DIRECTORES:

PELÍCULAS:

LISTADO DE DIRECTORES:

A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z

ENSAYOS

HISTORIA DE LOS LABORATORIOS CINEMATOGRÁFICOS EN MÉXICO (1919 - 2006)

PATRICIA MILLET DE FUENTES

Publicado en el: Diccionario del Cine Español e Iberoamericano. España, Portugal y América (2012)

(Coordinación México, Perla Ciuk)

 

Este ensayo lleva la finalidad de conocer un poco sobre la historia y evolución de los laboratorios cinematográficos mexicanos, su importancia como sector y así mismo como un eslabón de la cadena cinematográfica, ya que en México casi desde sus inicios se conformó como industria.

De ninguna manera pretende ser un análisis exhaustivo sobre todos los laboratorios que han existido en este país debido a la dificultad para conseguir muchos de los datos indispensables para la investigación.

En este trabajo, veremos algo de la historia de esos laboratorios cinematográficos mexicanos que nacen simultáneamente con el cine y conforme éste se desarrolla en México, así también la necesidad de procesar la película original con todos los servicios conexos para finalmente realizar sus copias para ser exhibidas al espectador.

También proporcionaremos una idea general sobre el cambio de este sector durante el Siglo XX, sus adaptaciones en la etapa en que se encontraba la industria en un momento dado, para llegar finalmente al estado actual de los laboratorios cinematográficos en México.

Antes de proseguir quisiera subrayar que la mayoría de los datos aquí vertidos fueron transmitidos oralmente, ya que la labor de los laboratorios también es poco conocida incluso por los estudiosos del cine y casi no existen documentos que se hayan preocupado por mencionar algo concreto sobre esta imprescindible labor técnica e industrial, por lo que su existencia pudo ser conocida en cierta medida empresarial, más no así en el contexto global del cine.

Aún los datos que se pudieron conseguir en la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (CANACINE), fueron del primer censo levantado por ese organismo empresarial en 1960 y, particularmente sobre los laboratorios, los datos son incompletos e imprecisos.

Existe mucha bibliografía sobre las películas, sus cineastas, actores, productores, guionistas, editores, fotógrafos, técnicos y demás integrantes de un filme en sí; incluso del estudio donde fue llevada a cabo su producción, pero casi nada se menciona sobre el laboratorio donde fue procesada la película. Quedan muy pocos datos sobre las empresas dedicadas al proceso cinematográfico y que han desaparecido en el tiempo.

Por lo tanto, debo agradecer la enorme ayuda que recibí para la realización de este trabajo, muy especialmente de Beatriz Márquez, técnica -muy capaz- de procesos cinematográficos que además de trabajar muchos años para Kodak Mexicana brindando asesoría a todos los laboratorios, ha seguido colaborando particularmente con muchos de ellos y siempre con la mira de que todos fuesen competitivos a nivel mundial.

Así mismo agradezco la cooperación de los señores Enrique Alagón, Alfonso Vargas, Alberto Castillo y de todos los que me apoyaron con sus enormes conocimientos y memoria contribuyendo a que este trabajo pudiera llegar a buen fin.

Todos los laboratorios cinematográficos mexicanos mencionados en este trabajo se establecieron en la Ciudad de México, al igual que la gran mayoría de las empresas dedicadas a la producción y aunque en los últimos años ésta se ha extendido a ciudades como Guadalajara y Monterrey, hasta el tiempo presente todos los procesos realizados con la película cinematográfica se siguen concentrando en la Capital de México.

Este ramo de la cinematografía es poco conocido ya que al público le gusta enterarse principalmente sobre las películas y todo el fantástico mundo que las rodea; pero el proceso técnico ha sido de poco interés en general y sin embargo, de no poca trascendencia, ya que en varios momentos de la creación de una película, el laboratorio cuenta con todos los elementos para colaborar a que ésta llegue a buen fin y un error del proceso podría echar a perder el trabajo de centenares de personas que colaboran en la realización de una película.

Es decir, en los elementos que se manejan dentro del laboratorio (negativos originales de imagen y sonido) que son enviados allí para la realización del proceso químico-mecánico-sensitométrico que revelará e imprimirá el material cinematográfico, se encuentra todo el trabajo de la pre-producción, del rodaje completo y también todo el trabajo de la post producción.

Cuando el laboratorio revela el negativo de imagen, en él van contenidas todas las escenas que se filmaron durante uno o varios días de rodaje y en sus manos queda toda la responsabilidad de que el revelado se realice en óptimas condiciones. El simple manejo inadecuado del material puede ocasionarle un daño irreparable.

Como ejemplo recordemos lo que sucedía antes de la existencia de la televisión, al filmar algún hecho histórico e imaginemos la responsabilidad del laboratorio al procesar ese negativo del que no existía ninguna posibilidad de conseguir más imágenes sobre el suceso y quizá pueda comprenderse un poco mejor la trascendencia de un proceso profesional.

También cuando el laboratorio imprime el negativo final original, para obtener un inter-positivo o “Master”, si este proceso sufriera daño, pudiera estar en peligro todo el trabajo completo de esa película desde su planeación hasta su proceso final, incluyendo todos los pasos que fueron necesarios para llegar hasta la obtención de la copia final que será proyectada al público.

Aun cuando los procesos del laboratorio sean meramente técnicos y no artísticos, un trabajo bien realizado colabora a que el material resultante sea magnificado en su fotografía o minimizado en la misma y así mismo, a que cada una de las copias para exhibición lleven la misma calidad autorizada desde la primera copia para su volumen de comercialización.

