Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberomaericano. España, Portugal y América. (2012)
(Coordinación México, Perla Ciuk)
Sinopsis: En un pueblo de pescadores, en la costa de Veracruz, el mar está embravecido, impidiendo la salida de canoas. Más tarde, en su casa, Quino y Juana descubren con horror que un alacrán pica a su pequeño hijo, Juanito. Corren al pueblo solicitando la atención del médico, un avaricioso estadounidense que los trata peor que animales. Quino, desesperado, se promete bucear a la brevedad a ver si encuentra algo entre las ostras para curar a Juanito. No resulta necesario porque una curandera lo sana. A pesar de ello, Quino y Juana se hacen a la mar. Quino descubre una enorme perla y pone todas sus esperanzas en ella. Objeto de admiración para todo el pueblo, la perla es de inmediato codiciada por el médico, dos esbirros, amigos inesperados que a la postre intentarán robarla, y por el patrón, tasador de esa riqueza natural, pero asimismo hermano del médico e igual de codicioso que él. Quino sobrevive todos los intentos que hacen sus enemigos para apoderarse de la perla. Un día inevitable enfrenta a los esbirros, matándolos a la orilla del mar. Imposibilitado de quedarse en el pueblo, es ayudado por su compadre. Sin embargo, no puede huir con su familia por mar. Pierde su lancha y deben internarse a pie por un manglar. La familia es perseguida por un inclemente patrón que deja un rastro de sangre al asesinar a su propio hermano, el médico que también quería atraparlos, y a un campesino que ayuda a la pareja de fugitivos. Exhaustos, Quino y Juana se refugian en un monte. El patrón se atrinchera en la única salida posible, armado y con dos indígenas que utiliza como rastreadores. Estos huyen ante la locura del patrón por poseer la perla. Quino, sabiéndose acorralado, decide combatir, cuchillo en mano. Al escuchar el llanto del niño en la lejanía, el patrón dispara indiscriminadamente hacia la oscuridad, matando a Juanito antes de ser acuchillado por Quino, quien lo remata a balazos en cuanto le quita el rifle, ya demasiado tarde. Quino y Juana regresan al pueblo para arrojar la perla al mar.
Cuenta una de las leyendas sobre este filme, que en el restaurante del Hotel Regis, popular punto de reunión de la comunidad cinematográfica mexicana durante los años que van de 1930 a 1955, se encontraron un día John Steinbeck y el Emilio “Indio” Fernández. El escritor admiraba aparentemente mucho al cineasta mexicano y le propuso hacer un filme juntos. Se dice que sobre unas servilletas del restaurante escribieron el argumento de esta cinta, quedando el acuerdo de que la novela pertenecería por completo a John Steinbeck y del guion fílmico ambos serían los autores. Sea o no cierta dicha historia, lo llamativo es que éste es un filme quintaesencial del estilo Fernández: la historia sucede en tres tiempos rigurosamente concebidos. En el primero, y como siempre en Fernández, se habla de un edén subvertido por la pobreza, la explotación y el hambre. En el segundo tiempo, ese edén se convierte en limbo, donde los sueños de Quino parecen casi materializarse en el paraíso que literalmente atisba al interior de la perla. Y en el tercero, los personajes se hunden en el infierno irreversible de la pérdida de ese edén, a consecuencia de la muerte y el fracaso.
Fernández perfecciona su estilo visual, con personajes convertidos en figuras de una pasión; estatuas al interior de un enorme monumento en chiaroscuro, siempre en esa dualidad movimiento-contemplación, que pasa del hieratismo a una doliente expresividad captada genialmente por Gabriel Figueroa. Una de las características del método Fernández-Figueroa es su gusto por representar el relato partiendo de su simbolismo, que surge casi morosamente para provocar mayor impacto: la historia no es un simple argumento, sino un mural fílmico que cobra vida y que debe impactar al espectador por la suma de sus imágenes. Este filme está lleno de momentos icónicos, como esa pareja prácticamente apresada por las sombras de los intrincados árboles del manglar, o esas mujeres que al principio observan de espaldas el mar agitado, o esos rostros que, según cada personaje, expresan una gama profundamente humana, de la sorpresa al desprecio, del amor a la maldad, de la esperanza a la desesperación.
El amplio registro de emociones de este filme es llamativo, precisamente por su condición contemplativa, con cámara casi fija, que cumple el ritual de atestiguar la historia, de dar testimonio del alfa-omega de una tragedia cósmica, por encima de cualquier interpretación sobre los infortunios de la riqueza súbita. Una obra maestra.
Ficha artística: Pedro Armendáriz (Quino): María Elena Marqués (Juana); Fernando Wagner (patrón); Juan García (esbirro); Charles Rooner (médico); Alfonso Bedoya (compadre); Gilberto González (asaltante); Guillermo “Indio” Calles (campesino); Columba Domínguez (mujer); Pepita Morillo (mujer).
Ficha técnica: Productora: RKO Radio Pictures, Inc. y Águila Films, México-Estados Unidos; Productor: Óscar Dancigers; Gerente de producción: Federico Amérigo; Guion y adaptación: Emilio Fernández, John Steinbeck y Jackson Wagner; Fotografía: Gabriel Figueroa (en blanco y negro); Iluminador: Daniel López; Operadores: Ignacio Romero, Pablo Ríos; Edición: Gloria Schoemann; Música: Antonio Díaz Conde; Escenografía: Javier Torres Torija.
Estudios y laboratorios: Estudios Churubusco; Duración: 85 minutos; Estreno: Cine México, Ciudad de México, 12 de septiembre de 1947.
Premios: Festival de Venecia (1947), Mejor Contribución Cinematográfica, Mención Especial ex aequo, Fotografía (Gabriel Figueroa) y Actuación Masculina (Pedro Armendáriz); Premio Ariel (1948) de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas por Mejor Película, Mejor Actor (Pedro Armendáriz), Mejor Actor Secundario (Juan García), Mejor Fotografía (Gabriel Figueroa) y Mejor Director; Festival de Madrid (1949) y Asociación de Corresponsales Extranjeros de Hollywood, (1949) Mejor Fotografía (Gabriel Figueroa).
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