del filme, dándole una dimensión profunda al enredo que plantea, como si dividir la historia en tres ópticas fuera necesario para desglosar la duda ético-fraternal que la niña resuelve de manera simbólica al arrojarle sus inofensivas alimañas al culpable real.
El último tiempo es de pura acción. El enredo se resuelve… enredándose más; los clímax son dos: el desvelamiento de la verdadera identidad del Coyote, y la deliberada confusión sobre los tres hermanos casi en persecución de sí mismos. Concluye la trama en una catarsis final, por supuesto, a ritmo de besos y canciones: un happy end mexicano.
La enorme habilidad de Rodríguez para darle al filme un ritmo que va in crescendo, la elegancia de sus diálogos y el manejo de situaciones, casi hacen olvidar sus efectos ópticos de vanguardia. Sobresale porque es una comedia nacionalista que nunca incurre en lo panfletario. Una obra sutil sobre la convivencia fraterna y la asequible felicidad amorosa y sentimental.
Ficha artística: Pedro Infante (Lorenzo Andrade/Juan de Dios Andrade/Víctor Andrade); Blanca Estela Pavón (Mari Toña); María Eugenia Llamas (“Tucita”); Alejandro Cianguerotti (Alejandro, el Coyote); Guillermo “Indio” Calles (Bronco, nano de Tucita); Roberto Corell (sacerdote); Paz Villegas (doña Cándida); Conchita Gentil Arcos (Concha); Antonio R. Frausto (don Damián); Hernán Vera (cantinero); Irma Dorantes (jovencita potosina).
Ficha técnica: Productora: Rodríguez Hermanos, México; Productor: Ismael Rodríguez; Gerente de producción: Alvaro Bielsa; Jefe de producción: Armando Espinoza; Guion y adaptación: Rogelio A. González e Ismael Rodríguez; Fotografía: Jorge Stahl, Jr. (en blanco y negro); Efectos ópticos especiales: diseñados por Ismael Rodríguez y efectuados por Javier Sierra y Ricardo Sáinz; Edición: Fernando Martínez; Música: Raúl Lavista e Ignacio García; Canciones de: los Cuates Castilla con letra de Pedro de Urdimalas, Ventura Romero (La burrita) y Francisco Gabilondo Soler (Conejo Blas); Canciones interpretadas por: Los Cuates Castilla, Conjunto Huesca y sus Costeños, Conjunto Elpidio Ramírez, Conjunto Rivera y Los 4 del Trío Cantarrecio; Escenografía: Carlos Toussaint.
Estudios y laboratorios: CLASA-Tepeyac; Duración: 118 minutos; Estreno: Cine Palacio Chino, Ciudad de México, 5 de agosto de 1948.
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