Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
Sinopsis: Sin duda el “Alemanismo” fue uno de los grandes momentos de transición en la vida pública de México. Como nunca, fueron inauguradas obras de servicio y bienestar social: ya sean avenidas, puentes, hospitales o viviendas y el cine, durante ese periodo, gozó de una etapa fecunda quizá la mejor de su existencia. No obstante, ese momento político que dio apertura a una vida nocturna con todas las ventajas y riesgos que ello implica, favoreció la entrada de capital extranjero, el desarrollo de la industria, el saqueo de recursos naturales y marcó el inicio de la corrupción de los servidores públicos. No en balde, al paso de los años, el cine y la literatura continúan evocando su magnificencia y su ambigüedad.
A mediados de los años cuarenta, el cine se convirtió en un reflejo de la época y por ello varias cintas capturaron la esencia misma de la modernidad que proponía el régimen “Alemanista”; no obstante, una película de esos años puede considerarse como la obra maestra que retrató con ácida crítica los cambios de ese México cosmopolita. Es el caso de Una familia de tantas dirigida por Alejandro Galindo, protagonizada por un Fernando Soler extraordinario que encarnaba la mentalidad represora y autoritaria en su papel de don Rodrigo Cataño, el jefe de familia con sus costumbres porfirianas y en el otro extremo, David Silva como Roberto del Hierro, un entusiasta vendedor de artículos electrodomésticos, que representaba con inteligencia y sencillez los cambios de ese periodo.
En esa familia tradicional en la que nadie puede mover un dedo sin el consentimiento paterno, se encuentra la esposa abnegada y callada (Eugenia Galindo), Héctor, el hijo mayor que embaraza a la novia (Felipe de Alba), la hija grande, Estela (Isabel del Puerto), que huye de casa luego de la golpiza que le propina el padre al verla besuqueándose con su prometido. Lupita, la hija pequeña Alma Delia Fuentes, Enriqueta Reza como la criada solidaria que en la fiesta de 15 años dice: “Yo también quiero mi cake”, y por supuesto, la esperanza de la juventud representada en la noble quinceañera Maru (Martha Roth), pretendida por el timorato y patético Ricardo, su primo lejano (Carlos Riquelme).
Es justo, David Silva, con su entusiasmo y su optimismo en su trabajo y en su país, quien logra no sólo enamorarla, sino despertar de la modorra provinciana y tradicional a Maru, quien sale de casa con vestido de novia, aunque sin la autorización del soberbio don Rodrigo, quien aclara que: “A los padres se les debe amor, lealtad y obediencia. Nada de ser amigos. Primero es Dios, después los padres…”. Asimismo, vale la pena destacar parte del discurso de la fiesta de quince años: la evocación de “…Esos días de candor e inocencia”; donde la quinceañera llega “Hasta los umbrales de la pubertad, buena y pura, pudorosa y cristiana, obediente y respetuosa”… El final es amargo, a las hijas no les queda otra más que romper con el cordón umbilical de ese padre represor, para no acabar como el primo o el lastimoso hermano.
Una familia de tantas, se erigía como respuesta contrastante al cine familiar promovido en el sexenio anterior, el de Manuel Ávila Camacho. En efecto, la película de Galindo se oponía rotundamente a los preceptos de otros filmes como: Cuando los hijos se van/Juan Bustillo Oro 1941 y secuelas, en donde la familia se convertía en el universo intocable e inmaculado. En los clanes familiares de finales de los cuarenta, el sexo no existía, era impensable para las hijas. El adulterio era inimaginable y si una hija elegía al hombre que amaba, sin el consentimiento paterno, se maldecía para toda la vida, como le sucede a Martha Roth. Por regla general, estas hijas, terminaban como madres solteras esposas golpeadas, e incluso futuras prostitutas, de ahí la importancia del filme de Galindo que rechaza todas las reglas del melodrama lacrimógeno.
A su vez, con Una familia de tantas, David Silva estaba creando sin proponérselo, un arquetipo primordial del cine mexicano “Alemanista”: el del joven dinámico, moderno y emprendedor que colocaba la tecnología al servicio del hogar: la ciencia puesta al servicio de lo doméstico, enfrentando la incredulidad y el rechazo de espíritus conservadores como el de Don Rodrigo que clama: “A ver qué nuevo infundio han creado para que la mujer se aleje de su hogar”.
Ficha artística: Fernando Soler (Rodrigo Cataño), David Silva (Roberto del Hierro), Martha Roth (Maru), Eugenia Galindo (doña Gracia Cataño), Felipe de Alba (Héctor), Isabel del Puerto (Estela), Alma Delia Fuentes (Lupita).
Ficha técnica: Productora: Producciones Azteca, César Santos Galindo; Productor ejecutivo: Armando Espinosa; Argumento y Guion: Alejandro Galindo; Fotografía: José Ortiz Ramos (blanco y negro); Montaje: Carlos Savage; Sonido: Luis Fernández; Música: Raúl Lavista; Escenografía: Gunther Gerszo.
Estudios: Estudios Azteca. Duración: 130 minutos. Estreno: 11 de marzo de 1949. Clasificación: A.
Premios: Premio Ariel a Mejor Película, Director, Coactuación Femenina (Martha Roth), Papel de Cuadro Femenino (Enriqueta Reza), Adaptación, Escenografía.
Bibliografía:
Historia Documental del Cine Mexicano, Emilio García Riera.
Una mirada Insólita. Temas y géneros del cine mexicano, Rafael Aviña.
La aventura del cine mexicano, Jorge Ayala Blanco.
David Silva. Un campeón de mil rostros, Rafael Aviña.
RAFAEL AVIÑA
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