Los procesos de un laboratorio son sumamente complejos; los técnicos que ahí trabajan son gente muy especializada, con experiencia, talento y responsabilidad para con su trabajo, ya que en sus manos queda depositada toda la obra cinematográfica.

Por otra parte, el equipo necesario para el adecuado trabajo del laboratorio es, además de complicada, de precio muy elevado por ser verdaderamente específica, en una rama industrial relativamente pequeña ya que como máximo habrá quinientas empresas en todo el mundo que consuman estos equipos.

Por otra parte, para que una industria cinematográfica pueda ser considerada como tal, es indispensable que cuente con laboratorios con personal de planta de larga experiencia y la infraestructura de equipo y sistemas muy complejos para la ejecución de una permanente producción. En términos muy coloquiales podríamos comparar al laboratorio cinematográfico con la cocina de una casa, que no podría llamarse hogar, sin ella.

Finalmente mencionaremos que en las siguientes páginas el lector encontrará separado periodos de tiempo definido, la situación general del sector de laboratorios cinematográficos y así mismo un entorno muy general sobre la Industria Cinematográfica Mexicana, solamente para encuadrar adecuadamente el contexto que se vivía alrededor de la materia del presente trabajo.

 

Los inicios: 1896/1929

México comenzó a contar con proceso cinematográfico desde el inicio de la cinematografía mundial. En Latinoamérica, es aquí donde comenzaron a llegar las películas francesas, norteamericanas, etc. para ser proyectadas al público. Casi de inmediato hubo que traducir los cartones explicativos en el cine silente, realizar nuevos cartones en español, revelarlos y finalmente insertarlos en el filme.

A finales del Siglo XIX, el fotógrafo también revelaba el material y lo hacía mediante raquetas donde insertaba la película para sumergirla en una tina que contenía los baños reveladores, moviendo la raqueta de tal forma que el efecto del proceso fuera parejo en toda la película. Además, hacía los cartones con los textos del cine mudo o los traducía del idioma extranjero al español -cuando el filme provenía del extranjero- y los insertaba ya revelados en el material.

En algunos casos también operaba el sistema de proyección, siendo ésta la primera operación técnica que se hizo en México: operar un aparato que reflejara en una pantalla las escenas de un filme. De esto hay constancia en los anales de la cinematografía mexicana desde 1908, según los testimonios recogidos por Aurelio de los Reyes, historiador del cine mexicano.

Hay varias menciones de “Estudios Cinematográficos” de esas fechas, que dejaron poca huella debido a su corta duración y en los que en algunos casos se menciona que contaban con “laboratorio” y que eran operados de forma artesanal por algún Ingeniero con conocimientos en fotografía, o mediante la práctica adquirida en la producción de alguna película ya fuera en México o en el exterior.

Los primeros estudios cinematográficos mexicanos se fundan en 1919, por el empresario de origen español Germán Camus, productor de películas mudas como “Santa” y se sabe que estos estudios también contaron con laboratorios “bien equipados y profesionales” [1]. Estos Estudios fueron de corta vida y casi no quedó huella de los mismos y menos aún sobre sus procesos de revelado.

Sin embargo, existe el testimonio de un “laboratorista” de esas “galerías y laboratorios”: Enrique Solís Chagoyán, quien recuerda haber hecho -con su entonces jefe Ezequiel Carrasco, fotógrafo- “Alas Abiertas”, “Hasta después de la Muerte” y “La Parcela, en ese sitio [2]. No hay manera de comprobar la calidad del proceso realizado en esas cintas, ya que no se conserva nada de ese material, ni siquiera el dato concreto de que hubiesen sido procesadas en ese “laboratorio”. Para 1926, ese estudio y su laboratorio se había convertido en un taller mecánico.

En 1922, cuando ya reinaba el cine en su etapa silente, se construyeron los “Estudios Abitia”, que tuvieron una vida más larga y se denominaron también como “Escuela de Arte y Fotografía” del fotógrafo pionero Jesús H. Abitia. Posteriormente se conocen como Estudios Chapultepec (por la zona de la Ciudad de México donde se encontraban).

Finalmente, en 1931 se convierten en los Estudios de la Nacional Productora, compañía encabezada por Gustavo Sáenz de Sicilia, Eduardo de la Barra, Juan B. Castelazo, José Castellot Jr., Luis Rubín y Manuel Cereijo. En esta compañía se produce la segunda versión de “Santa”, siendo la primera película sonora del cine mexicano, con un sistema óptico de sonido [3] que forzosamente tuvo que ser revelado, aunque no se menciona donde se llevó a cabo este proceso. Es conveniente precisar que el revelado de imagen y el de sonido son procesos distintos, con químicos, velocidad y turbulencia diferentes, lo que origina que se lleve a cabo en equipos o momentos alternos.

 

La década de los treinta

La Nacional Productora subsistiría hasta 1940, pero durante su pleno apogeo en 1933 contaban con tres foros, ocho camerinos, dos cuartos de edición y laboratorio. [4]

En 1932 se crean unos nuevos estudios mexicanos, del cinematografista Jorge Stahl en la colonia Condesa del D. F.: Los Estudios México Filmscon tres foros, laboratorio, diez camerinos, dos gabinetes higiénicos y dos cuartos de edición” [5] y el veterano Sr. Stahl en su amplia trayectoria en el sector de los laboratorios siempre se preocupó de mantener un alto grado de profesionalismo en sus procesos.

En 1933 y 1934 nacieron y desaparecieron otros dos estudios: Industrial Cinematográfica y Empire, que realizaron dos y una película, respectivamente, aunque no se sabe si contaban con laboratorio.

