Al morir su padre, el famoso clown inglés Ricardo Bell, en 1911, su numerosa familia forma la compañía circense de los Hermanos Bell, la cual se establece en Guadalajara, Jalisco, en 1920. Alberto Bell, aficionado a la fotografía y especialista en iluminación y el manejo de aparatos de efectos para las presentaciones teatrales, adquiere en Europa su primera cámara de cine en 1907, cuando por encargo de su padre compraba utilería para el Circo Bell.
De regreso de una gira por Estados Unidos, propone la filmación de El último sueño/1922, proyecto que entusiasma a todos los hermanos. La cinta se rueda en su residencia de Guadalajara y en sus alrededores, con guión de Celia Bell y la participación de ocho miembros del clan. Jesús H. Abitia revela el material en sus estudios de la Ciudad de México y la distribuye en sociedad con los Bell. El melodrama narra la historia de un matrimonio aristocrático salvado del divorcio por la intervención del fantasma de su hijo muerto. La cinta se estrena en el Teatro Degollado de Guadalajara junto con el mediometraje Fausto y Margarita/1922, en el que Óscar Bell representa una pantomima, que forma parte del espectáculo de la familia, y probablemente también participa Jorge Bell como actor.
Este último, con patrocinio de la familia, realiza en 1928, también en Guadalajara, los cortometrajes documentales Revista de Guadalajara y La última semana del general Obregón; el primero, un esfuerzo no continuado de revista noticiosa, y el segundo, un montaje con escenas de los últimos días del sonorense hasta su cortejo fúnebre. Es también el autor del guion de su único largometraje, El pulpo humano/1933, melodrama de poco éxito, donde aparece en un papel secundario, y por primera vez en cine sonoro Sara García, quien se especializa más tarde en papeles de abuelita. El pulpo humano es la última relación conocida de los hermanos Bell con el cine nacional.
“Nos decía Alberto que él tiene su idea respecto al cinematógrafo para hacer obra verdaderamente nacional. Que en las diferentes clases sociales se pueden escoger costumbres sumamente interesantes, sin necesidad de presentar tipos repugnantes que indudablemente desprestigiarían a nuestro país. Se puede presentar el ranchero típico, de anchas calzoneras y sombrero ancho, de alma noble y no el pelado borracho de malos instintos.
Por la primera producción de los Bell se podrá juzgar lo que harán ellos en un futuro no muy lejano. En ella se pintan admirablemente nuestras costumbres sin echar mano de recursos populacheros, y, sin embargo, es una obra de verdadero interés…”
(Revista de Revistas, 24/12/1922, pp. 42, en Crónica del cine mudo mexicano, Gabriel Ramírez, pp. 199)
La familia Bell proviene de una larga tradición circense que se remonta, por lo menos, al patriarca, el mimo inglés James Bell y sus hijos James, Jack, Henry, acróbatas, y Ricardo, el más pequeño, clown. Este último radica en nuestro país desde 1883 y en 1907 crea su propia compañía que tenía como base la segunda trouppe Bell formada por él y sus trece hijos: Carlos, Jorge, Guillermo, Eduardo, Alberto, Judith, Stella, Celia, Nelly, Ricardo Jr., Sylvia, Óscar y Arturo, todos artistas del circo.
Al estallar la Revolución en 1910, decide regresar a Londres, pero muere en Nueva York el 12 de marzo de 1911. En El último sueño/1922 participan Eduardo, Nelly, el niño Eduardo (nieto del clown), Estela, Celia, Jorge, Ricardo Jr., y Óscar Bell; Gertrude Schaibli (esposa de Alberto), Amalia F. de Bell, Adela P. de Recalde, Luis Ornelas, Bernardo y Ramón Martín del Campo, Enrique Chávez Peón, Bernardo Bátiz y Juan Peyres.
En Estados Unidos, Ricardo Bell, Jr. participa en dos cintas en español: La jaula de los leones/Fred Balshofer 1930, donde es supervisor escénico con Romualdo Tirado y en la que también actúan sus hijas Amalia, Alicia y Rosita, y en Las campanas de Capistrano/León de la Mothe 1930, en la que tiene un tercer papel después de Cora Montes y Luis de Ibargüen.
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