MOULINIÉ, ENRIQUE (Henri)

Exhibidor y documentalista. Llega a México en 1888 con su esposa Ernestina Duré, y establece una lechería en el poblado de La Viga. En 1897 compra un proyector en sociedad con uno o con ambos hermanos Courrich o Churrich, también franceses, y se introduce en el mundo de la exhibición cinematográfica en Puebla.

Después de la visita de Gabriel Veyre a nuestro país, puede considerarse que Moulinié es uno de los primeros que iniciaron la filmación de vistas en México. Del año 1897 se conocen las vistas cortas de actualidades referidas a festejos y espectáculos populares o bien al registro de actividades cívicas u oficiales como Corrida entera de toros por la cuadrilla de Ponciano Díaz y Verbena del Carmen en la ciudad de Puebla, tomadas por Courrich o por Moulinié, y Llegada del presidente Díaz a su palacio en el Castillo de Chapultepec acompañado de sus ministros, que Moulinié exhibe en octubre de 1897, en San Luis Potosí.

Tal vez las dificultades que significa enviar a Francia los materiales filmados para ser revelados obliga a Enrique Moulinié a abandonar la toma de vistas y a concentrarse en la proyección fílmica. Liquida a su socio o socios, se deshace de su lechería y hace venir de Francia a sus hijos, Ernesto y Gabriel, y forma una pequeña empresa familiar dedicada a la exhibición itinerante en la que destaca su esposa como hábil operadora del proyector de vistas.

El espectáculo itinerante de Moulinié dura una hora y media, aproximadamente, y cuesta veinticinco centavos. Alterna la presentación de vistas fijas y de movimiento. En estas giras, cuando carece de un local adecuado, las funciones se dan en corralones o establos; en estos casos, los espectadores permanecen de pie o llevan sus propios asientos. Habitualmente los acompaña el buen éxito económico, pero el fracaso es casi seguro cuando otro colega ambulante pasa antes que ellos. Antes de 1898, todos los materiales filmados deben enviarse a Lyon, a las empresas Lumière para ser revelados.

Es probable que continuara filmando aspectos y acontecimientos de los lugares por donde viaja, pero esta información está perdida. Recorre diversos lugares del centro, occidente y norte del país, como Guadalajara, Tepic, Nogales, Durango, Guanajuato y Aguascalientes. En 1901 abre un salón en la Ciudad de México y después funda El Palacio Encantado, que tuvo hasta mediados de 1903 o 1904, cuando se asocia con su paisano Ernesto Pugibet, propietario de la fábrica de cigarros El Buen Tono, para realizar funciones gratuitas de cine al aire libre con fines publicitarios.

Hacia 1907 se dedica al alquiler de películas, de equipo de proyección y demás enseres cinematográficos. En abril de 1908 forma una empresa de cinematógrafo con sus hijos; en septiembre del mismo año, con los empresarios de The American Amusement Co., forma la Unión Cinematográfica, fallido monopolio de distribución para enfrentar a las grandes casas como la Pathé o como los representantes de Edison, por lo que se disuelve a mediados del año siguiente. Continúa en la producción, distribución y exhibición con la misma razón social por lo menos hasta 1911.

Después de 1911 se pierde la pista de Enrique Moulinié. Podemos suponer que pudo haber fallecido a fines del decenio de 1900 o principios del de 1910, pues la empresa cinematográfica queda a cargo de los hijos Ernesto y Gabriel y cambia de razón social a la de Moulinié Hermanos.

“Fue El Palacio Encantado, uno de los centros de diversiones más importantes de nuestra capital. Su fachada se iluminaba con multitud de focos eléctricos, produciendo un fantástico efecto que justificaba su nombre. Había un museo de figuras de cera y una exhibición de curiosos inventos de trucos traídos de Estados Unidos; pero el principal atractivo era allí la sala de cine. El antiguo patio de la finca, con una superficie de 18 por 10 metros, aproximadamente, servía para dicho fin. Los aparatos no estaban encerrados en casetas, como ahora, sino sobre una plataforma visible para todo el mundo. Noche a noche se ocupaban todas las sillas plegables que componían el lunetario, y se cobraba 25 centavos por la entrada.”

“Como las películas solas no bastaban a sostener el interés popular, se hizo necesario alternarlas con variedades, consistentes en malabaristas, prestidigitadores, bailarinas, cupletistas, etc.”

(Cinema Reporter, “Historia del cine mexicano”, José María Sánchez García, no. 677, 07/07/1951, pp. 11-12)