En 1934 se fundan los primeros grandes estudios cinematográficos al estilo Hollywood: Estudios CLASA, en División del Norte y Tlalpan (al sur del D.F.) de la Cinematográfica Latino Americana, encabezada por Alberto J. Pani y fueron financiados por el gobierno del Presidente de México, Lázaro Cárdenas.

Se inauguran en 1935 con la película “Vámonos con Pancho Villa” del cineasta Fernando de Fuentes, primera superproducción mexicana, que costó un millón de pesos, cuando el promedio de las películas de la época era de treinta mil pesos. “Por primera vez en México un estudio contó con cámaras Mitchell, equipo de regrabación (o sonorización sincrónica), máquina de revelado basada en la “curva gamma”, equipo de proyección de fondo (back-projection) e impresora óptica”. [6]

Los estudios de Gabriel García Moreno se inauguran en 1937, en la esquina de las Avenidas Coyoacán y Universidad (también al Sur de la Ciudad) que serían conocidos como Estudios Azteca.

A partir de 1938, México sobrepasa las 50 películas filmadas anualmente y con una industria cinematográfica pujante, son los Estudios Azteca y CLASA los que se reparten la mayoría de las producciones mexicanas, que florecerán durante la Segunda Guerra Mundial por la crisis generada por esa conflagración.

En esta década en la que se expande el cine junto con los estudios mexicanos, no existe certeza de que todos los procesos se realizaran en los laboratorios del país. Como ejemplo, existe una versión no oficial, de que el negativo de “Vámonos con Pancho Villa” fue enviado en su mayor parte a EUA para ser revelado en Hollywood. A la fecha no se cuenta con datos fehacientes sobre cuáles filmes sí fueron procesados en México y cuáles no, hasta la segunda mitad del Siglo XX.

 

Los 40: Época de Oro del Cine Mexicano

La producción cinematográfica mexicana crecía y comenzaba a dar buenos frutos, por lo que así mismo más estudios y laboratorios nacen y crecen para satisfacer la demanda, que comienza a ser no solo de películas, sino de documentales, comerciales y noticieros.

Respecto de estos últimos, inician algunos laboratorios específicos para dar servicio muy puntual a los noticieros que deben salir cada semana y por tanto requieren de un ritmo de trabajo distinto que al de las películas, que nunca será tan presionado como el de un noticiario que debe ser concluido totalmente cada semana por contrato con las empresas exhibidoras (recordemos que en esa época no se había inventado todavía la televisión).

En 1942 nace la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, organismo empresarial, como órgano de consulta del Estado Mexicano y que brinda a los empresarios la oportunidad de unirse para defender su problemática y plantearle al gobierno alternativas de solución.

En 1944, en medio de la euforia de la producción mexicana que cuenta ya más de setenta películas anuales y bajo la pretensión de llegar a hacer 125 por año, se crea una nueva empresa: Productores Mexicanos Asociados, comandada por Emilio Azcárraga Vidaurreta, con otros productores y actores reconocidos de la época.

El Sr. Azcárraga también se asocia con la internacional RKO y con el empresario norteamericano Harry Wright “para la construcción de los más grandes y espectaculares estudios de Latinoamérica, que serían envidiados por la Meca del Cine: Los Estudios Churubusco, que toman su nombre por el Río que corre paralelo a una de sus caras, al sur de la Ciudad de México y cuentan con 160,000 metros cuadrados de superficie”. [7]

“…Los laboratorios estarán a la altura de los mejores que existen en los Estados Unidos, teniendo uno especialmente diseñado para la película en Technicolor. Cámaras último modelo, back projection, equipos de sonido, etcétera, todo en número suficiente para dar cabida a todas las películas que quieran producirse…”, comentaba respecto del laboratorio el Cine Gráfico en su columna “Primer Plano” -sin firma- del 12 de marzo de 1944.

Sin inauguración oficial por problemas de índole sindical, comienzan a funcionar en septiembre de 1945. Con posterioridad llegó a ofrecer servicios de 12 foros, subestación eléctrica, plantas de emergencia fijas y movibles, dos salas de proyección, edificio de tres pisos para camerinos, laboratorios de 35 y 16 mm para blanco y negro y color, sala de grabación (y posteriormente doblaje), equipo de sonido RCA Víctor, talleres para construcción de sets, talleres mecánicos, oficinas para producción y un gran restaurante. [8]

Otro estudio que se inauguró en esa época, esta vez al norte de la Ciudad de México, fue el denominado Estudios Tepeyac (que se decía pertenecían a Don Abelardo Rodríguez, ex presidente de México) y esto sucede durante la fiebre de ofrecer servicios cinematográficos a la producción mexicana de películas y que a la postre terminarían por cerrar sus puertas por el exceso de oferta en los mismos. Aunque también es justo mencionar que otro factor determinante para su fracaso fue el cambio tecnológico que abarataría la producción al filmarse en sets naturales, con equipo menos pesado y más manejable y así mismo con negativo más sensible a la luz. Todo esto reducía costos haciendo menos necesarios los grandes foros de los estudios.

Esto no afectó a los laboratorios, que aun cuando no contaran con foros de filmación, iban surgiendo algunos que solo ofrecían servicios de post producción y no ya para la filmación en sí misma.

Durante esa década de oro ya hay algunos nubarrones que presagian las crisis recurrentes en las que caería posteriormente el cine mexicano. Además, hubo escasez de película virgen por el racionamiento del tiempo de la post guerra, tanto película negativa para la filmación, como positiva para la producción de copias de exhibición.

