BONDARCHUK, SERGEI (nombre verdadero, Sergei Fyodorovich Bondarchuk)

Se inicia en su infancia como actor amateur de producciones semiprofesionales. A los 17 años ingresa a la escuela Rostov de Arte Dramático, donde estudia bajo el método Stanislavsky. En el Ejército Rojo soviético forma parte de los grupos teatrales que dan funciones a las tropas en el frente de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Estudia en el Instituto de Cinematografía de Moscú, donde tiene como maestros a Gerasimov, Pudovkin y Savchenko, entre otros.

Debuta como actor del cine soviético con El joven guardia/Gerasimov 1948. Se le recuerda especialmente por su fina actuación en el papel estelar de Otelo/Othello/Sergéi Yutkevich 1956, sobre el drama de William Shakespeare. Su primera película como director, Destino de un hombre/Sudba cieloveka/1959, donde lleva el papel protagónico, es un testimonio desgarrador sobre el tormento y los horrores que acompañan a la guerra. Durante varios años prepara la filmación de La guerra y la paz/Voyna i mir/1965-1966 (adaptación de la novela de León Tolstoi), cinta épica dividida en cuatro partes que obtiene en 1968 el premio Oscar a la Mejor Película Extranjera. Actúa en más de 20 películas y dirige ocho.

Sergei Bondarchuk llega a México en 1981 para realizar Campanas Rojas, cinta que narra las experiencias del periodista socialista estadounidense John Reed en México, hacia 1913, con la División del Norte, al mando del popular caudillo norteño Francisco Villa, antes de la toma de Zacatecas, y que plasmó en su libro “México insurgente” (1914). En la cinta se hacen referencias a las hazañas de Emiliano Zapata, otro caudillo campesino que encabeza al Ejército Libertador del Sur. Es una coproducción entre la Unión Soviética, Italia y México. Colaboraron con Bondarchuk, en la elaboración del guion, los mexicanos Ricardo Garibay y Carlos Ortiz Tejeda; la música estuvo a cargo de Joaquín Gutiérrez Heras. El actor italiano Franco Nero personifica a John Reed, respaldado por Ursula Andress, Jorge Luke (Zapata), Eraclio Zepeda (Villa) y un extenso reparto.

Concebida como parte de un díptico épico sobre las experiencias revolucionarias del periodista y fundador del Partido Comunista de los Estados Unidos, la segunda parte, Rusia 1917/ Campanas rojas II/ Krasnye kolokola: Ya videl roshdeniye novogo mira, se basa en la crónica novelada “Diez días que conmovieron al mundo” (1919), de Reed, sobre el golpe de estado que llevó a los bolcheviques al poder en la Revolución de Octubre de 1917. La película se filma en la URSS, como una coproducción italosoviética, en 1982, que también protagonizó Franco Nero.

Acostumbrado al cine épico, con abundantes episodios heroicos, en los que se aprecia en ocasiones sinceridad y sensibilidad, Bondarchuk apenas brinda, en Campanas rojas, un resultado grandilocuente, poco inspirado, ajeno y lejano, acartonado y pleno de regodeos exotistas que se limita a resumir y exaltar la historia oficial sobre las Revoluciones en México y en la URSS.

En 1982, Campanas rojas recibió en el Festival Internacional de Cine, de Karlovy Vary, Checoslovaquia, el Globo de Oro y el del Diario Pravo; en el Festival Cinematográfico de los Pueblos de África, Asia y América Latina, de Tashkent, URSS, el premio de la Unión de Periodistas de la URSS.

SB.- “El cine es un medio para fortalecer la paz en la tierra y evitar una tercera guerra mundial, el cine es un medio de acercamiento entre los países. Existe una idea, un motivo común entre México y la Unión Soviética en cuanto a la creación de esta película. Es esencialmente un acontecimiento del siglo XIX, dos revoluciones en América Latina. Este filme puede servir como apoyo a los temas que a nivel internacional se manejan, la no intervención en asuntos de otros países, el respeto fundamental a los derechos internacionales y el fortalecimiento de la paz en la tierra, para evitar así una tercera guerra mundial. La principal tragedia, es cuando se exhibe una película en la soledad de una sala. El arte pertenece al pueblo y debe estar encaminado a un esclarecimiento de la realidad. Tratamos que el arte no sólo sea entretenimiento, sino un constante planteamiento de los problemas de la gente. La cinematografía en la Unión Soviética no tiene carácter de privada, como en México se caracteriza, porque es muy nacional. El cine siempre refleja las necesidades e intereses de un pueblo y considero que la cinematografía cada año se desarrolla con más fuerza; si alguien decía que está en decadencia, no es verdad. Habrá caídas y resucitaciones, pero sólo localmente.”

(Unomásuno, “El cine, un medio para fortalecer la paz en la tierra y evitar otra guerra mundial”, Marta Aurora Espinoza, 21/05/1981)