GARCÍA URBIZU, FRANCISCO (nombre verdadero, Francisco Paulino del Corazón de Jesús García Urbizu)

Director, documentalista, fotógrafo y argumentista. Hijo de Luis García y de Luisa Urbizu, cursa sus primeros estudios en el Seminario de Zamora, que sigue, más tarde, en el Seminario de Morelia. Continúa su aprendizaje en el estadounidense Colegio Elfindale, de San Luis Missouri.

Ocupa la presidencia municipal de Zamora en 1913 y, ese mismo año, debido a los conflictos revolucionarios, emigra a Jacona, Michoacán, donde su estancia es efímera y se marcha a Guadalajara. El 1 de mayo de 1919 es elegido, por segunda ocasión, Presidente Municipal de Zamora.

Durante su estancia en los Estados Unidos, Francisco García Urbizu asiste al rodaje de películas en algunos estudios neoyorquinos que, seguramente, lo motivaron para explorar esa actividad cuando regresa a su tierra natal. Según algunas versiones, ahí adquiere una cámara de 35 mm con sus implementos, aunque otras versiones afirman que la compró en la Ciudad de México.

Hacia 1918, filma sus primeros cortos documentales sobre acontecimientos relacionados con la vida y costumbres de Zamora, como ceremonias religiosas y festejos cívicos.

Se carece de datos precisos sobre la fecha de rodaje de muchos de sus trabajos fílmicos. Es probable que al iniciarse el decenio de 1920 Francisco García Urbizu haya filmado el corto de ficción Traviesa juventud, una comedia melodramática de época, también escrita y fotografiada por el director, de la cual todavía se conservan algunos materiales. La cinta estaba concebida como un ejercicio previo a sus emprendimientos cinematográficos más ambiciosos.

Hacia fines de 1922 o en el curso de los primeros meses de 1923 realiza la película de 7 partes (alrededor de 105 minutos de duración) Sacrificio por amor, que se estrena el 12 de noviembre de 1923 en el cine Imperio de Zamora. La cinta es conocida coloquialmente como “la película del cólera”, ya que aborda el problema que por dicha enfermedad enfrentó la ciudad de Zamora en 1850, a través de la narración de una trágica historia romántica, enmarcada en ese año luctuoso, cuando el cólera casi arrasó con los vecinos de la ciudad. Además de la dirección, Francisco García Urbizu es responsable del argumento y de la fotografía. En la trama, un esforzado médico (Manuel Sánchez Valtierra) cae víctima de la mortal enfermedad; pero gracias a la devoción de su novia (Carmen Mariscal) y a la intervención del párroco (Gonzalo Echevarrieta), que después de consultar democráticamente a los pobladores, dedica un nuevo templo a la Purísima Concepción de María, se produce el milagro: la epidemia se desvanece y el médico sana. Otros participantes en el extenso reparto de la película, en la que colaboraron con entusiasmo los pobladores, fueron Francisco Méndez, Jesús La Zamorana, Luis Alcalá, María del Rosario García Méndez, Antonio Placarte Ygartúa, Rubén Enríquez, Jesús Orozco, Angelina Jiménez y Antonio Méndez Bernal. Más tarde la cinta también se estrena en Guadalajara, Jalisco, el 28 de abril de 1924, en los cines Lux, Ópera y Cuauhtémoc.

En 1927, durante la Guerra Cristera, Francisco García Urbizu apoya el intento de fuga de dos frailes que, finalmente, son capturados y ejecutados, por lo que huye a Guadalajara. Regresaría de nuevo a su terruño para filmar, probablemente en 1929, el cortometraje de 15 minutos Fiestas patrias en Zamora, en la que documenta las celebraciones del 15 de septiembre.

Se emplea en la Comisión Nacional de Caminos y su participación en el tramo Durango Mazatlán del proyecto de construcción de la carretera federal de Matamoros, Tamaulipas, a Mazatlán, Sinaloa, le permite rodar, entre los años de 1930 y 1931, Mexiquillo, un breve documental de un rollo con partes dramatizadas, que centra su atención en una población maderera, a 50 kms. de El Salto, Durango, donde muestra vistas del lugar, costumbres de los lugareños y algunas tomas aéreas. Esta película se preserva en la Filmoteca de la UNAM.

Además, se sabe que García Urbizu realizó breves filmes publicitarios como los promocionales de El Hotel de Ventas, comercio de su propiedad; o un breve corto titulado Antiguo panadero, probablemente de 1925.

Para apoyar la realización de sus proyectos, Francisco García Urbizu construye su propio y primitivo laboratorio de copiado, cuyo equipo, al igual que algunas de sus película, carteles y fotomontajes, fueron rescatados por la Filmoteca de la UNAM.

Avanzado el decenio de 1930, abandona la producción y realización fílmica, pero no deja de informarse sobre el cine y forma un archivo de recortes periodísticos que guarda en sobres para cartas y ordena cronológicamente. A partir de entonces se dedica al periodismo, a la pintura y a la ingeniería civil. De hecho, se inscribe en la Academia de San Carlos y, finalmente, en los años sesenta es nombrado cronista oficial de Zamora, a la que dedica una copiosa e indispensable producción bibliográfica. En algunas de sus obras registra sus recuerdos sobre sus experiencias fílmicas.

“Pero a pesar de su carácter amateur, Traviesa juventud muestra las inquietudes de García Urbizu por captar las costumbres del terruño y una buena prueba de ello es la secuencia en la que un nutrido grupo convive y pasea en los huertos de una finca campestre. Con ello, el realizador logra, por momentos, un sobrio retrato de algunas formas de vida de las ricas familias zamoranas de la época. Por lo demás, gracias a la profundidad de campo, las escenas filmadas en las calles resultan valiosos testimonios de la arquitectura y el trazo urbano del centro de Zamora.”

“Según su autor (‘Historias y leyendas zamoranas, tercera parte’, p. 205 [de García Urbizu]), el argumento de Sacrificio por amor tenía como fondo ‘el milagro que nos hizo María Inmaculada, librándonos de la terrible peste el año 1850, al ser elegida y proclamada patrona de la ciudad. Este hecho se conmemora cada año el 8 de marzo’. En otro de sus libros (‘Historias y leyendas zamoranas’, p. 155), García Urbizu señala:

‘Tomaron parte [en la película] con entusiasmo y cariño: el pueblo en escenas de masas hasta de 500 personas y las principales familias, (…). Todos los artistas eran aficionados; se distinguieron tres viejecitos muy populares que entonces tenían 80 años: don Pancho Méndez, Jesús la Zamorana y Luis Alcalá quienes desempeñaron sus papeles con gran dedicación y entusiasmo; el primero en el de don Rafael Porto, presidente municipal, y la Zamorana como sirvienta de Doña Dolores.’”

(Fernando Méndez, 1908-1966, Eduardo de la Vega, pp. 18, 21)