Por otra parte, comienzan a ser insuficientes los cines, pantallas o salas para la proyección de películas mexicanas, ya que el público se acostumbró rápidamente al cine extranjero subtitulado. Además, Hollywood creció profesionalizando sus sistemas de distribución mundial, acaparando el gusto del espectador y el corporativismo social mexicano comienza a repercutir en las empresas cinematográficas mediante un sindicalismo pujante y fuerte, que, apoyado por los gobiernos de la época, lleva a algunas empresas productoras, estudios y salas de cine a la huelga e incluso, más adelante, a declararse en bancarrota.

 

Los 50´s: Llega el color, las regulaciones y las sobre-regulaciones

Esta década marca un cambio impresionante en la tecnología dentro del cine, por el advenimiento definitivo del color sobre el legendario blanco y negro, ya que aunque los cine-fotógrafos, cineastas, productores y en general toda la familia cinematográfica defienden la escala de grises con todos sus matices, el gusto del público puede más que todas las teorías sobre la calidad y la textura del blanco y negro.

Por otra parte, el nacimiento de la televisión se convierte en el principal enemigo que “dará punto final al cine” y que efectivamente provoca una crisis que generará que la creatividad sea utilizada para lograr que la gente salga de su casa para ir al cine y éste se convierte en el paseo obligado de las familias, parejas y grupos de amigos con ansias de una diversión sana, económica y que permite al espectador vivir las aventuras de vidas ajenas, convirtiéndose en los personajes que viven dentro de la magia del cine.

Como comentario adicional a este punto, con el tiempo la televisión se llegará a convertir no solo en consumidora del material filmado, sino productora de películas realizadas especialmente para ese medio.

En 1949 se crea la “Ley Federal de Cinematografía”, con la que el gobierno intenta proteger esta industria, especialmente al cine mexicano y a sus integrantes, con claros fines sociales además de los culturales, dentro de la crisis que se está viviendo y que tiene orígenes multifactoriales que por no ser de la competencia del presente ensayo dejaremos sin mencionar.

Esta legislación coloca a los laboratorios junto con los estudios y talleres como parte integrante de la “producción cinematográfica” en el rubro de Servicios. Sufrió una modificación en 1952 y finalmente otra en 1994 que es la que se encuentra vigente hoy a esta fecha.

El gobierno mexicano consideraba al cine como el espectáculo familiar por excelencia, que permite al pueblo la única recreación que puede solventar con los escasos recursos de un salario pequeño, por lo que coloca “topes” al precio de la taquilla, iniciando una crisis en el cine que durará por décadas y llevará a esta industria mexicana a su casi desaparición 30 años después, afectando a toda la cadena incluidos los laboratorios.

Otro factor mexicano importante a destacar fue el cierre de las fronteras a la importación general de bienes y mercancías “para la protección de la economía mexicana”, ya que la competitividad mundial que inicia en la post guerra podría generar cierres masivos de empresas de todo orden.

Esto, en el sector estudiado, genera la garantía de que la realización de las copias para su exhibición sería hecha en México, para beneplácito de los laboratorios, pero deviene en un atraso tecnológico importante, ya que tampoco pueden importarse maquinaria, equipo o refacciones, que llevan a los industriales a sufrir para brindar el servicio de calidad que empieza a requerir tanto el cine nacional como el importado que llega al país para su exhibición.

Es esta garantía la que lleva a muchos industriales a crear laboratorios de todo tipo y tamaño; pequeños, medianos y grandes; con o sin estudios o foros, para 35 o 16 mm, color y/o blanco y negro. Algunos específicos para dar servicio a la producción mexicana de películas (para satisfacer todos los requerimientos de la post producción de la época) y finalmente otros que solo realizan copias positivas para su exhibición, para atender a las distribuidoras de material extranjero.

Así nace en los años 50’s: Cinelaboratorio (1951, presidido por César Santos Galindo con un grupo de inversionistas) para 16 mm. en blanco y negro, para noticieros, cortos y documentales, teniendo como Gerente General al Ing. Víctor M. Millet Trava, extraído de Los Churubusco, capacitado en Kodak (Rochester USA) y quien desarrollaría una amplia y reconocida trayectoria en este sector durante la segunda parte del siglo XX.

También durante 1951 inician los Estudios San Angel Inn, de Don Jorge Stahl para iniciar el proceso del color y fueron instalados en lo que actualmente es Televisa San Ángel, funcionando como laboratorios y estudios hasta 1964.

Así mismo Cinecolor en 1957 (de los Señores Vilar y de la Mora) y es en este laboratorio donde realmente tiene éxito el proceso del color en México. Llegan al país varios ingenieros franceses a integrarse en diversos laboratorios, que eran técnicos especializados en el proceso de color, ya que aunque muchos laboratorios contaban con el equipo, además de la teoría, la verdad es que todavía en esas fechas los problemas eran mucho mayores que los resultados alcanzados.

Entre algunos de ellos podríamos mencionar a los ingenieros Julio Hacket y Jean Courcoul, posteriormente a Claude Perreaud y Pierre Vannier, entre otros, que diseminados en varias empresas, facilitaron que este país pudiese ofrecer un servicio de calidad en la impresión, el revelado y las “luces” del material a color, que había llegado para quedarse.

Se crean en 1958, los Estudios y Laboratorios Cinematográficos México (de los Señores Rosas Priego) con equipo para 35 y 16 mm., para blanco y negro y también para color, con todos los servicios para la producción, que incluían sonido y regrabación, además de foros.

