Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
Sinopsis: El comandante Carlos investiga una serie de extraños sucesos en el mundillo de la lucha libre, que involucran tanto algunas muertes no muy claras como la desaparición de los correspondientes cadáveres. Carlos y sus colegas convencen a Guillermo Santana, que no es atleta, de que finja ser un luchador llamado “El Vampiro”, para que sirva como señuelo. El asesino es Ogden, un científico alienado que se hace pasar por don Panchito, un humilde vendedor de billetes de lotería. Su idea es prolongar la vida de los seres humanos cambiándoles el cerebro por el de algún animal. Guillermo se convierte en una nueva víctima y su cabeza recibe el cerebro de un gorila, que es puesto a luchar y a quien nadie logra vencer. Cuando se quita la máscara, todos descubren que su rostro es de gorila. A pesar de ello, le quedan conciencia y arrestos para ir en busca de Lucía, secretaria de la arena de lucha y novia suya. Esta cree que será asesinada, pero el monstruo la salva a costa de su propia vida.
La importancia de Ladrón de cadáveres dentro de la cinematografía mexicana es doble: en primera instancia, representa una de las obras cumbres de su autor, Fernando Méndez, uno de tantos cineastas mexicanos que realizaron su aprendizaje en Hollywood. En el caso particular de Méndez, su trabajo como maquillista y técnico en películas de corte fantástico permiten prefigurar buena parte de sus preferencias temáticas, si bien incursionó con éxito notable en otros géneros, como el melodrama urbano –El suavecito-, así como en buen número de westerns. Empero, sus filmes más reconocidos están en el género del horror. Al respecto, El vampiro y El ataúd del vampiro son sus dos obras más célebres, y es en ellas en donde está fundado el recuerdo que se le guarda. Sin embargo, debe destacarse que Ladrón de cadáveres se produjo un año antes que los citados filmes vampirescos. Además, a diferencia de ellos, este thriller de terror posee una originalidad temática, fundamentada en elementos locales, que lo pone por encima de las bien logradas adaptaciones culturales del famoso mito transilvánico.
Con lo anterior se relaciona directamente el segundo aspecto aludido en cuanto a la importancia de Ladrón de cadáveres. Filmada a mediados de la década de los años cincuenta del siglo pasado, se convirtió en el punto de partida de la explotación comercial de un subgénero que habría de significar para la filmografía mexicana una veta muy explotable: el llamado cine de luchadores. Posteriormente reivindicado tanto en México como en otros países, este cine tuvo en el luchador “El Santo” a su máximo exponente. Cabe especificar aquí que Ladrón de cadáveres data de dos años antes de que “El Santo” protagonizara su primer filme. Empero, el propósito de Méndez no consistió en hacer del universo de la lucha libre un surtidor temático para su propia filmografía, mucho menos para la nacional. Su intención más bien era desarrollar el género del horror, lo cual era evidente ya desde hacía más de una década antes de que filmara Ladrón de cadáveres, como se demuestra por el serial titulado Calaveras de terror, producido en 1943. En otras palabras, el talento de Méndez le permitió crear, sin proponérselo, un subgénero cinematográfico, que poco después sería sobreexplotado y sufriría de morigeración, víctima de cineastas mucho menos talentosos.
Ficha artística: Columba Domínguez (Lucía), Crox Alvarado (capitán Carlos Robles), Wolf Ruvinskis (Guillermo Santana), Carlos Riquelme (don Panchito), Arturo Martínez (Felipe Dorantes), Eduardo Alcaraz (jefe de policía), Guillermo Hernández (Lobo Negro), Yerye Beirute (Cosme Ramírez), Alberto Catalá (Rubio, ayudante de Dorantes), Alejandro Cruz “Black Shadow” (el Tigre), Roberto Meyer (médico forense), José Pardavé (mesero).
Ficha técnica: Productora: Internacional Cinematográfica, Sergio Kogan. Jefe de producción: Armando Espinosa. Argumento: Fernando Méndez y Alejandro Verbitzky. Guión: Alejandro Verbitzky y Fernando Méndez. Fotografía: Víctor Herrera (blanco y negro). Montaje: Jorge Bustos. Sonido: Javier Mateos y Galdino Samperio. Música: Federico Ruiz. Construcción de decorados (escenografía): Gunther Gerzso. Maquillaje: Margarita Ortega. Efectos especiales: Juan Muñoz Ravelo. Ayudante de dirección: Américo Fernández.
Estudios de rodaje: Estudios Churubusco. Laboratorios: Churubusco. Duración: 80min. Estreno: México, 26 de septiembre de 1957. Calificación: A.
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