 

Las décadas del sesenta y setenta

Casi al final de los años 50’s se inician muchas empresas pequeñas, con cinco empleados en promedio, que darían servicios a noticieros o a periodistas independientes, los que llevaban sus notas a revelar para luego venderlas a las empresas noticiosas. Algunos otros laboratorios revelaban material reversible, que al desaparecer éste paulatinamente del mercado deja sin trabajo a algunos pequeños empresarios que tenían en este proceso su renglón principal de negocio.

También aparecen algunos más que se dedican a reducciones de 35 a 16 mm. en blanco y negro para que la película cinematográfica termine su ciclo de exhibición “puebleando” en las localidades más pequeñas de México. Esta modalidad durará prácticamente hasta la aparición del Video en los años 80’s, cuando casi todas estas pequeñas empresas desaparecen o se dedican al videograma.

Según el primer censo empresarial realizado por la CANACINE [9] en 1960 existieron cuatro laboratorios, además de los que aquí se mencionan y de ellos únicamente se conservan su razón social y ubicación en la Ciudad de México y fueron: Gamma Producciones, Charles L. Kimball, Rivatón de América y Laboratorios Cinematográficos Benavides.

Por otra parte, tenemos a Laboratorios Notimex únicamente para su servicio propio; Laboratorios Excélsior, para los camarógrafos independientes revelando el reversible Ektachrome y los laboratorios conocidos como “Chori” por el apelativo de su dueño, en la Calle de Tolsá (muy cerca de Televisa) y que tenía la particularidad de revelar todavía mediante “raquetas”, el procedimiento más primitivo de la industria cinematográfica, y sin embargo dando una calidad bastante aceptable.

Los Laboratorios Cinematográficos Querétaro, del Sr. Alejandro Chavira, para noticieros y copias en blanco y negro, en 16 mm.

El Sr. Valente Cejudo creó tres empresas pequeñas que hacían reducciones de largo y corto metraje en blanco y negro y les nombró de acuerdo con la calle en que estaban ubicados: Laboratorios Morazán, Copenhague y Prados Churubusco que desaparecieron también con la llegada del Video.

En 1971, con el cierre de los Estudios Cinematográficos México por huelga, varios ex empleados del lugar se unen para formar Servicios Cinematográficos en las Calles de Xola y Petén: Alberto Castillo, Eduardo García, Jorge Aguirre y Víctor Ramírez, también para reducciones y revelado de sonido en 16 mm. Esta sociedad no prosperó, pero de ella emanaron otros laboratorios: Laboratorios Cinematográficos Castillo de Alberto Castillo Páez para 16 mm. inicialmente y después ofreció revelado de positivo para 35 y 16 mm. y Ormaco 35 de Jorge Aguirre, para revelado de negativo de 35 y 16 mm.

Por otra parte, se crea una asociación de laboratorios, para defender sus intereses ante la ya incontenible hegemonía de las cuatro empresas “Majors” en que se han constituido a nivel internacional los grandes productores y estudios de Hollywood y que poseen ya la inmensa mayoría de la taquilla mexicana.

Esta Asociación Mexicana de Estudios y Laboratorios para Cine y Televisión (AMELCyT) fue fundada y comandada por el Ing. Víctor M. Millet y en ella los laboratorios asociados encontraron un adecuado medio de defensa de sus intereses. A ésta se unieron casi todos los laboratorios medianos y grandes de la época y permaneció vigente durante más de treinta años, hasta la apertura total del mercado a mediados de los 90’s.

Gracias a esta Asociación, se firmaron acuerdos entre los laboratorios y las distribuidoras “Majors”, con el gobierno en calidad de testigo, mediante los que tendrían que realizar la mayoría de sus copias para exhibición en territorio mexicano, propiciando el crecimiento de este sector.

Es en esta década donde se conformarán y consolidarán los laboratorios cinematográficos mexicanos que darán cimiento a aquellas empresas que prevalecerán hasta el Siglo XXI y que hoy siguen vigentes, competitivas y buscando permanecer en el cambiante y exigente mundo del cine.

Nace Filmolaboratorio en 1962, con los mismos socios de Cinelaboratorio, y también dirigido por el Ing. Víctor M. Millet; este laboratorio dará servicio para 35 mm. en blanco y negro. En 1964 el Ing. Millet asociado con el productor de cine Gonzalo Elvira crean una tercera empresa Filmolaboratorio División Color en 1964, únicamente para material en 35 mm. color, con maquinaria y equipo de los Estudios San Angel Inn, de Don Jorge Stahl, quien en ese momento se retira del cine.

En 1968 también se crea otro laboratorio enfocado a la producción, TV Cine, de Don Víctor Parra quien por ese entonces se desempeñaba además como Director de los Estudios América, empresa paraestatal creada por el gobierno para separar las áreas de competencia de los dos sindicatos cinematográficos existentes: S.T.I.C. [10](en los Estudios América) y S.T.P.C .[11] (en Estudios Churubusco). Como los Estudios América no contaron con instalaciones de laboratorio, TV Cine respondió a esa necesidad, brindando todos los servicios necesarios para las producciones mexicanas y con gran apoyo del S.T.I.C. uno de los dos grandes sindicatos del cine mexicano.

Ya en los 70’s surgen otros laboratorios pequeños como Temexcolor de los empresarios Herbert Loose y Álvaro Delgado, para película reversible de 16 mm., así como también Magnamex de los Sres. Guillermo y Raymundo Parra asociados posteriormente con Don Carlos Amador, laboratorio mediano solo para copiado de material positivo en 35 mm.

Entre las nuevas empresas, en 1972 aparece Labofilms del Sr. Enrique Alagón, para la realización de copias en 35 mm. principalmente, donde colabora el técnico francés Vannier haciéndose cargo del proceso. Esta empresa llegará a convertirse en la número uno de México a finales de los años 90’s y así prevalece hasta el presente.

 A principios de esta década también se crean muchas empresas -mayoritariamente estatales- para dar servicios al cine mexicano y específicamente para brindarle apoyos financieros a la producción de películas: el Banco Nacional Cinematográfico (reformado), para la distribución a nivel nacional del cine mexicano: Películas Nacionales y para su distribución en el extranjero: Películas Mexicanas.

Estas dos distribuidoras realizaban los pedidos con antelación, directamente a los laboratorios donde había sido procesada la película, mediante tirajes ya establecidos que eran de 40 copias para Películas Nacionales y 20 para Películas Mexicanas y con 120 y 60 “trailers” respectivamente, permitiendo a los laboratorios llevar una adecuada planeación de su producción.

A partir de 1972 se inicia un proceso desconocido para la mayoría de los mexicanos: la inflación.

México cierra su periodo de desarrollo estabilizador que lo convirtió en uno de los países de mayor crecimiento del mundo iniciando una de las peores y más largas crisis económicas que hubiera tenido este país.

En cuanto a la Industria Cinematográfica el gobierno decide comprar muchas empresas en peligro de quiebra “para proteger al cine”, trayendo como consecuencia la estatización del cine mexicano.

Al producirse un cierre masivo de cines el gobierno mexicano los adquiere formando un circuito de exhibición gubernamental que en vez de mejorar la situación la acaba de descomponer, ya que al convertirse en patrón de los trabajadores sindicalizados del cine, éstos consiguen canonjías y prestaciones por situaciones políticas que repercuten en toda la cadena cinematográfica y como podrá comprenderse, a una problemática más seria.

En ese mismo sentido, el gobierno interviene varios estudios que están a punto de la quiebra, los compra y administra como empresas paraestatales con una burocracia anticompetitiva que solo empeora más toda la situación.

Dentro de los estudios y laboratorios que compra el gobierno para apoyo de la industria están los Estudios Churubusco, que se fusionan con los Azteca -ya cerrados por falta de trabajo- y se convierten en los Estudios y Laboratorios Churubusco Azteca.

Dentro de las empresas grandes que desaparecen están los Estudios CLASA, Azteca, Tepeyac, Estudios y Laboratorios Cinematográficos México amén de otros más pequeños como Cinecolor y los Laboratorios Querétaro; algunos por quiebra y otros por problemas sindicales.

También se dan algunas fusiones de laboratorios privados como Cinelaboratorio con Filmolaboratorio y su División Color, quedando únicamente vigente Filmolaboratorio brindando la gama completa del trabajo que hacían por separado las tres empresas.

Casi al finalizar la década, se inicia otro cambio tecnológico en la película que además de que ahora tiene mucho mayor sensibilidad a la luz, requiere de un proceso químico distinto, mucho más preciso, por lo que se modifica la temperatura del revelado, denominándose “proceso caliente”. Este cambio lleva a los laboratorios a actualizar el equipo de revelado.

 

En los 80’s hacen su arribo el video y la piratería

Con el nacimiento de la nueva ventana de comercialización, el videograma se convierte en el nuevo enemigo de la cinematografía, amenazando a la exhibición, ya que el público se vuelca sobre este invento dejando de asistir al cine y afectará también a los laboratorios que “seguramente dejarán de producir copias”.

Por otra parte, el video provoca que la producción de películas para cine decaiga y aunque inicia una etapa de filmes específicos para esa nueva ventana comercial, éstas eran películas más pobres en su producción y no generaban copias, lo que redujo sustancialmente la facturación de los laboratorios.

México continuaba inmerso en crisis recurrentes con inflaciones de tres dígitos y devaluaciones constantes y en 1982, tras la nacionalización bancaria, se suspenden todas las operaciones con moneda extranjera. Como en ese entonces los laboratorios mexicanos exportaban una gran cantidad de copias para el resto de América Latina, perdieron la importante posición adquirida con años de esfuerzo, abriéndose la puerta a laboratorios de otros países que conquistaron esos mercados.

La crisis también provocó que las distribuidoras disminuyeran el volumen de copias de estreno para optimizar su inversión e importaron copias del extranjero (en algunos casos usadas). Así, entre 1984 y 1988, los laboratorios mexicanos perdieron el 33% de su producción de copias y además en tan solo cuatro años, pasaron de tener una ganancia bruta global del 33.7% en 1984 a una pérdida bruta del 16.9% en el año de 1987. [12]

Esta descapitalización impidió la reinversión para reponer y actualizar la maquinaria obsoleta, dificultando que las empresas brindaran un servicio competitivo en algo tan delicado como los procesos de revelado e impresión.

En otro orden de ideas, la industria publicitaria empieza a tecnificarse a grandes pasos en vista de los mayores requerimientos de calidad demandada por la televisión y así mismo por la post producción en video que revisa el negativo procesado “cuadro por cuadro”.

Además, se da un boom en las empresas productoras de anuncios comerciales que se multiplican e implican un razonable metraje de negativo procesado.

Aquí aparece otro laboratorio dedicado solo al revelado de negativo para la producción de anuncios publicitarios denominado Alta Sensibilidad, propiedad de dos connotados productores de comerciales Francisco Murguía y Juan E. García.

A finales de los 80’s México comienza la lenta pero segura apertura de sus mercados al incorporarse al GAT y esto traerá como consecuencia que las autoridades mexicanas permitan libremente a las distribuidoras “Majors” la importación de sus copias. Aunque esto sucederá hasta 1994, desde mediados de la década anterior las autoridades dejan de presionar a las distribuidoras de cine extranjero para la realización de sus copiados en el país.

A pesar de que cada vez las grandes distribuidoras importan a México más copias, paradójicamente en los laboratorios aumentó el número de copias extranjeras elaboradas, ya que las distribuidoras requieren que sus estrenos sean cada vez en más cines, solicitando a los laboratorios un volumen más grande. Sus pedidos a principios de los 80’s eran de 75 copias para cubrir un gran estreno y al final de la década llegaban a 200 para las grandes películas de temporada.

Desde un punto de vista técnico ésta es quizá la peor época del cine en México. Las salas exhibidoras se encontraban en un estado físico realmente deplorable debido al estado permanente de crisis. El cine mexicano se encuentra en su más bajo nivel de producción por el cierre de las distribuidoras Películas Nacionales y Películas Mexicanas, cerrándose las puertas para su exhibición al final de la década del 80.

Sin embargo, la mayoría de los laboratorios medianos y grandes que existían al inicio de los 80’s subsisten y encontramos con servicios completos para la producción y la distribución a Estudios Churubusco Azteca, TV Cine y Filmolaboratorio.

Empresas que solamente elaboran copias para la distribución Magnamex y Labofilms.

Laboratorios que brindan servicio de revelado negativo para la industria publicitaria, Ormaco 35 y Alta Sensibilidad.

Y quedan además algunos pequeñitos todavía que irán desapareciendo paulatinamente.

Finalmente, en el ámbito mundial empieza a desarrollarse la electrónica masiva y la tecnología digital que modificará literalmente al mundo y entre otras, a la mayor industria del espectáculo.

 

1990-1999: Llega la tecnología y cambia el cine

En México la apertura de sus mercados se concreta con la firma del primer tratado comercial: el NAFTA o TLCAN. [13] Pero para que éste se concrete lleva necesariamente al gobierno a modificar varias legislaciones, entre otras la Cinematográfica que se encontraba vigente desde su última modificación en 1952.

Además, libera finalmente el precio de taquilla, permitiendo así la modernización de todo el sector industrial, ya que a pesar de ser el eslabón que cierra la cadena cinematográfica en su primera ventana de comercialización, repercute en toda la industria, que se tecnifica a pasos agigantados, cambia de fisonomía -como todo el cine mundial- ofreciendo al espectador nuevas razones para acudir a las salas cinematográficas.

La era digital inicia en el cine mediante el sonido que modifica sustancialmente el espectáculo generando inversiones desde la exhibición y arrastrando lógicamente a los laboratorios mediante las nuevas impresoras para los sonidos digitales.

Por otra parte, el fenómeno de las salas de opción múltiple para el espectador (en lugar de los grandes espacios de dos mil butacas con una sola pantalla) requiere de las distribuidoras el incremento masivo del copiado para sus estrenos simultáneos a nivel mundial y así mismo intenta reducir a la piratería. Esto requiere de copiado a muy alta velocidad para dar respuesta oportuna al cliente, so pena de que importe sus copias manufacturadas de otro país.

Según el análisis realizado por la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma en 1994 [14], en el que se estima que el total de la planta laboral de los laboratorios asciende a alrededor de 450 personas y se encuentra subutilizada en su capacidad de procesamiento, con problemas de competitividad debido a:

  • Lentitud y complejidad aduanales de importación del negativo de películas para su proceso de copiado.
  • Las mayores economías de escala en los laboratorios norteamericanos y canadienses (a manera de ejemplo, la película más exitosa hasta ese tiempo “El Rey León” se estrenó con 230 copias, mientras que en EUA eran normales las producciones con 3,000 copias para un estreno).
  • Equipo y tecnología anticuados y de baja productividad, en comparación con los estadounidenses.
  • Altos impuestos en la importación de maquinaria.
  • Alto costo de las materias primas y compuestos químicos que se importan en su totalidad.

Este estudio también menciona que en tres empresas se concentra el 75% de la planta laboral y es en los laboratorios que brindan todos los servicios a la producción: Churubusco, TV Cine y Filmolaboratorio, mientras que la mayoría de las demás empresas consideradas como “micro” tienen menos de quince empleados cada una y solamente algunas con categoría de empresa pequeña tienen un máximo de 40 empleados.

A partir de 1995, con la puesta en marcha del TLCAN o NAFTA y la aplicación de la nueva Ley Federal de Cinematografía, los laboratorios inician una modernización con inversiones que en su conjunto, tan solo en una década, han sumado aproximadamente treinta millones de dólares, redundando en un sector moderno y confiable; con calidad, precio y servicio al nivel de cualquier laboratorio mundial, con capacidad para enfrentar las necesidades del mercado mexicano y aún el de exportación.

Sin embargo, esto no es suficiente para impedir que con la apertura irrestricta del mercado la competencia internacional cada día sea más dura, ya que empiezan a formarse alianzas entre laboratorios internacionales de gran tamaño y capacidad, que brindan servicio de copiado a gran escala para los contratos que firman con los productores de Hollywood, desde la filmación misma de la producción en la meca del cine.

 

El Siglo XXI: La era digital

Con respecto a los laboratorios, como ya fue mencionado anteriormente, casi todos los existentes al final del Siglo XX sufrieron una gran transformación, no solo tecnológica sino en la mayoría de los casos de fusión con otras empresas del ramo, en algunos casos con grandes grupos internacionales y en otros con empresas post productoras digitales para reunir bajo una misma razón social todo lo que tanto productor como distribuidor pueda necesitar.

Finalmente veamos el panorama de los laboratorios cinematográficos mexicanos hoy en día:

LaboFilms que no ha sufrido modificación en su tenencia accionaria y sigue siendo encabezado por Don Enrique Alagón, fue el primer laboratorio que inició su modernización tecnológica desde mediados de los noventa, comprendiendo las futuras necesidades del mercado. Tiene hoy en día la máxima capacidad de copiado en alto volumen; cuenta ya con todos los servicios para la producción y recientemente inició otra etapa para ofrecer post producción digital en un futuro próximo.

Industrias Audiovisuales Mexicanas: Esta empresa trasnacional tiene sus orígenes en los Laboratorios TV Cine de Víctor Parra que es vendido a Cinecolor [15] en el año 2000 a un grupo chileno de gran penetración en Sudamérica, que cuenta con servicios completos de post producción en Brasil, Argentina, Chile y finalmente llega a posicionarse en México equipando a este laboratorio con servicios completos para la producción y post producción, apoyado en el respaldo de su prestigiado grupo internacional. En México ya están instalando también servicios digitales como los tienen en América del Sur.

New Art Laboratories de Demetrio Bilbatúa, Luis Castañeda y la familia Millet, tiene su origen en Filmolaboratorio, el laboratorio de iniciativa privada más antiguo de México creado en 1951, que cerró sus puertas en 2001 para formar parte del Grupo New Art, líder en la post producción digital de México. Este grupo pertenece mayoritariamente a Don Demetrio Bilbatúa Rodríguez, empresario mexicano de origen español de gran trayectoria como documentalista y fotógrafo de la vida nacional mexicana. New Art Laboratories es el laboratorio más bello del país, con tecnología de punta en sus instalaciones y cuenta con todos los servicios para la producción, alta capacidad de copiado ofreciendo al cliente todos los procesos necesarios mediante el gran respaldo y trayectoria del Grupo New Art.

Estudios Churubusco Azteca. Siguen siendo propiedad del gobierno mexicano mediante el rubro de empresa paraestatal. Durante 1994 inició una completa transformación en su estructura desprendiéndose de la mayoría de las instalaciones de foros para hacer más rentable a la empresa. Modernizó todos sus sistemas, incluyendo los del laboratorio con tecnología de punta, principalmente en la regrabación del sonido. Finalmente, hoy su laboratorio cuenta con todos los servicios y su capacidad de producción de copiado puede catalogarse como mediana. Están enfocados a la producción mexicana de películas y en muchos casos se asocian con la productora mediante la aportación de sus servicios, lo que apoya sin duda a la producción del cine mexicano.

Laboratorios Temexcolor. Herbert Loose se asocia en el Siglo XXI con Iñaki Rivas Soberón equipando su laboratorio para copiado en alto volumen y se convierte en un laboratorio moderno para la producción de copias subsecuentes.

Alta Sensibilidad de Juan E. García y Francisco Murguía continúa brindando revelado de negativo básicamente para la Industria Publicitaria. Poseen además foros, post producción digital y otros servicios a la producción, todo englobado en el Grupo Renta Imagen.

Ormaco 35 actualmente de la Sra. Alejandra Vidrio Fernández. También dedicado al proceso de revelado de negativo en 35 y 16 mm. y a los servicios de post producción publicitaria.

Magnamex que pasa a manos del Sr. Jorge Vázquez, está dedicado básicamente al copiado de “trailers” y comerciales.

Los grandes avances en la era digital abarcan todas las áreas de la cinematografía, incluyendo desde la filmación de algunas películas en este sistema (aunque la imagen final la siguen transfiriendo a negativo de película), en la edición, el corte del negativo, la regrabación del sonido, en todos los controles de los equipos del laboratorio -reveladoras, impresoras y equipo adyacente para revisión, controladoras de luces, control químico de los baños de proceso- y finalmente ya existen proyectores de alta definición que cuentan con la suficiente calidad técnica para que el espectador sea incapaz de diferenciar si la imagen que llega a sus ojos proviene de película cinematográfica o de una imagen digital.

Esta etapa tecnológica que apenas comienza… ¿será simplemente otro enemigo a vencer o significará la muerte de las copias cinematográficas, principal producto del que viven los laboratorios del Siglo XXI?

Esta interrogante como tantas anteriores del pasado deberá contestarlas el futuro.

 

 

 

[1] Juan bustillo Oro, Vida Cinematográfica, Cineteca Nacional, México 1984.

2 Testimonio recogido por Aurelio de los Reyes el 20 de mayo de 1974 en la Ciudad de México. Entrevista inédita de: Testimonios para la Historia del Cine Mexicano para el Instituto Nacional de Antropología e Historia, catalogada: PHO/2/8

3 La Fábrica de Sueños, Estudios Churubusco 1945-1985 del Instituto Mexicano de Cinematografía.

4 La Fábrica de Sueños Op. Cit.

5 Emilio García Riera, Historia Documental del Cine Mexicano, Vol. 1, Ed. Era, México 1969

6 Emilio García Riera Historia Documental del Cine Mexicano, Vol. 1, Ed. Era, México 1969

7 La Fábrica de Sueños Op. Cit.

8 La Fábrica de Sueños Op. Cit.

9 Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica

10 Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica

[1]1 Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica

[1]2 “Perfil Económico de la Industria Cinematográfica” realizado por CANACINE, Noviembre 1989.

[1]3 Tratado de Libre Comercio para América del Norte

[1]4 “Exposición y Análisis de la Problemática Actual en la Industria Cinematográfica” estudio realizado por CANACINE, Diciembre 1994.

[1]5 Homónimo del laboratorio mexicano que desapareció en los años 70’s

BÚSQUEDA DICCIONARIO

LISTADO DE DIRECTORES:

A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
error: